Apagón, más autocrítica, menos complacencia
El histórico apagón de hace una semana no fue causado por un fallo técnico ni por ninguna clase de ciberataque, sino por las fragilidades de un sistema eléctrico...

El histórico apagón de hace una semana no fue causado por un fallo técnico ni por ninguna clase de ciberataque, sino por las fragilidades de un sistema eléctrico que no está preparado para la transición 100% renovable que el Gobierno promueve con tanto entusiasmo. Este colapso, el más grave en décadas, debe servir como punto de inflexión para revisar dicha política. El origen del apagón, según la mayoría de los análisis, fue una sobretensión en la red provocada por un exceso de generación renovable (el 74% del mix provenía de fuentes eólica y solar en el momento del incidente). La red, anticuada y saturada, no pudo gestionar este pico de producción, especialmente con cinco de los siete reactores nucleares parados. Este escenario pone en evidencia un problema estructural: la falta de fuentes de respaldo estables en un sistema cada vez más dependiente de energías intermitentes.
La reflexión del experto Carlos Cagigal, expresada en 20minutos, resulta particularmente incisiva: "Hay que mantener la nuclear como energía de respaldo". Las centrales nucleares, con su capacidad para proporcionar una generación constante y controlable, son un pilar esencial para estabilizar la red en momentos de alta producción renovable o de caída repentina de la demanda. Sin ellas, el sistema queda a merced de la volatilidad de las condiciones climáticas y de una infraestructura que, como quedó demostrado el 28 de abril, no está a la altura de las circunstancias. El apagón brinda a Pedro Sánchez la oportunidad para rectificar el cierre de las nucleares.
El Gobierno, sin embargo, parece más interesado en culpar a los operadores que en hacer autocrítica. La regulación española es estricta, pero de poco sirve si REE opera al límite y las inversiones en modernización no llegan a tiempo. La transición hacia las renovables, objetivo que no se discute, no puede hacerse a costa de la seguridad energética. El plan gubernamental para desplegar baterías y sistemas de almacenamiento es prometedor, pero estas soluciones tardarán aún en estar operativas. Mientras tanto, la red es vulnerable ante fenómenos climáticos extremos o posibles ciberataques, riesgos que no podemos subestimar. Otro punto crítico es la falta de interconexiones con el resto de Europa. España, aislada energéticamente por la resistencia de Francia, que protege su dominio nuclear, no puede exportar los excedentes de producción ni importar energía en momentos de crisis. Esto, sumado a la dependencia de nodos centralizados, como los que abastecen Madrid, amplificó el impacto del apagón. Fomentar microrredes locales y plantas de generación descentralizadas podría ser otra solución, pero requiere de voluntad política, y no de discursos autocomplacientes.