5 poemas de Santuarios, de Tente Garrido

En este poemario late el espasmo angustioso de la vida. Tente Garrido ahonda en la condición humana contemporánea, contradictoria e insatisfecha, con una honestidad descarnada, para que el lector se enfrente también a sus propios demonios y anhelos. Los poemas se escurren aquí como un áspid entre el denso panorama de la poesía española. En... Leer más La entrada 5 poemas de Santuarios, de Tente Garrido aparece primero en Zenda.

Mar 30, 2025 - 12:13
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5 poemas de Santuarios, de Tente Garrido

En este poemario late el espasmo angustioso de la vida. Tente Garrido ahonda en la condición humana contemporánea, contradictoria e insatisfecha, con una honestidad descarnada, para que el lector se enfrente también a sus propios demonios y anhelos. Los poemas se escurren aquí como un áspid entre el denso panorama de la poesía española.

En Zenda ofrecemos cinco poemas de Santuarios (Averso), de Tente Garrido.

***

CONVERSIÓN

Yo también me escondo
entre la gente,
empaño el cristal transparente del mostrador
que separa mi voz
de un receptor impertinente.
Yo también he decidido
ser culpable sin remordimiento,
consecuente con mis delitos,
aceptar y relativizar
mis pequeños fascismos
de cada día.
Poco tenaz, poco elocuente.
Yo también cuento monedas,
barro pelusas debajo del sofá,
piso con las suelas sucias.
Me olvido de reponer el papel higiénico,
niego obviedades y me rasco
entre los dedos de los pies.
Yo también lloro cuando me acuesto
—a veces no estoy solo—
y me como los mocos cuando
nadie me ve.

***

REGULAR

Regular el termostato
de la calefacción,
regular la tele;
contraste, brillo, color.
Regular el volumen
del tocadiscos
por culpa de los vecinos.
Regular el dial de la radio,
la temperatura del horno.
Regular el ritmo, el compás,
regular el timbre y la intensidad.
—Reglamentar, reglar, normalizar, regularizar,
organizar, legalizar…—.
Regular el ejercicio
acompañado de una dieta regular,
regular el intestino
y las visitas al baño,
regular los pasos para evitar
un sorpasso por sorpresa
al organismo
que nos dificulte respirar.
—Para ser mediocre, mediano, corriente, intermedio,
aceptable, pasable, normal, común,
ordinario, usual, metódico, uniforme, moderado…—.
Regular los días, las horas de trabajo,
los escasos descansos.
Regular las relaciones,
los sentimientos,
los latidos del corazón.
Regular la cadencia de nuestros jadeos,
regular el deseo.
Regular los besos,
las caricias.
Regular la bebida,
el tabaco y las ganas de follar
—sabiendo que todo esto sería regularmente
excepcional—.

***

«10/6»

«¿Por qué siempre eres demasiado bajo o demasiado alto?».

(El Sombrerero. Alicia en el país de las maravillas)

—Nunca he sido el tipo de hombre
que usa sombrero—.
Nadas desnuda de madrugada
en la piscina cubierta del hotel.
Una luna rojiza a la fuga
te mira de reojo
por la claraboya
y su luz salpica tu espalda
como Onán manchando la tierra
a los pies de Tamar.
—Siempre he querido ser
el tipo de hombre que usa sombrero—.
Espero en la habitación
recolectando el néctar
amargo de los pliegues de plástico,
rebañando los restos del calendario,
resoplando,
desvariando sobre el espejo empañado,
dibujando en el aire con la mano
el confuso itinerario
si quiero regresar
—sí, quiero regresar—.
¿Quiero regresar?
Dibujando en el aire con la mano
una estrella de cinco puntas
—asiento con la cabeza,
niego con la dentadura,
crotora un carné sobre la mesa,
llaman a la puerta—.
Me sale cerveza por la nariz,
no era el itinerario.
Entras envuelta
en un albornoz blanco mal atado
que se te abre hasta la ingle al caminar,
la cabeza enroscada en una toalla.
Sin mirarme te vas a la cama.
Has dejado regado todo el camino de vuelta
con pequeños charcos
(como el idiota de Pulgarcito desperdiciando el chusco
que se comen los pájaros).
Claro, el agua en el pasillo se seca rápido.
Mala idea si quieres regresar.
Sí, quieres regresar.
¿Quieres regresar?
—Creo que soy el tipo de hombre
que perdería un sombrero
en cada ciudad—.

***

CAJA DE RESISTENCIA.

«… Y al final se sintió desnuda y falsa».

(Chimamanda Ngozi Adichie)

Sentada, reposada,
más bien tumbada.
Engullida por el brasero.
Te rascas las canillas
arropada con la mantilla hasta el cuello.
—Pregabalina, benzodiacepina—.
Arde el mapa en tu cabeza.
Prendes fuego a todas las fronteras.
Rizas el rizo permanente
de las mechas que enciendes
en el quicio de otro domingo vaciado,
despoblado,
cementerio de automóviles
que alberga amantes emigrantes
censados solo por si acaso.
Desde el pasillo te silban las suelas
de huellas resecas,
de tacones pegados
jueves, viernes, sábado…
Arde el mundo entre tus piernas,
avivas soplando la pira
que circunda y circuncida
falanges homicidas
guarecidas entre larvas de gusanos
ensimismados,
estériles,
que lloran y adoran
pellejos entre harapos.
Líquido rayo que estalla
contra el fango
formado entre diestra y siniestra,
salpicando la cresta
de una ola sin mar
que anega estas horas
de furia.
Aporrean la puerta
un millón de muertos:
amantes, padres, hermanos, maridos
—hombres, prohombres, protohombres
semihombres—,
cabestros que embisten contra la madera
clavando quejas, reproches,
ruegos y órdenes
que preceden siempre
a falos deformes fauces voraces colmillos afilados
lenguas bífidas protráctiles porosas…
que lamen y cubren
tu estampa formando un aura
de saliva venenosa
que inmoviliza tu cuerpo
y derrite tu cerebro.

Recibes los golpes
como se recibe el correo desde el frente;
con esa esperanza asustada
de que en el buzón
hoy tampoco haya
nada.

***

TEMPLO

«¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del
Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han
recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios
dueños; fueron comprados por un precio.
Por tanto, honren con su cuerpo a Dios».

(1 Corintios 6, 19-20)

Mi cuerpo suda, sangra, luce cicatrices, heridas, arañazos.
Mi cuerpo tiene huellas profundas, marcas someras.
Mi cuerpo NO es un templo sagrado.
Es refugio, es casa,
es carretera transitada en ambas direcciones,
es área de servicio, es región superpoblada.
A veces desértico suplicio.
Mi cuerpo es gozo propio
y colectivo.
Mi cuerpo tiene nombres, pelos, moratones.
Mi cuerpo pares y a veces nones.
Mi cuerpo sabe de otros cuerpos, de otros olores.
Mi cuerpo culos, barrigas, hombros y pechos,
ingles, testículos, músculos mi cuerpo.
Mi cuerpo de escroto arrugado.
Mi cuerpo terso y erecto,
pliegues carnosos,
Poros y granos, squirting mi cuerpo.
Violable e inviolable según mi momento.
Mío, tuyo, suyo, nuestro.
Comunal, asociativo,
conmutativo, pluscuamperfecto.
Pretérito, pertérrito,
futuro irregular y descompuesto.
Sádico, esporádico y tierno.
Cocina sucia, aceite y grasa.
Baño público, contenedor lleno.
Maldito, profano mi cuerpo.
NO, no es un templo.
(Tú) Mi cuerpo.
(Yo) Ni quiero.

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Autor: Tente Garrido. Título: Santuarios. Editorial: Averso. Venta: Todos tus libros.

BIO

Tente Garrido (Plasencia, 1980) es diplomado en Pedagogía Terapéutica, graduado en Educación Primaria, diplomado en Literatura Creativa/Narrativa por la Escuela Universitaria de Artes TAI y en la actualidad ejerce como maestro de lengua portuguesa en Valverde del Fresno (Cáceres).

Es autor de los poemarios Glory hole (Ediciones Vitruvio, 2021) —seleccionado entre los mejores libros de poesía del año 2021 por la Asociación de Editores de Poesía (AEP)— y Temperamentos básicos (Editora Regional de Extremadura, 2022). Ha publicado también poemas y relatos en diversas revistas y fanzines. Estrechamente vinculado al mundo de la música, es letrista del grupo de punk-rock Antikracia.

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