31 motivos para un monumento a los Tercios (I)

Conmemorar 150 años de hegemonía militar en Europa, más allá de las formas que cada uno acaba definiendo en su memoria, es quizá el primero y más obvio de dichos motivos. Aunque quizá no se entendería sin otro, que le da carta de naturaleza: la revolución en el combate que supuso el nacimiento de estas... Leer más La entrada 31 motivos para un monumento a los Tercios (I) aparece primero en Zenda.

Mar 30, 2025 - 02:07
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31 motivos para un monumento a los Tercios (I)

Por tres ducados al mes: motivos por los cuales habrían de tener los hombres que se encuadraron en los Tercios un monumento en Madrid.

Conmemorar 150 años de hegemonía militar en Europa, más allá de las formas que cada uno acaba definiendo en su memoria, es quizá el primero y más obvio de dichos motivos. Aunque quizá no se entendería sin otro, que le da carta de naturaleza: la revolución en el combate que supuso el nacimiento de estas unidades. En ellas se combinaba la fuerza usada por tres tipos de soldados: piqueros, arcabuceros y mosqueteros. Un tercer motivo ligado al anterior es, por tanto, el uso de la pólvora. La potencia de fuego despedida por una línea de soldados dispuestos frente al enemigo se traducía en una dimensión completamente desmoralizadora frente a los choques conocidos hasta ese momento. Seguimos: sin ningún género de dudas es la raíz, la esencia histórica de dichas unidades, la que nos brinda un buen pretexto para identificar el cuarto motivo. Es decir, el espejo en el cual se miraban esos hombres, que no es otro que las antiguas legiones romanas: el cuerpo que instauró, manu militari, la Pax de un gran imperio que desbordaba la cuenca mediterránea.

Vamos a por el siguiente, porque, como bien dice el proverbio taurino, no hay quinto malo. Durante años, servir en los Tercios fue una carrera íntegramente meritocrática. La experiencia, el arrojo y la disciplina fueron los propulsores que nutrieron los ascensos en el brazo duro del Ejército de los Austrias. Y el sexto, ¿cuál podría ser? En opinión de quien esto escribe, el linaje, o lo que es igual: la nobleza entendida como la genealogía de cientos de hombres que habían crecido imbricados en la herencia de la guerra de Granada. Por extensión, fluía en sus almas el espíritu de la Reconquista, con un fuerte compromiso de movilidad y sentido del honor.

Para el séptimo motivo, bien podría apuntarse que los Tercios fueron el primer ejército profesional y, por tanto, permanente, que hubo en Europa. Con su desempeño al servicio de la Monarquía Española llega la cualificación, tal y como la entendemos hoy, al arte de la guerra. Y, a colación de los principios que fundamentan dicho arte, si muchos de los grandes hombres que estuvieron al frente de los Tercios siguen brillando en la actualidad como iconos, más allá de los campos de batalla, es porque, además de soldados, fueron hábiles en el otro gran juego de la geoestrategia: la diplomacia. Por derecho propio, ahí estaría el octavo motivo. Para el noveno conviene significar la importancia que tuvieron los militares tratadistas. Si hubiera que nombrar sólo a uno de esos aguerridos ideólogos que, con su trabajo, dispuso organización táctica en los Tercios, ese sería Bernardino de Mendoza.

Llegamos al décimo. Un motivo muy cinematográfico, porque refiere al hecho de que innumerables soldados al servicio de los Austrias ejercieron como espías (sí, sí, auténticos doble cero) al trote de la Cristiandad, sus cismas y el Oriente otomano. Para el motivo número once, que ya se hacía de rogar, toca poner de manifiesto la impronta cultural de muchos hombres que pasaron por los Tercios (y no sin gloria) para cultivar una fama, ya fuera coetánea o posterior, como genios incontestables de la literatura universal. Ni que decir tiene que en esta faceta humanista encontramos a Cervantes, a Lope o al postrimero Calderón.

En el motivo número doce habría que hablar del músculo logístico que tuvieron estas unidades. Funcionaban operando a bordo de los buques de su majestad, en plena mar, pero también a través de rutas dispuestas a modo de corredores para trasladarse con presteza entre puntos cardinales. ¿Os suena el Camino Español? Pues eso. Trece: si acabamos de hablar de logística de desplazamiento es que, desde luego, moverse, se movían. Por esta razón, ponemos de manifiesto la multiplicidad de escenarios donde desarrollaron sus acciones: Europa, por supuesto, pero también África, América… ¡E incluso Asia! Suena increíble, es cierto, pero la adaptabilidad de estas unidades pasa por ser verdaderamente antológica. Esto nos lleva ineludiblemente al motivo número catorce: las campañas. Porque si ya nos hemos referido a los escenarios, es de ley mencionar algunas de las batallas que sostuvieron contra diferentes ejércitos, ya resultaran apabullantes victorias o gloriosas derrotas. Castilnuovo, San Quintín, Empel, Salvador de Bahía, Breda o Nördlingen son sólo unas pocas de las muchas que se han mitificado, además, gracias al arte. Un punto que nos lleva irremisiblemente al motivo final de esta primera parte del artículo. ¡La pintura! ¡La escultura! En definitiva, la expresión artística. Porque sus hechos de armas y los valores asociados a dichos hombres han sido vector cinético para muchísimos artistas que, desde el siglo XVI hasta hoy, han plasmado la fuerza arrolladora de unos valores que cuesta identificar en un tiempo líquido. Así, pintores que van desde David Teniers a Juan Luna y desde Pradilla a Ferrer-Dalmau, se han visto inspirados a lo largo del pasado y el presente para explicar al gran público cómo de grandes fueron aquellos soldados que, integrados en unidades con una misma fe pero muy diferentes lenguas, cumplieron el cometido de defender a su rey y a su bandera.

Estos han sido los primeros quince motivos para apoyar un monumento, el de Salvador Amaya y la Asociación 31EneroTercios, que seguiré defendiendo en la segunda parte de este editorial que, si bien es de letras, evoca el puto acero de las tizonas.

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