Los viejos amores, de Rosa Ribas #NovelaNegra 127
Cuarta entrega de la serie que Rosa Ribas está dedicando a Detectives Hernández, una agencia de investigación de carácter familiar. Vivimos junto a sus secretos, pero sin llegar a conocerlos del todo.

Tras un pequeño paréntesis en nuestras lecturas del género negro, retomamos la costumbre de publicar reseña cada martes. Esta vez venimos con una vieja conocida, Rosa Ribas. De hecho, es la autora de la que más reseñas tenemos en el blog. Concretamente, esta va a ser la cuarta, tras Un asunto demasiado familiar, Los buenos hijos y Nuestros muertos. En esta ocasión compartimos Los viejos amores. Las cuatro componen la serie completa de lo publicado por Rosa Ribas en torno a una peculiar agencia de investigación, Detectives Hernández, que se nos presenta como un más que curioso «negocio familiar».
Quizá la expectativa es tan alta con las novelas de Rosa Ribas (las anteriores me encantaron) que esta me parece que no está a la altura de las anteriores. Eso sí, si llegas a ella como primera toma de contacto con la serie, seguro que percibirás enseguida la riqueza de unos personajes que cada uno de ellos en sí mismo justifica la lectura. El tema para esta última entrega son los estafadores del amor. De la mano de las comunicaciones digitales, de un tipo de otro, hay quien enamora para conseguir lo de siempre: dinero. En este caso, la afectada termina muerta y no es una cualquiera porque guardar cierta conexión con la «familia». O sea, con los Hernández.
No te casaste con el comandante que ha recorrido el mundo entero; tu hijo tampoco lo será, pero aquí llega una nueva, y última, oportunidad. Mírame y suéñate en la portada de la novela de tu vida. Soy lo que te mereces, lo que siempre te mereciste.
Así, con textos que trabajan la adulación y que, en una serie perfectamente diseñada, terminan por menoscabar la voluntad de la persona en teoría amada. En la práctica, es un camino para conseguir la estafa final. Paso a paso se van derribando barreras hasta que llega el momento en que sucede lo que tenía que suceder: necesito tu dinero, mi amor.
Seguimos conociendo a la familia Hernández. Su empresa familiar de detectives se abre paso. Con la cuarta entrega vivimos junto a sus secretos, pero sin llegar a conocerlos del todo. Lola continúa con la medicación, Mateo sabe que necesita conversar con sus muertos, Nora y Amalia son las hijas listas, muy listas. En el fondo sabemos que queda Carmen, la abuela. Y los difuntos, porque tienen su presencia. Personajes entrañables.
Todas las biografías tienen un relato oficial, notas a pie de página y, escondidas con la esperanza de que nadie llegue a leerlas, algunas páginas sucias, emborronadas pero imborrables.
El final queda abierto. Mateo, el cabeza de familia, se queda solo. Con sus mujeres.