Iba a titular esta columna 'Una educación de mierda', pero la mierda tiene, cuando menos, la utilidad de servir como abono. El asco, por el contrario, es una sensación estéril. Vayamos a un par de ejemplos. En un instituto de Santander cuatro alumnos pueridelincuentes golpearon, vejaron y -cómo no- grabaron a un compañero en silla de ruedas a causa de su parálisis cerebral. Los agresores (no presuntos: ellos mismos colgaron su fechoría en la red), futura carne de trena si sus familias y la sociedad no lo remedian, han sido castigados con cinco días de expulsión de las aulas. Y a otra cosa, mariposa. No hay que ir hasta Cantabria ni limitarse a los centros de titularidad pública. En todas...
Ver Más