Una Barcelona mejor en una Europa más fuerte
Barcelona es una ciudad extraordinaria, pero en los últimos años ha atravesado dificultades que van más allá de los grandes desafíos globales, como la crisis financiera de 2008 o la pandemia de 2020. A estos retos se suman problemas propios derivados de una gestión política irresponsable, el proceso separatista y el populismo demagógico. Más allá de la identidad o del pensamiento político de cada uno, es evidente que la política reciente no ha sentado bien a nuestra ciudad. Esta se ha alejado de la realidad de los vecinos, enfocándose en conflictos ideológicos y relegando el pragmatismo necesario para resolver los problemas cotidianos. Sin embargo, el nacionalismo y el populismo no son problemas exclusivos de Barcelona, sino fenómenos que afectan a toda Europa. La Unión Europea nació precisamente de las cenizas del nacionalismo que incendió el continente en el pasado. Los diferentes pueblos de Europa nos unimos para convertirnos en un faro de libertad y concordia. Sin embargo, ese hito histórico esta hoy amenazado por populismos autoritarios de diferentes signos. Estos alimentan la polarización social, erosionan la cooperación y debilitan la confianza en las instituciones. En definitiva, ponen en riesgo la democracia. Los retos de Barcelona son también, pues, los de Europa. Por esta razón, hoy, 9 de mayo, Día de Europa, es una fecha oportuna para recordar los principios fundacionales de la Unión: la cooperación, la libertad y la prosperidad compartida. Nombres como De Gasperi, Adenauer, Schuman o Monnet simbolizan ese espíritu europeo, basado en la unión en la diversidad. Ellos fueron los Padres Fundadores de la Unión Europea y sus valores son los de la familia del Partido Popular. Cuando hace dos años evité que Barcelona cayera en manos del separatismo y del populismo, lo hice, sobre todo, pensando en los intereses de todos sus vecinos, pero también tomé la decisión bajo el influjo de los valores de la mejor Europa. Aún queda mucho por hacer. Ante un panorama geopolítico endiablado, necesitamos una Unión más fuerte. Y ante los graves problemas que sufre nuestra ciudad, como el aumento de la inseguridad o la escasez de vivienda, necesitamos un ayuntamiento mejor. Barcelona necesita recuperar el sentido común y el pragmatismo en su gestión política. La ciudad debe dejar atrás la polarización y la propaganda para centrarse en resolver los problemas reales de los barceloneses. Europa, con su unión en la diversidad, marca el camino para volver a ser la Barcelona abierta que enamoró al mundo. Ese es mi principal objetivo y por él estoy dispuesto a dejarme la piel. ¡Viva Barcelona! ¡Viva Europa! Daniel Sirera es presidente del grupo municipal del PP en Barcelona
Barcelona es una ciudad extraordinaria, pero en los últimos años ha atravesado dificultades que van más allá de los grandes desafíos globales, como la crisis financiera de 2008 o la pandemia de 2020. A estos retos se suman problemas propios derivados de una gestión política irresponsable, el proceso separatista y el populismo demagógico. Más allá de la identidad o del pensamiento político de cada uno, es evidente que la política reciente no ha sentado bien a nuestra ciudad. Esta se ha alejado de la realidad de los vecinos, enfocándose en conflictos ideológicos y relegando el pragmatismo necesario para resolver los problemas cotidianos. Sin embargo, el nacionalismo y el populismo no son problemas exclusivos de Barcelona, sino fenómenos que afectan a toda Europa. La Unión Europea nació precisamente de las cenizas del nacionalismo que incendió el continente en el pasado. Los diferentes pueblos de Europa nos unimos para convertirnos en un faro de libertad y concordia. Sin embargo, ese hito histórico esta hoy amenazado por populismos autoritarios de diferentes signos. Estos alimentan la polarización social, erosionan la cooperación y debilitan la confianza en las instituciones. En definitiva, ponen en riesgo la democracia. Los retos de Barcelona son también, pues, los de Europa. Por esta razón, hoy, 9 de mayo, Día de Europa, es una fecha oportuna para recordar los principios fundacionales de la Unión: la cooperación, la libertad y la prosperidad compartida. Nombres como De Gasperi, Adenauer, Schuman o Monnet simbolizan ese espíritu europeo, basado en la unión en la diversidad. Ellos fueron los Padres Fundadores de la Unión Europea y sus valores son los de la familia del Partido Popular. Cuando hace dos años evité que Barcelona cayera en manos del separatismo y del populismo, lo hice, sobre todo, pensando en los intereses de todos sus vecinos, pero también tomé la decisión bajo el influjo de los valores de la mejor Europa. Aún queda mucho por hacer. Ante un panorama geopolítico endiablado, necesitamos una Unión más fuerte. Y ante los graves problemas que sufre nuestra ciudad, como el aumento de la inseguridad o la escasez de vivienda, necesitamos un ayuntamiento mejor. Barcelona necesita recuperar el sentido común y el pragmatismo en su gestión política. La ciudad debe dejar atrás la polarización y la propaganda para centrarse en resolver los problemas reales de los barceloneses. Europa, con su unión en la diversidad, marca el camino para volver a ser la Barcelona abierta que enamoró al mundo. Ese es mi principal objetivo y por él estoy dispuesto a dejarme la piel. ¡Viva Barcelona! ¡Viva Europa! Daniel Sirera es presidente del grupo municipal del PP en Barcelona
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