Lo que han conseguido los padres de uno de los jóvenes fallecidos en el accidente de Cantabria: gracias a más de 29.000 firmas

Cuando lo impensable ocurre. Hay hechos que detienen el ritmo cotidiano y sacuden a toda una sociedad. Tragedias que no solo enlutan a familias, sino que también revelan las fisuras de un sistema que falla cuando más se necesita. El dolor, cuando se vuelve público, tiene el poder de movilizar conciencias. El accidente en el ... Leer más

May 12, 2025 - 16:23
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Lo que han conseguido los padres de uno de los jóvenes fallecidos en el accidente de Cantabria: gracias a más de 29.000 firmas

Cuando lo impensable ocurre.

Hay hechos que detienen el ritmo cotidiano y sacuden a toda una sociedad. Tragedias que no solo enlutan a familias, sino que también revelan las fisuras de un sistema que falla cuando más se necesita. El dolor, cuando se vuelve público, tiene el poder de movilizar conciencias.

El accidente en el que murieron Izán y tres de sus amigos en el puerto de Lunada es uno de esos episodios que nadie quisiera tener que contar. Jóvenes con todo el futuro por delante, un viaje para celebrar la vida que terminó en una caída mortal de 400 metros por una carretera sin protección. El impacto ha sido tal que más de 29.000 personas han firmado ya una petición para exigir medidas urgentes.

Una celebración que nunca llegó.

Izán tenía 20 años y estaba a punto de cumplir 21. Con ilusión, había planeado un fin de semana en una cabaña rural junto a sus amigos para festejar su cumpleaños. Pero nunca llegó. El coche en el que viajaban se salió de la vía en uno de los tramos más peligrosos del puerto de Lunada, una zona sin quitamiedos, pese a las reiteradas advertencias vecinales.

La familia de Izán no solo enfrenta una pérdida irreparable. También arrastra una rabia sorda por un abandono que consideran evitable. “Donde debería haber una barrera, solo había vacío”, lamentan. Creen que, de haberse colocado los guardarraíles prometidos, los cuatro seguirían vivos.

La carretera que sigue esperando.

La petición en Change.org no es un gesto simbólico: es un grito de auxilio para evitar más muertes. En solo cinco días, la recogida de firmas superó las 25.000, y la cifra sigue creciendo. Los padres de Izán piden que se actúe con la urgencia que no hubo antes.

Y no están solos. Amigos de otras víctimas también han alzado la voz. “Murió por culpa del sistema”, denuncia una joven que perdió a su mejor amiga en el mismo accidente. Afirma que no es la primera vez que ocurre algo así en esa carretera y exige que, de una vez por todas, se instale una protección real.

Ni una muerte más.

Las familias de los fallecidos claman por justicia y responsabilidad. Además de los guardarraíles, reclaman una mejor señalización, cierres temporales ante condiciones meteorológicas adversas y una reorganización del tráfico para reducir riesgos. “¿Cuántos jóvenes más tienen que morir para que reaccionen?”, preguntan al Gobierno de Cantabria.

La herida sigue abierta, pero sus voces no están solas. Esta tragedia ha despertado una solidaridad inesperada, y una pregunta que pesa en el aire: ¿por qué hay que esperar a que ocurran muertes para cumplir promesas? Lo que ocurrió en Lunada no fue un simple accidente; fue la consecuencia de una omisión.

La urgencia de actuar.

“No más muertes evitables”, repiten como un mantra quienes han perdido a Izán, Ana, Afra y Juan Ramón. Quieren creer que su dolor servirá para evitar más tragedias. No piden milagros: solo que se cumpla lo que ya se había comprometido.

Instalar guardarraíles puede parecer una medida menor hasta que su ausencia cobra cuatro vidas. Y en ese momento, el silencio institucional duele tanto como la pérdida. Por eso, sus familias no dejarán de alzar la voz hasta que la carretera deje de ser una trampa mortal.