Un proyecto para construir un robot que juegue al tenis de mesa nivel competitivo
Como mero aficionado, siempre he pensado que cuando un robot alcance la agilidad y el nivel como para jugar de forma competitiva al tenis de mesa (que no ping-pong, que oí que los profesionales se enfadan con esa denominación popular) sería un gran avance tecnológico. Ahora el equipo de Google DeepMind ha desarrollado un brazo robótico «nivel jugador humano aficionado» y no se ve nada mal. El proyecto combina robótica de alta velocidad, aprendizaje por refuerzo y varias formas de control, incluyendo técnicas avanzadas de transferencia de una simulación al MundoReal™ (algo denominado sim-to-real). El chisme no es pequeño: es un brazo robótico ABB IRB 1100 sobre raíles capaz de moverse unos 4 metros. Un profesional necesitaría bastante más. El brazo está equipado con una pala personalizada con sensores e incluye una combinación de cámaras y un sistema de captura de movimientos para seguir la pelota y ejecutar golpes de precisión. Es capaz de jugar según se desarrolle el partido y cómo sea el oponente. La máquina no pestañea, no tiembla, no duda… o sea, todo lo contrario de lo que suele hacer el oponente humano. El entrenamiento virtual incluyó más de 2.400 millones de «pasos», usando un algoritmo evolutivo (BGS) y datos reales de partidos de tenis de mesa entre humanos. En la prueba de fuego, el robótico jugador compitió contra 29 jugadores humanos, con niveles desde principiantes hasta avanzados. El resultado: ganó el 100% de los partidos frente a principiantes y el 55% frente a jugadores intermedios. A los jugadores avanzados no pudo ganarlos… de momento. Uno de los problemas a los que se enfrenta es distinguir y saber devolver las bolas «cortadas» con efecto, que se frenan al botar, algo que visualmente desafía el sentido común pero que los jugadores más experimentados conocen bien y pueden adivinar por cómo ha sido el golpeo y la curva de la bola. Todo se andará. Lo mejor de estos partidos es de momento que el robot no puede reírse, aunque tenga motivos para ello. Relacionado: Un robot que juega bastante bien al tenis de mesa Entrenador interactivo de tenis de mesa Tenis de mesa con música de acompañamiento según el ritmo de juego Mesas de ping-pong inusuales, extrañas y originales # Enlace Permanente

Como mero aficionado, siempre he pensado que cuando un robot alcance la agilidad y el nivel como para jugar de forma competitiva al tenis de mesa (que no ping-pong, que oí que los profesionales se enfadan con esa denominación popular) sería un gran avance tecnológico. Ahora el equipo de Google DeepMind ha desarrollado un brazo robótico «nivel jugador humano aficionado» y no se ve nada mal.
El proyecto combina robótica de alta velocidad, aprendizaje por refuerzo y varias formas de control, incluyendo técnicas avanzadas de transferencia de una simulación al MundoReal™ (algo denominado sim-to-real). El chisme no es pequeño: es un brazo robótico ABB IRB 1100 sobre raíles capaz de moverse unos 4 metros. Un profesional necesitaría bastante más.
El brazo está equipado con una pala personalizada con sensores e incluye una combinación de cámaras y un sistema de captura de movimientos para seguir la pelota y ejecutar golpes de precisión. Es capaz de jugar según se desarrolle el partido y cómo sea el oponente. La máquina no pestañea, no tiembla, no duda… o sea, todo lo contrario de lo que suele hacer el oponente humano.
El entrenamiento virtual incluyó más de 2.400 millones de «pasos», usando un algoritmo evolutivo (BGS) y datos reales de partidos de tenis de mesa entre humanos. En la prueba de fuego, el robótico jugador compitió contra 29 jugadores humanos, con niveles desde principiantes hasta avanzados. El resultado: ganó el 100% de los partidos frente a principiantes y el 55% frente a jugadores intermedios. A los jugadores avanzados no pudo ganarlos… de momento.
Uno de los problemas a los que se enfrenta es distinguir y saber devolver las bolas «cortadas» con efecto, que se frenan al botar, algo que visualmente desafía el sentido común pero que los jugadores más experimentados conocen bien y pueden adivinar por cómo ha sido el golpeo y la curva de la bola. Todo se andará.
Lo mejor de estos partidos es de momento que el robot no puede reírse, aunque tenga motivos para ello.
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