Nadie se sorprenderá demasiado al ver a Yolanda Díaz como viuda desconsolada de Bergoglio, a Vox dictándole al colegio cardenalicio cómo proceder ahora con responsabilidad, a Bolaños ejerciendo de Arias Navarro el 20 de noviembre de 1975 con el primer mensaje de luto por el Santo Padre, al portavoz de Podemos presentando a Francisco como si fuese un cruce de Castro y Chávez, o al PP sin acabar de estar seguros qué deberían decir para no decir nada. Ninguno hablaba del Papa sino de sí mismos. Actuaban, como de costumbre, aplicando el filtro partidista para tratar de empaquetar la realidad en un relato a su medida. Cuestión de rentabilidad; nada nuevo. El sectarismo, con la necesidad de ponerle un sello...
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