Un cónclave corto, cuatro votaciones y quinielas... a medias
El cardenal decano Giovanni Battista Re le deseó "doblemente suerte" a Parolin, uno de los favoritos, que no terminó de convencer al cónclave

Ni italiano, ni Parolin. Y en solo dos días, como ya ocurrió para elegir a Benedicto XVI y a Francisco. El recién apodado León XIV, el estadounidense Robert Francis Prevost, ha dado la sorpresa y ha salido elegido como nuevo Pontífice.
Apenas 24 horas bastaron, desde que el pasado miércoles 7 comenzase el cónclave en la Capilla Sixtina. Entonces, los 133 cardenales inauguraron el cónclave tan solo con una votación, que terminó con una fumata negra que se retrasó hasta las 21 horas.
En la mañana del jueves, la segunda fumata negra salía al llegar el medio día. Este humo, que resumía las dos votaciones del cónclave, anunciaba que, de nuevo, no había acuerdo entre los purpurados.
Fue después, por la tarde, pasadas las 18, cuando una fumata blanca daba la sorpresa: Habemus Papam. Las palmas y los gritos de júbilo inundaban la Plaza de San Pedro, abarrotada con más de 40.000 fieles siguiendo en vivo y en directo un momento histórico.
En esta edición del cónclave, participaron también seis cardenales españoles, entre ellos Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y hombre de confianza de Francisco, o José Cobo, arzobispo de Madrid y uno de los más jóvenes en el grupo.
Ninguno de ellos estuvo nunca entre los favoritos y tampoco logró comprobar cómo salía la fumata blanca a su favor. Desde 2005, el color del humo se logra gracias a mezclas químicas específicas, evitando así todo tipo de antiguas confusiones.
Un nombre fuera de las quinielas
Antes de que comenzase el cónclave, se hicieron virales unas imágenes: la del cardenal decano Giovanni Battista Re, quien le deseó "auguri e doppi" (doblemente suerte, en castellano) al cardenal y ex secretario de estado Pietro Parolin.
Estas palabras, unidas a que su nombre estaba en todas las quinielas, situaron a Parolin como el gran favorito para convertirse en el nuevo Papa.
Sin embargo, la fumata blanca ha traído consigo un giro en el guion: no era un Papa italiano, ni siquiera europeo o asiático, como algunas voces sugerían. Finalmente, fue uno estadounidense, el primero de la historia del Vaticano con esta nacionalidad.
En los días de las congregaciones generales consiguió despistar a los periodistas entrando con un pequeño coche anónimo y, a pesar de ser cardenal, vivía en una habitación de la curia general de la Orden de San Agustín, a la izquierda de la columnata de Bernini, un edificio que él mismo mandó construir cuando era superior de su orden.
Un fiel de Francisco con perfil internacional
León XIV era estrecho colaborador de Francisco y tiene también la nacionalidad peruana, donde fue misionero durante cuatro décadas, una tierra que le ha merecido una mención durante su discurso en el balcón de San Pedro.
Este agustiniano discreto, que habla perfectamente francés, ingles, italiano y español, fue la figura que más convenció a una iglesia universal, representada por los 70 países de los cardenales que entraron en la Capilla Sixtina.
También es presidente de la Pontificia comisión para América Latina, el organismo vaticano que se ocupa de las temáticas que afectan a los países latinoamericanos