Un comprador está convirtiendo casas, templos y fábricas abandonadas de Japón en alojamientos turísticos: China

Algo está ocurriendo en Japón de un tiempo a esta parte, un fenómeno que comenzó con oleadas de turistas chinos que llegaron a la nación para quedarse, y que luego se fue extiendo por zonas, donde la proliferación de “nuevas Chinatowns” estaba dando lugar a barrios con más chinos que japoneses. El tema pasó a convertirse en algo más serio cuando esta “chinificación” llegó a uno de los bastiones nacionales: la cultura pop. Lo último: Pekín está comprando su arquitectura más tradicional y convirtiéndola en resort turístico. Kyoto como lanzadera. Lo contaba el fin de semana Nikkei en un extenso reportaje. En un Japón donde la modernidad amenaza con eclipsar siglos de tradición, la figura de Yuichi Ishikura encarna un fenómeno tan inesperado como decisivo: el rescate del patrimonio arquitectónico tradicional por parte de ciudadanos chinos. Nacido en la provincia de Fujian y criado desde la adolescencia en Kyoto, Ishikura encontró su vocación tras una experiencia personal en una casa de huéspedes durante sus estudios universitarios en Estados Unidos. A su regreso a Japón en 2015, con apenas 23 años, adquirió su primera machiya (típica vivienda de madera estrecha y profunda construida desde el periodo Edo) por poco más de 10 millones de yenes. La transformó en un alojamiento turístico y, en tan solo tres años, había recuperado su inversión. Desde entonces ha renovado más de 60 propiedades similares, entre ellas la casa Shichikutei, cerca de la estación de Kyoto, y ha declarado su intención de convertirse en el operador número uno de machiyas en todo Japón. En 3D Juegos Si tienes un puerto USB libre en tu televisor, tienes un tesoro escondido: así puedes exprimir cinco funciones esenciales La amenaza de las machiya. No es un tema baladí en Japón. Las Kyo-machiya son joyas arquitectónicas de la antigua capital, y están desapareciendo al alarmante ritmo de unas 800 al año, presionadas por el alto coste de su mantenimiento, impuestos sucesorios y la voracidad inmobiliaria que las reemplaza por apartamentos y pisos. Y mientras los japoneses parecen resignarse a esa desaparición, inversores extranjeros (especialmente de origen chino) están convirtiendo esa crisis en oportunidad. Aquí, como explicaba Nikkei, aparecen figuras como Lee Wendy, restauradora oriunda de Shanghái que ha rehabilitado 40 machiya y refleja a la perfección esta tendencia. El fenómeno ha crecido tanto que, según un estudio de la ciudad de Kyoto, un 30 % de los alojamientos bajo licencia municipal están en manos de unos 500 extranjeros, muchos de ellos compradores chinos que han reconvertido estas casas tradicionales en alojamientos turísticos sin perder su valor estético ni histórico. Templos en venta. El fenómeno no se limita a casas. En zonas rurales como Shiso, en la prefectura de Hyogo, los templos budistas también han empezado a cambiar de manos ante la falta de sucesores sacerdotales. Uno de estos templos, adquirido por un comprador chino tras la muerte del sacerdote principal en 2017, ha generado controversia local por el uso informal del recinto. Mientras tanto, otros templos han tenido que salir públicamente a desmentir rumores de venta difundidos en plataformas como RedNote, una red social china en la que circulan anuncios engañosos que prometen beneficios fiscales por adquirir propiedades religiosas. Uno de los casos más sonados fue el del templo Jisso-in Monzeki, con 800 años de historia, que desmintió categóricamente estar en venta, tras detectarse publicaciones falsas dirigidas a inversores chinos. El atractivo fiscal. Detrás de esta fiebre por adquirir templos, santuarios y casas tradicionales niponas contaba Nikkei que se halla un doble atractivo: por un lado, el valor cultural y arquitectónico que representa para muchos ciudadanos chinos un patrimonio difícil de encontrar en su país natal. Por otro, e igual de importante, las condiciones fiscales favorables para las instituciones religiosas en Japón, que atraen a inversores con visión comercial. Ejecutivos del sector inmobiliario en Osaka confirman que han intermediado en la venta de propiedades religiosas a empresas con sede en Hong Kong y están actualmente promoviendo otros recintos en Kyoto y Nara. Y el sake. El fenómeno ha ido mucho más allá. La conservación del legado cultural también ha alcanzado otras esferas. En 2019, Zhou Chunbao, empresario de Shanghái, adquirió Matsuoshuzojo, una histórica destilería de sake en la prefectura de Saga que estaba al borde del cierre por problemas de gestión. Motivado por su deseo de que el pueblo chino conociera la cultura japonesa a través del sake, Zhou revitalizó la empresa y su producción, que en 2022 alcanzó el reconocimiento regional al ganar el máximo galardón en la categoría Junmai Daiginjo. La intervención de Zhou salvó del olvido una institución local cuya historia se remonta al final del periodo Edo, en

Abr 22, 2025 - 13:19
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Un comprador está convirtiendo casas, templos y fábricas abandonadas de Japón en alojamientos turísticos: China

Un comprador está convirtiendo casas, templos y fábricas abandonadas de Japón en alojamientos turísticos: China

Algo está ocurriendo en Japón de un tiempo a esta parte, un fenómeno que comenzó con oleadas de turistas chinos que llegaron a la nación para quedarse, y que luego se fue extiendo por zonas, donde la proliferación de “nuevas Chinatowns” estaba dando lugar a barrios con más chinos que japoneses. El tema pasó a convertirse en algo más serio cuando esta “chinificación” llegó a uno de los bastiones nacionales: la cultura pop. Lo último: Pekín está comprando su arquitectura más tradicional y convirtiéndola en resort turístico.

Kyoto como lanzadera. Lo contaba el fin de semana Nikkei en un extenso reportaje. En un Japón donde la modernidad amenaza con eclipsar siglos de tradición, la figura de Yuichi Ishikura encarna un fenómeno tan inesperado como decisivo: el rescate del patrimonio arquitectónico tradicional por parte de ciudadanos chinos. Nacido en la provincia de Fujian y criado desde la adolescencia en Kyoto, Ishikura encontró su vocación tras una experiencia personal en una casa de huéspedes durante sus estudios universitarios en Estados Unidos.

A su regreso a Japón en 2015, con apenas 23 años, adquirió su primera machiya (típica vivienda de madera estrecha y profunda construida desde el periodo Edo) por poco más de 10 millones de yenes. La transformó en un alojamiento turístico y, en tan solo tres años, había recuperado su inversión. Desde entonces ha renovado más de 60 propiedades similares, entre ellas la casa Shichikutei, cerca de la estación de Kyoto, y ha declarado su intención de convertirse en el operador número uno de machiyas en todo Japón.

La amenaza de las machiya. No es un tema baladí en Japón. Las Kyo-machiya son joyas arquitectónicas de la antigua capital, y están desapareciendo al alarmante ritmo de unas 800 al año, presionadas por el alto coste de su mantenimiento, impuestos sucesorios y la voracidad inmobiliaria que las reemplaza por apartamentos y pisos. Y mientras los japoneses parecen resignarse a esa desaparición, inversores extranjeros (especialmente de origen chino) están convirtiendo esa crisis en oportunidad.

Aquí, como explicaba Nikkei, aparecen figuras como Lee Wendy, restauradora oriunda de Shanghái que ha rehabilitado 40 machiya y refleja a la perfección esta tendencia. El fenómeno ha crecido tanto que, según un estudio de la ciudad de Kyoto, un 30 % de los alojamientos bajo licencia municipal están en manos de unos 500 extranjeros, muchos de ellos compradores chinos que han reconvertido estas casas tradicionales en alojamientos turísticos sin perder su valor estético ni histórico.

Templos en venta. El fenómeno no se limita a casas. En zonas rurales como Shiso, en la prefectura de Hyogo, los templos budistas también han empezado a cambiar de manos ante la falta de sucesores sacerdotales. Uno de estos templos, adquirido por un comprador chino tras la muerte del sacerdote principal en 2017, ha generado controversia local por el uso informal del recinto.

Mientras tanto, otros templos han tenido que salir públicamente a desmentir rumores de venta difundidos en plataformas como RedNote, una red social china en la que circulan anuncios engañosos que prometen beneficios fiscales por adquirir propiedades religiosas. Uno de los casos más sonados fue el del templo Jisso-in Monzeki, con 800 años de historia, que desmintió categóricamente estar en venta, tras detectarse publicaciones falsas dirigidas a inversores chinos.

El atractivo fiscal. Detrás de esta fiebre por adquirir templos, santuarios y casas tradicionales niponas contaba Nikkei que se halla un doble atractivo: por un lado, el valor cultural y arquitectónico que representa para muchos ciudadanos chinos un patrimonio difícil de encontrar en su país natal.

Por otro, e igual de importante, las condiciones fiscales favorables para las instituciones religiosas en Japón, que atraen a inversores con visión comercial. Ejecutivos del sector inmobiliario en Osaka confirman que han intermediado en la venta de propiedades religiosas a empresas con sede en Hong Kong y están actualmente promoviendo otros recintos en Kyoto y Nara.

Y el sake. El fenómeno ha ido mucho más allá. La conservación del legado cultural también ha alcanzado otras esferas. En 2019, Zhou Chunbao, empresario de Shanghái, adquirió Matsuoshuzojo, una histórica destilería de sake en la prefectura de Saga que estaba al borde del cierre por problemas de gestión. Motivado por su deseo de que el pueblo chino conociera la cultura japonesa a través del sake, Zhou revitalizó la empresa y su producción, que en 2022 alcanzó el reconocimiento regional al ganar el máximo galardón en la categoría Junmai Daiginjo.

La intervención de Zhou salvó del olvido una institución local cuya historia se remonta al final del periodo Edo, en un momento en que la industria del sake se ha reducido drásticamente, con un descenso del 40 % en el número de destilerías y una caída al 20 % de su volumen histórico de ventas nacionales.

El “alma” de Japón. Así las cosas, y mientras el patrimonio tangible de Japón (desde casas tradicionales hasta templos centenarios y destilerías ancestrales) se enfrenta a una lenta pero constante desaparición por la falta de sucesores, parece que es una generación de inversores chinos quienes están dispuestos a asumir el reto de conservarlo.

Lo que para algunos representa una pérdida de control cultural, para otros se convierte en una inesperada forma de continuidad. Así, frente a la pasividad o incapacidad de ciertos sectores locales, se alzan nuevos herederos (chinos) dispuestos no solo a invertir capital, sino también a revalorizar con sensibilidad y pragmatismo lo que durante siglos ha sido la esencia material de la identidad japonesa.

Imagen | Dale Cruse

En Xataka | Japón está viviendo algo inédito en sus barrios más emblemáticos: la "chinificación" del anime y los videojuegos

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La noticia Un comprador está convirtiendo casas, templos y fábricas abandonadas de Japón en alojamientos turísticos: China fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .