Todo el rock en la Legislatura porteña
El pasado martes la Legislatura porteña declaró a Claudio Kleiman –periodista, músico, escritor– Personalidad Destacada de la Cultura entre presencias de lujo que encarnan hoy la mismísima biografía del rock local y se acercaron a celebrar el reconocimiento. Hablamos de un renacentista moderno: un hombre que escribe, conduce programas de radio, toca la guitarra, canta, compone, investiga; sigue las huellas de su arte y lo irradia en vastos formatos y direcciones. Hemos visto a Claudio dar cálidos e íntimos shows en pubs locales, munido de su voz y su guitarra junto a gigantes como Javier Martínez –baterista, cantante y fundador de Manal, fallecido en 2024– Daniel Melingo o Claudia Puyó, entre otros grandes.Durante el encuentro, en el Salón Dorado de la Legislatura, Kleiman evocó a Martínez, su amigo, en una emotiva versión de Avellaneda Blues junto Ricardo Tapia (de Mississippi blues band). Lo acompañaron luego con su trío –que completan Ramón De La Vega y Lucio Tapia– para seguir el concierto en vivo, poblado de presencias emblemáticas entre el público que confluyó en la cita. León Gieco fue de la partida a distancia, con su saludo en video, armónica incluida. En mensajes similares se sumaron David Lebón, Litto Nebbia, Miguel Cantilo, Billy Bond, Claudio Gabis, Gustavo Santaolalla. In situ, otra pléyade de figuras hacía fila para abrazarlo: Pipo Lernoud, Emilio Del Güercio, Cristina Dall, Isa Portugheis, Pollo Raffo; resultaría difícil nombrar a algún rocker de alto calibre que estuviese ausente.Nos consta, en cualquier caso, que a él no lo mueven los brillos sino el afecto y la música: por eso siempre participó de ese universo como un juglar más, mezclado entre los suyos, vitalizando aquello de lo que es parte constitutiva desde hace décadas. Paradójicamente, su primer disco, Era Hora, vio la luz recién en 2018 y expresa la misma pertenencia a una constelación que lo reconoce par: en esa placa grabaron muchos de los presentes este martes y otros de similar talla: Ricardo Mollo, Gustavo Santaolalla, Claudio Gabis, Diego Arnedo, Ciro Fogliatta y Rodolfo García, baterista de Almendra. Pero su musa remite a décadas previas: a fines de los setenta fue guitarrista invitado en La Banda Ricotera, germen de la formación platense que devendría mito con el Indio Solari a la cabeza. El vínculo pervivió incluso tras la disolución de “Los redondos” y él, en coautoría con Skay Beilinson, hasta escribió un tema, “Boggart Blues”, que integra el disco Talismán.Como periodista, es gran buceador al rescate tenaz de gemas escondidas. En su programa Otra Historia de Radio Nacional –con Valeria Pertovt, Víctor Tapia y Mauro Feola, productor y prensa cuya gestión en este homenaje fue clave– despliega un revisionismo que llevó a sus oyentes de viaje por influencias y cruces impensados; escuchándolo, navegamos entre tropicalismo brasileño, blues precoz de la Patagonia o punk peruano, por referir algunos hallazgos de esas épicas audiciones.Kleiman es autor de Historia de una reunión secreta: Manal, libro donde aborda el reencuentro del trío que hizo blues en español por primera vez en el mundo. El texto registra esa última reunión concretada en octubre de 2014 a instancias de Jorge “Corcho” Rodríguez.Hoy Claudio sigue escribiendo mucho y bueno en la revista Rolling Stone, entre otros medios gráficos. Da así continuidad a una aventura que empezó muy joven, en 1976, cuando al salir de la colimba su amigo Alfredo Rosso le presentó a Jorge Pistocchi, Pipo Lernoud, Horacio Fontova, y juntos concibieron la revista Expreso Imaginario. Vinieron después sus notas en otras emblemáticas páginas: Pan caliente, Cerdos & Peces, El Porteño.Conserva el pelo –aunque poco– largo. Y las mañas; sigue jugando –con Rosso, su amigo y ex compañero de milicia involuntaria– al Truco gallo: programa radial en Radio UBA 87.9 FM todos los lunes de 22 a 24. Es, en fin, uno de nuestros últimos mohicanos con porte de vikingo afable: grandote, desde sus manos curtidas y vocabulario refinado, dedica una discreta cotidianidad a las cosas buenas de la vida, amén del son, empezando por amistades de oro que cosechó en tantos colegas: eso hoy también vuelve en este reconocimiento merecidísimo.

El pasado martes la Legislatura porteña declaró a Claudio Kleiman –periodista, músico, escritor– Personalidad Destacada de la Cultura entre presencias de lujo que encarnan hoy la mismísima biografía del rock local y se acercaron a celebrar el reconocimiento. Hablamos de un renacentista moderno: un hombre que escribe, conduce programas de radio, toca la guitarra, canta, compone, investiga; sigue las huellas de su arte y lo irradia en vastos formatos y direcciones. Hemos visto a Claudio dar cálidos e íntimos shows en pubs locales, munido de su voz y su guitarra junto a gigantes como Javier Martínez –baterista, cantante y fundador de Manal, fallecido en 2024– Daniel Melingo o Claudia Puyó, entre otros grandes.
Durante el encuentro, en el Salón Dorado de la Legislatura, Kleiman evocó a Martínez, su amigo, en una emotiva versión de Avellaneda Blues junto Ricardo Tapia (de Mississippi blues band). Lo acompañaron luego con su trío –que completan Ramón De La Vega y Lucio Tapia– para seguir el concierto en vivo, poblado de presencias emblemáticas entre el público que confluyó en la cita. León Gieco fue de la partida a distancia, con su saludo en video, armónica incluida. En mensajes similares se sumaron David Lebón, Litto Nebbia, Miguel Cantilo, Billy Bond, Claudio Gabis, Gustavo Santaolalla. In situ, otra pléyade de figuras hacía fila para abrazarlo: Pipo Lernoud, Emilio Del Güercio, Cristina Dall, Isa Portugheis, Pollo Raffo; resultaría difícil nombrar a algún rocker de alto calibre que estuviese ausente.
Nos consta, en cualquier caso, que a él no lo mueven los brillos sino el afecto y la música: por eso siempre participó de ese universo como un juglar más, mezclado entre los suyos, vitalizando aquello de lo que es parte constitutiva desde hace décadas. Paradójicamente, su primer disco, Era Hora, vio la luz recién en 2018 y expresa la misma pertenencia a una constelación que lo reconoce par: en esa placa grabaron muchos de los presentes este martes y otros de similar talla: Ricardo Mollo, Gustavo Santaolalla, Claudio Gabis, Diego Arnedo, Ciro Fogliatta y Rodolfo García, baterista de Almendra. Pero su musa remite a décadas previas: a fines de los setenta fue guitarrista invitado en La Banda Ricotera, germen de la formación platense que devendría mito con el Indio Solari a la cabeza. El vínculo pervivió incluso tras la disolución de “Los redondos” y él, en coautoría con Skay Beilinson, hasta escribió un tema, “Boggart Blues”, que integra el disco Talismán.
Como periodista, es gran buceador al rescate tenaz de gemas escondidas. En su programa Otra Historia de Radio Nacional –con Valeria Pertovt, Víctor Tapia y Mauro Feola, productor y prensa cuya gestión en este homenaje fue clave– despliega un revisionismo que llevó a sus oyentes de viaje por influencias y cruces impensados; escuchándolo, navegamos entre tropicalismo brasileño, blues precoz de la Patagonia o punk peruano, por referir algunos hallazgos de esas épicas audiciones.
Kleiman es autor de Historia de una reunión secreta: Manal, libro donde aborda el reencuentro del trío que hizo blues en español por primera vez en el mundo. El texto registra esa última reunión concretada en octubre de 2014 a instancias de Jorge “Corcho” Rodríguez.
Hoy Claudio sigue escribiendo mucho y bueno en la revista Rolling Stone, entre otros medios gráficos. Da así continuidad a una aventura que empezó muy joven, en 1976, cuando al salir de la colimba su amigo Alfredo Rosso le presentó a Jorge Pistocchi, Pipo Lernoud, Horacio Fontova, y juntos concibieron la revista Expreso Imaginario. Vinieron después sus notas en otras emblemáticas páginas: Pan caliente, Cerdos & Peces, El Porteño.
Conserva el pelo –aunque poco– largo. Y las mañas; sigue jugando –con Rosso, su amigo y ex compañero de milicia involuntaria– al Truco gallo: programa radial en Radio UBA 87.9 FM todos los lunes de 22 a 24. Es, en fin, uno de nuestros últimos mohicanos con porte de vikingo afable: grandote, desde sus manos curtidas y vocabulario refinado, dedica una discreta cotidianidad a las cosas buenas de la vida, amén del son, empezando por amistades de oro que cosechó en tantos colegas: eso hoy también vuelve en este reconocimiento merecidísimo.