Pedro Salinas, el periodista que convenció al Papa para acabar con la secta católica del Sodalicio: “No tengo fe en Dios, tengo fe en la verdad”
Pedro Salinas detalla cómo el Sodalicio empleó la difusión de fake news tanto para desacreditar su trabajo como para dinamitar la llegada de Prevost al Vaticano, quien ayudó a Salinas a desmantelar a la secta.


Pedro Salinas (Lima, 1963) pide permiso para fumar durante la entrevista. Nos separan diez mil kilómetros y una pantalla, pero mantiene la rectitud propia de alguien que ha formado parte de una organización religiosa y la generosidad de quien verdaderamente ha interiorizado que hay que cuidar al prójimo. El periodista acaba de regresar a Perú tras unos intensos días en Roma. Nada más y nada menos que para asistir al nombramiento de Robert Prevost como sucesor del Papa Francisco. Si con Bergoglio se carteaba, con Prevost directamente intercambia correos electrónicos. León XIV no es exactamente su amigo, pero desde luego es una persona muy cercana para Pedro Salinas: fue quien le ayudó a acabar con la secta ultracatólica del Sodalicio, de la que el propio periodista formó parte durante años.
“Toda esta pompa propia del Vaticano no se me da bien. A Francisco no le llamaba ni ‘santo padre’ ni ‘su eminencia’, sino Padre Jorge. A este creo que le llamaré Papa Robert”, dice entre calada y calada.
Con un decreto papal, Francisco puso fin definitivamente al Sodalicio de la Vida Cristiana tan solo una semana antes de morir. La organización ultracatólica peruana, fundada por Luis Fernando Figari en 1971, llegaba a su fin después del exhaustivo trabajo de investigación de Salinas junto a su compañera Paola Ugaz. El calado de las publicaciones de Salinas y Ugaz, que sacaron a la luz los casos de abusos, pederastia y corrupción del Sodalicio, fue tal que impulsó un proceso vaticano en el que Prevost tuvo un papel trascendental.
Si de alguna manera podía demostrarle su gratitud a Prevost por su implicación en terminar con la impunidad de esta poderosa organización tenía que ser poniendo su granito de arena en convertirle en el nuevo Papa. Porque el Sodalicio estaba ahí para impedirlo. Precisamente cuando el nombre de Prevost comenzó a sonar como posible sucesor de Francisco, la secta organizó su “venganza”, como la califica Salinas.
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En pleno precónclave, grupos vinculados al Sodalicio resucitaron unas acusaciones contra Prevost que habían lanzado años atrás, cuando este era obispo en la ciudad peruana de Chiclayo y ya estaba implicado en la desarticulación de la secta. La campaña fabricada, y reflotada ahora, precisamente consistía en imputarle a Prevost el encubrimiento de abusos sexuales. Es decir, el bulo trataba de hacer creer a los cardenales que tenían que elegir al nuevo Papa que Prevost no era quien había contribuido a terminar con los abusos sexuales en el marco de la Iglesia católica, sino quien había participado de su impunidad.
Por eso, el trabajo de Salinas resultó fundamental, pues probaba que estas acusaciones, que traspasaron fronteras y que ponían en riesgo su elegibilidad como nuevo líder de la Iglesia católica, eran falsas. Pero antes de todo eso, la fábrica de fake news se dirigió contra el propio Salinas quien asegura que toda esa “maquinaria para desacreditar” su trabajo le pasó factura en su vida personal.
Querellas sostenidas en falsedades y falsedades difundidas en medios
Salinas reconoce que al principio no hizo caso de las fake news que se difundían contra él y contra Paola Ugaz: “Eran cosas tan absurdas, tan irrisorias, que no pensábamos que la gente las fuese a creer. Fue un error”. Así, en 2018, tres años después de la publicación del libro Mitad monjes, mitad soldados sobre el entramado del Sodalicio, la secta católica inició la campaña de desinformación contra Salinas y Ugaz. “Una vez ya habían controlado su crisis reputacional, fueron a por nosotros”, señala el periodista.
Según el exsodálite, hubo una campaña institucional y otra mediática que iban en paralelo: “Uno de los primeros bulos que lanzaron varios medios que ya eran conocidos por fabricar mentiras en la época de Fujimori fue el de que Paola y yo comercializábamos uranio y plutonio con Mario Vargas Llosa. Pao era amiga de la hija de Mario y, según estos tipos, yo estaba interesado en tener algún tipo de comisión. Lo relacionaban con unos supuestos yacimientos de uranio y plutonio que había en Piura [ciudad con fuerte presencia del Sodalicio], cosa que tampoco nadie había corroborado”.
Pronto comenzaron a perseguirles judicialmente, demandándoles por “toda clase de disparates”. Según relata el periodista de investigación, grupos vinculados con el Sodalicio se organizaban para presentar demandas en diferentes fiscalías, demandas basadas en hechos que “retorcían” y a los que ellos mismos trataban de darle credibilidad publicándolos en “esos medios de fake news con los que el Sodalicio tenía conexiones”.
“Claro, si leías esos medios sabías de qué iba a ir la próxima acusación judicial, pero yo no leía esos medios porque para mí no era prensa seria hasta que contraté a una persona para que me filtrara todo lo que se había publicado sobre mí entre 2018 y 2020, y era una cantidad impresionante de basura”, añade. Es decir, según ha podido apercibir Salinas ahora que ha pasado un tiempo prudencial, la estrategia del Sodalicio para desprestigiarle consistía en “poner demandas y querellas” contra él y “aliarse con portales de raquítica credibilidad que hacían de caja de resonancia de esas querellas y demandas”.
Añade, además, que se trataba de un ataque de desinformación organizado porque pudieron acreditar que había una “granja de trolls”: “En algún lugar de Lima había gente organizada creando bulos sobre nosotros y creando perfiles falsos en Twitter y Facebook para difundirlos”.
Objetivo: deslegitimar el trabajo de Pedro Salinas y obstaculizar sus investigaciones contra el Sodalicio
Una de las demandas que interpusieron contra Pedro Salinas prosperó. De hecho, a día de hoy el caso todavía está abierto y piden para él once años y medio de prisión. Para el periodista ejemplifica cómo el objetivo de estos ataques era deslegitimar su trabajo e impedir que siguiera investigando. “En 2022, consiguieron una orden judicial y vinieron a mi casa 25 policías armados. Me sentí el Chapo Guzmán. Como un narcotraficante o algo peor. Estaba con mi novia de entonces y mi hija, que tenía todavía 17 años. Nos tuvieron seis horas secuestrados. Precisamente yo en ese momento estaba escribiendo un libro también sobre el Sodalicio [el que luego se titularía Sin noticias de Dios, publicado en 2023]. Tenía como 700 páginas y no había subido nada a la nube. Primero por protección, no me fiaba de lo que pudiese pasar, y segundo porque no soy demasiado amigo de la tecnología. Como sabía que algo así podía suceder, que intentasen quitarme la computadora para impedir que ese libro saliese, lo que hice fue anclar la computadora a la pared de mi cuarto con una cadena de barco y un candado más grande que mi mano, cuya llave boté el mismo día que cerré el candado. Nadie, ni yo mismo, podía llevarse mi computadora con el libro dentro. Salvo que fuese con una cizalla”.
Salinas asegura que querían apropiarse del libro para entorpecer su publicación. “Escuché al fiscal al teléfono, que recibió una llamada. Le dicen: ‘¿Ya lo tienes?’. Y el fiscal le responde: ‘Lo primero sí, estoy en lo segundo’. Dijo eso justo cuando estaba entrando a por la computadora. Lo primero era mi celular, estoy seguro, y lo segundo mi libro. No lo tenía en la nube ni en ningún sitio. Si se lo llevaban, lo perdía todo. Y ya me había tomado dos años escribir esas 700 páginas. Dos años para llegar a ese momento y justamente llegaron para llevárselo. No lo iba a permitir. Le dije al fiscal que estaba al cargo: ‘Si se lo lleva, me voy a encargar de que su foto dé la vuelta al mundo’”.
Así consiguió neutralizar aquel intento por “acallar” al periodista, como él mismo reconoce. Aunque Salinas sí apunta que la estrategia de fake news y persecución judicial tuvo consecuencias muy concretas en su compañera Paola Ugaz: “A Pao la demandaron tantas veces que acabó trabajando para su propia defensa. Ese desgaste es también una pérdida de tiempo tan grande buscando información para defenderte de las acusaciones que a ella la distrajo totalmente del libro que quería escribir. Tuvo que demostrar, por ejemplo, que no había estado en Panamá paseando con una maleta llena de dinero, que fue otro bulo que vertieron sobre ella para acusarla de corrupción”.
La venganza del Sodalicio contra Prevost
Tras los intentos de desacreditar a Salinas y a Ugaz, esta secta también lo intentó con Robert Prevost por “su trabajo desarticulando al Sodalicio”, dice el periodista. Según Salinas, grupos de extrema derecha católicos “orquestaron una mentira, que consistía en hacer creer que Prevost había encubierto varios casos de abusos sexuales cometidos por un sacerdote peruano en 2004”.
Tal y como contábamos en Newtral, según estos grupos, Prevost habría conocido estos casos y habría decidido no investigarlos en 2022, cuando ejercía como obispo de la diócesis de Chiclayo (en Perú). Las acusaciones fueron negadas por el Vaticano y el propio Papa Francisco investigó el tema a fondo antes de nombrarle Prefecto de Obispos en la Curia, concluyendo que Prevost no tenía responsabilidad alguna. De hecho, de acuerdo con The College of Cardinals Report, Prevost en realidad habría animado a las víctimas a denunciar sus casos ante las autoridades civiles.
En cuanto Prevost comenzó a sonar en las quinielas a próximo sucesor del Papa Francisco tras el fallecimiento de este, “el Sodalicio puso la maquinaria a funcionar”, expresa Salinas. Reavivaron el bulo con la ayuda de medios ultracatólicos —alguno de ellos españoles, como Infovaticana, como señala aquí eldiario.es—, logrando que traspasase fronteras. “Imagínate, llegaba a Roma justo cuando llegaban cardenales de todas partes que apenas se conocían entre ellos. Querían sembrar la duda sobre Prevost para impedir su elección”, analiza el periodista.
¿Y por qué ese bulo tuvo tanto eco? Según Pedro Salinas, “detrás estaba el Sodalicio, pero la extrema derecha de otros lugares aprovechó el empuje para dinamitar las posibilidades de Prevost por considerarlo más ‘progresista’”.
A pesar de todo, la verdad se impuso y Robert Prevost pasó a ser León XIV. En esta ocasión, el trabajo de Salinas y Ugaz tuvo más eco que el bulo. Después de vivir las consecuencias de la fabricación de mentiras en primera persona, Salinas ha encontrado su verdadero credo: “No tengo fe en Dios, tengo fe en la verdad”, dice después de declararse agnóstico. “Tengo un amigo funcionario, que es muy católico, que me dice: ‘Pedro, no sé cómo todavía no ves en todo esto a la divina providencia’. Es verdad, Prevost se convirtió en Papa, que nos ayudó desde 2018, cuando era obispo, a destapar el Sodalicio. Así que si algo pone una lápida a futuros intentos del Sodalicio para refundarse es el propio Prevost convertido en Papa. Mi amigo me dice: ‘Cómo no puedes ver la mano de Dios en todo esto’. Y a veces quisiera verla”. Pero, de momento, Salinas se conforma no necesariamente con verlo todo, sino con ver un poco más allá de la mentira. Como en Proverbios 12:19, “los labios fieles a la verdad durarán para siempre, pero la lengua mentirosa apenas durará un instante”.