Proyecto Manhattan Beach: El plan de Peter Thiel para relanzar la energía atómica en EE.UU.

El polémico inversor de Silicon Valley recaudó US$50 millones para impulsar General Matter, una startup que busca convertirse en la primera empresa privada en enriquecer uranio

May 3, 2025 - 11:16
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Proyecto Manhattan Beach: El plan de Peter Thiel para relanzar la energía atómica en EE.UU.

Peter Thiel está obsesionado con los átomos. El visionario inversor de capital de riesgo ha dicho que el Proyecto Manhattan —que creó la primera bomba atómica— representa cómo el gobierno de Estados Unidos solía “hacer que las cosas sucedieran”. Desde hace tiempo sostiene que el exceso de foco en los “bits” (software) en detrimento de los “átomos” (hardware) ha contribuido al estancamiento económico del país. En 2015 escribió que era necesario “una nueva era atómica” para generar energía limpia y abundante. Diez años después, cuenta con aliados en los más altos niveles de la administración de Donald Trump que comparten su visión. Y esa visión comienza a materializarse.

A mediados de abril, Founders Fund, la firma de capital de riesgo más importante de Thiel, fue el principal inversor en una ronda de financiamiento que recaudó US$50 millones para General Matter, una startup que busca convertirse en la primera empresa privada en enriquecer uranio en Estados Unidos. En un movimiento poco común para Thiel, que suele operar desde las sombras, el multimillonario también se sumará al directorio de la compañía. Y esto podría ser solo el comienzo, considerando la magnitud de las ambiciones de General Matter. La empresa espera desarrollar desde cero una tecnología para producir uranio enriquecido hasta cuatro veces más que los niveles comerciales actuales, con el objetivo de abastecer una nueva generación de reactores nucleares avanzados. El costo final probablemente se mida en miles de millones.

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Esta joven empresa forma parte de un grupo de startups abiertamente nacionalistas, respaldadas por fondos de capital de riesgo afines a la agenda MAGA de Trump, como Founders Fund y Andreessen Horowitz, que representan un nuevo enfoque en Silicon Valley. Mientras Trump redobla su enfrentamiento con China y adopta políticas de autosuficiencia, estas firmas están aprovechando las oportunidades que surgen de ese nuevo contexto. General Matter afirma que reducirá la dependencia estadounidense del uranio ruso, garantizará la seguridad energética para competir en la carrera de la inteligencia artificial con China, y que utilizará exclusivamente tecnología y financiamiento estadounidenses. Tiene su base en Los Ángeles, a menos de 2 km del océano, y ya la apodan el “Proyecto Manhattan Beach”.

Aunque el nombre de General Matter no dice mucho (evoca a la ficticia Universal Exports de Ian Fleming) y sus oficinas de ladrillo rojo no tienen carteles, su linaje es interesante. Scott Nolan, su fundador, es socio de Founders Fund y exingeniero de SpaceX, la empresa aeroespacial de Elon Musk. Lee Robinson, otro miembro fundador, trabajó en inteligencia. Si Thiel y Musk tuvieran un hijo corporativo secreto, sería General Matter.

La empresa planea aprovechar un programa del Departamento de Energía (DOE) que data del primer mandato de Trump, destinado a crear uranio de bajo enriquecimiento de alta concentración (Haleu). Se trata de un combustible nuclear enriquecido entre un 5% y un 20% para reactores modulares pequeños (SMR), que algunos esperan que algún día impulsen la revolución de la inteligencia artificial. El uranio de bajo enriquecimiento (LEU), utilizado hoy en centrales nucleares, tiene menos del 5%. Actualmente, Rusia provee el 35% del combustible nuclear de EE.UU., incluyendo casi todo su uranio de alto concentración, bajo una exención de sanciones que expira en 2028. De ahí la urgencia por encontrar alternativas.

General Matter no revela qué tecnología de enriquecimiento está desarrollando ni en qué estado estará ubicada su planta. Nolan solo dice que, al igual que SpaceX, están “volviendo a los principios fundamentales” y que su equipo técnico incluye tanto jóvenes brillantes como veteranos de la industria nuclear ya jubilados.

Founders Fund y el gobierno estadounidense tratan a General Matter como a un príncipe heredero. Casi un año antes de su incorporación formal en 2024, ya había captado la atención del gobierno federal. A principios de 2023, el Departamento de Energía la incluyó en un consorcio de 70 empresas orientado al uranio de alta concentración. A fines del año pasado fue una de las cuatro compañías seleccionadas para competir por un contrato de US$2700 millones para proveer al gobierno, y una de seis que compiten por un contrato por hasta US$3400 millones. Ese acuerdo se otorgó durante los últimos días de la administración Biden. La empresa espera que con Trump, la innovación nuclear tenga aún más respaldo.

Los competidores, que durante un tiempo solo conocían a la empresa por su dirección en las oficinas de Founders Fund en San Francisco, quedaron perplejos al ver cómo una firma desconocida prometía innovaciones tan complejas y lograba que el gobierno la tomara en serio. “Seguro no van a estar haciendo girar centrifugadoras en la oficina de Thiel”, bromeó uno. Y sobre aplicar principios de ingeniería de SpaceX, agregó: “Una cosa es que explote un cohete. En la industria nuclear no se trabaja así”.Peter Thiel construyó una fortuna de US$16.500 millones yendo contra la corriente

Una apuesta seria

Muchos se han perdido oportunidades millonarias por no tomar en serio a Thiel y sus discípulos. Uno de los primeros inversores en Facebook y SpaceX, Thiel construyó una fortuna de US$16.500 millones yendo contra la corriente. En 2016 fue la primera figura relevante de Silicon Valley en apoyar a Trump. Aunque esta vez no hizo una declaración pública, financió la carrera política inicial de J.D. Vance, su excolega, que hoy es vicepresidente de EE.UU.

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Además, Thiel y Founders Fund tienen experiencia incubando empresas orientadas a trabajar en temas de seguridad nacional con tecnologías aún no probadas. Un ejemplo es Palantir, la firma de big data fundada en 2003 para combatir el terrorismo, hoy valorada en US$180.000 millones. Otro es Anduril, fabricante de armas autónomas que está revolucionando el complejo militar-industrial estadounidense y cuya última valuación ascendió a US$14.000 millones. (Exempleados de ambas empresas, así como de firmas de inversión de Thiel, hoy integran la administración Trump.)

Trae Stephens, socio de Founders Fund y uno de los fundadores de Anduril, define a General Matter como la tercera pieza de una trilogía: una empresa que desarrolla tecnología energética para que EE.UU. pueda competir en la carrera de IA con China. “Nos están dejando muy atrás en el desarrollo de capacidades nucleares”, afirma. Y agrega que Founders Fund también está explorando cómo repatriar otras cadenas sensibles de suministro, como la de las máquinas de litografía ultravioleta extrema necesarias para fabricar los semiconductores más avanzados.

Sin embargo, General Matter enfrenta obstáculos importantes. El primero es un problema de causa y efecto: sin una cadena de suministro de uranio, es difícil construir los reactores avanzados que lo requieren. Pero mientras no esté claro que esos reactores tienen futuro, fabricar el uranio enriquecido es una apuesta especulativa y costosa. El apoyo del Departamento de Energía busca resolver ese dilema. El 9 de abril anunció que entregará un primer lote de haleu a algunos reactores. Pero no puede garantizar la viabilidad a largo plazo de esos reactores ni de una cadena de suministro nacional de uranio.

El segundo obstáculo es la competencia. Las otras tres empresas seleccionadas por el DOE para competir por el suministro de uranio de alta concentración están bien consolidadas. Incluyen a filiales estadounidenses de dos proveedores europeos de combustible nuclear: Urenco, un consorcio de los gobiernos de Reino Unido, Países Bajos y Alemania; y Orano, una empresa mayoritariamente estatal de Francia. La tercera es Centrus Energy, una firma estadounidense que alguna vez fue parte del gobierno. En 2023, Centrus produjo 20 kg de haleu, el primer lote fabricado en EE.UU. en 70 años. General Matter espera que su tecnología logre fabricar el material en mayores cantidades y a menor costo. Sin embargo, como señalan sus rivales, aún no ha solicitado formalmente una licencia a la Comisión Reguladora Nuclear, un proceso que puede tardar años.

Margaret O’Mara, historiadora de Silicon Valley en la Universidad de Washington, destaca la paradoja de que libertarios como Thiel añoren una época dorada de intervención estatal durante la Guerra Fría. Lo llama “la era espacial, cortesía de Ayn Rand”. Y recuerda que Silicon Valley nació construyendo computadoras para ojivas nucleares. Luego, en los años 60, el movimiento antinuclear tomó las riendas y comenzó el alejamiento de la tecnología vinculada a la defensa nacional. Si Thiel se sale con la suya, el ciclo se cerrará. Con suerte, sin terminar en más bombas nucleares.