Paloma Jiménez, la alcaldesa de la solidaridad: abrió las puertas su pequeño pueblo para acoger a personas en el apagón
El gran apagón que dejaba este lunes sin luz a toda la España peninsular ha dejado historias personales de todo tipo. Pero las mejores son aquellas en las que se ha visto la solidaridad de los españoles. Susana Pons vive en Benetússer. Tanto ella como su marido y sus dos hijos vivieron la DANA en primera persona. Este fin de semana pasado, aprovechando que el lunes era festivo en Valencia habían viajado a Madrid para despejarse. El apagón les pilló volviendo a casa. Su coche es eléctrico, así que pararon en una estación de servicio de Saelices, un pequeño pueblo de La Mancha conquense de 464 habitantes, que está a 250 kilómetros de Benetússer. Susana cuenta que la gasolinera se iba llenando y las horas iban pasando mientras el apagón seguía. En un momento determinado, tanto ella como su marido fueron conscientes de que tendrían que pasar la noche allí si no volvía la luz. El problema era que la temperatura comenzaba a bajar y el coche estaba sin batería, como sus móviles, y el restaurante de la gasolinera cerró, dejándolos sin sitio para cobijarse. "Estábamos en mitad de la nada, sin noticias sobre cómo evolucionaba la situación fuera del área de servicio, nos dijeron que por seguridad no nos podían dejar abierto el establecimiento hasta que volviera la luz y cada vez veíamos más evidente que tendríamos que quedarnos en el coche con los niños, sin apenas ropa de abrigo", explica Susana. Junto a ellos, en esta particular odisea, había otras personas que también se habían quedado tiradas en medio de la A3. Como buenos españoles, se hicieron amigos unos de otros mientras veían pasar las horas. Estaban allí cuando la alcaldesa de este municipio, la socialista Paloma Jiménez, salió a correr y pasó por la gasolinera. Al verlos, la mujer no lo dudó y movilizó a las vecinas de su pueblo que, con sus coche particulares, trasladaron a unas 20 personas hasta el pueblo. Cobijo, cena, mantas y un generador La primer edil, junto a las vecinas, les abrió un centro cívico, les dio colchones, mantas, velas, juegos para los niños, una cena caliente y hasta un generador portátil para poder encender la calefacción pues en esa zona todavía hace mucho frío por las noches. La solidaridad hizo acto de presencia en el peor momento. Una solidaridad y una humanidad desinteresadas por parte de la persona que gestiona Saelices que Susana, su marido, sus hijos y el resto de personas que estaban allí no olvidará jamás. Cuando por fin volvió la luz, poco a poco fueron cargando los choches y los móviles. Todos ellos abandonaron el pueblo, pero todos ellos han dejado parte de su corazón tanto en Saelices como con su alcaldesa Paloma, la mujer que les hizo que lo que podría haber sido un día nefasto, acabase siendo una experiencia no solo bonita, sino enriquecedora para todos y cada uno de los rescatados. "Estamos infinitamente agradecidos a toda la gente que nos ayudó, en cuanto apareció...
El gran apagón que dejaba este lunes sin luz a toda la España peninsular ha dejado historias personales de todo tipo. Pero las mejores son aquellas en las que se ha visto la solidaridad de los españoles. Susana Pons vive en Benetússer. Tanto ella como su marido y sus dos hijos vivieron la DANA en primera persona. Este fin de semana pasado, aprovechando que el lunes era festivo en Valencia habían viajado a Madrid para despejarse. El apagón les pilló volviendo a casa. Su coche es eléctrico, así que pararon en una estación de servicio de Saelices, un pequeño pueblo de La Mancha conquense de 464 habitantes, que está a 250 kilómetros de Benetússer. Susana cuenta que la gasolinera se iba llenando y las horas iban pasando mientras el apagón seguía. En un momento determinado, tanto ella como su marido fueron conscientes de que tendrían que pasar la noche allí si no volvía la luz. El problema era que la temperatura comenzaba a bajar y el coche estaba sin batería, como sus móviles, y el restaurante de la gasolinera cerró, dejándolos sin sitio para cobijarse. "Estábamos en mitad de la nada, sin noticias sobre cómo evolucionaba la situación fuera del área de servicio, nos dijeron que por seguridad no nos podían dejar abierto el establecimiento hasta que volviera la luz y cada vez veíamos más evidente que tendríamos que quedarnos en el coche con los niños, sin apenas ropa de abrigo", explica Susana. Junto a ellos, en esta particular odisea, había otras personas que también se habían quedado tiradas en medio de la A3. Como buenos españoles, se hicieron amigos unos de otros mientras veían pasar las horas. Estaban allí cuando la alcaldesa de este municipio, la socialista Paloma Jiménez, salió a correr y pasó por la gasolinera. Al verlos, la mujer no lo dudó y movilizó a las vecinas de su pueblo que, con sus coche particulares, trasladaron a unas 20 personas hasta el pueblo. Cobijo, cena, mantas y un generador La primer edil, junto a las vecinas, les abrió un centro cívico, les dio colchones, mantas, velas, juegos para los niños, una cena caliente y hasta un generador portátil para poder encender la calefacción pues en esa zona todavía hace mucho frío por las noches. La solidaridad hizo acto de presencia en el peor momento. Una solidaridad y una humanidad desinteresadas por parte de la persona que gestiona Saelices que Susana, su marido, sus hijos y el resto de personas que estaban allí no olvidará jamás. Cuando por fin volvió la luz, poco a poco fueron cargando los choches y los móviles. Todos ellos abandonaron el pueblo, pero todos ellos han dejado parte de su corazón tanto en Saelices como con su alcaldesa Paloma, la mujer que les hizo que lo que podría haber sido un día nefasto, acabase siendo una experiencia no solo bonita, sino enriquecedora para todos y cada uno de los rescatados. "Estamos infinitamente agradecidos a toda la gente que nos ayudó, en cuanto apareció...
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