«Nos hemos instalado cómodamente en un modelo educativo que no funciona»
La de Inger Enkvist es una de las voces más independientes que se pueden escuchar en el ámbito de la educación. Esta catedrática de Español de la Universidad de Lund (Suecia) lleva muchos años investigando las causas del fracaso de los modelos educativos en Occidente frente al éxito de países como Singapur, China o Japón, que encabezan los primeros puestos de los informes PISA. Enkvist no tiene pelos en la lengua a la hora de afirmar que el modelo educativo que ha predominado en Europa en las últimas décadas es esencialmente un fracaso porque ha dejado de lado la transmisión […] La entrada «Nos hemos instalado cómodamente en un modelo educativo que no funciona» se publicó primero en Ethic.

La de Inger Enkvist es una de las voces más independientes que se pueden escuchar en el ámbito de la educación. Esta catedrática de Español de la Universidad de Lund (Suecia) lleva muchos años investigando las causas del fracaso de los modelos educativos en Occidente frente al éxito de países como Singapur, China o Japón, que encabezan los primeros puestos de los informes PISA. Enkvist no tiene pelos en la lengua a la hora de afirmar que el modelo educativo que ha predominado en Europa en las últimas décadas es esencialmente un fracaso porque ha dejado de lado la transmisión de conocimiento en aras de otras prioridades, como la socialización o la igualdad entre los alumnos. Esta es la tesis que desarrolla ampliamente en su libro ‘La buena y la mala educación’ (Ediciones Encuentro, 2025).
Durante tu última estancia en España has podido presenciar los comentarios negativos del Gobierno contra la universidad privada. ¿Qué te parece que un presidente y una vicepresidenta se hayan expresado en términos tan duros? ¿Crees que la rivalidad entre enseñanza pública y privada es real o es un falso debate?
Se trata de un enfrentamiento político. Es decir, es una fuerza política que ha elegido el campo de la educación como terreno para avanzar en su propia agenda, y eso no tiene nada que ver con el verdadero propósito de la educación. Los políticos que entran en la educación como un elefante en la cacharrería nos distraen de lo que deberíamos hacer, sobre todo cuando comparan educación pública y educación privada. Si utilizamos esas palabras, estamos hablando de economía, no de educación. Educación es el contenido, qué es lo que se aprende y si se aprende mejor en un centro o en otro. Sin embargo, el debate al que estamos asistiendo no va de eso, sino de atacar a un adversario y distraer la atención de lo que es verdaderamente importante. Si el gobierno deseara verdaderamente el bien de la educación pública, empezaría por dar toda su atención para mejorar el contenido y el ambiente. Esa es la manera honesta de luchar por la educación pública.
«La LOGSE y sus retoques no dan prioridad a la transmisión del conocimiento, sino a la integración social»
En España hemos tenido nada menos que nueve leyes de educación desde 1970 hasta hoy. ¿Cree que también en estas leyes han primado los criterios políticos a los educativos?
Definitivamente es así. La ley más importante ha sido la LOGSE, de 1990. Las leyes posteriores solo han sido retoques de la LOGSE en una dirección o en otra. No se ha reescrito desde cero. Lo fundamental de esta norma es que no se da prioridad a la transmisión de conocimiento, sino a la integración social del alumno en el centro educativo, en el grupo… Impera la socialización sobre el conocimiento. Se trata de hacer que los alumnos alcancen el máximo nivel de igualdad posible, no de que aprendan lo más posible. Esto ha traído consigo que se imponga una mentalidad de relativismo y de sospecha hacia el conocimiento.
¿Qué te parece la medida de la Comunidad de Madrid de prohibir el uso de móviles y tablets de forma individual en Infantil y Primaria?
No se debería haber permitido nunca el uso de estos dispositivos a estas edades, porque no aportan una mejora en el aprendizaje en general sino tan solo que los alumnos tengan más destreza en el uso de esas máquinas. No aprenden más la Lengua, la Historia, la Geografía u otras materias. Al contrario, son una distracción. Por eso, creo que es una medida apropiada, pero a la vez es difícil no ver en ella algo de cálculo político, porque es algo relativamente fácil de hacer, práctico y no cuesta dinero. Se trata de una medida aislada. Es muy tentador para un político tomar una de estas medidas con las que dan la impresión de ejercer un liderazgo enérgico. Hacer una verdadera reforma de la enseñanza obligatoria sería mucho más importante, pero también mucho más complicado y polémico.
«Prohibir el uso de móviles y tablets es una medida apropiada, pero tiene algo de cálculo político»
El uso desaforado de pantallas y estímulos desde edades muy tempranas ha hecho que la capacidad de atención de los alumnos esté seriamente dañada. ¿Todavía podemos hacer algo o este daño ya es irreversible?
Claro que es reversible si queremos revertirlo. La cuestión es si como sociedad tenemos la voluntad de frenar esta deriva. Y esto tiene que ver con la concepción que tenemos de la persona. Por ejemplo, si creemos que este mundo tecnológico es algo que viene impuesto y no se puede hacer nada. Esto no es verdad, porque podemos intentar alejar a los hijos de estas distracciones proponiéndoles alternativas y hablando con ellos para hacerles ver que están perdiendo su tiempo.
En España, por adaptación a los horarios de los padres, se han impuesto jornadas escolares de ocho e incluso más horas. Si a estas horas hay que sumar las que necesitan hacer en casa para sus tareas realmente los alumnos se ven abocados a jornadas interminables. ¿Cree que esto debería cambiar?
Existe un enigma en la educación en España. La mayoría de los niños entran en el colegio a las ocho o las nueve de la mañana y salen a las cinco. Son jornadas muy largas pero los resultados no son especialmente buenos si los comparamos con los de otros países. Con todas esas horas, deberían tener unos resultados estupendos. Mi conclusión es que son clases muy poco rentables intelectualmente. Si yo fuera ministra de Educación, estudiaría la manera de hacer que las clases fueran más eficientes para reducir las horas de trabajo en casa y la jornada escolar.
«Con todas las horas que los niños pasan en el colegio, deberían tener unos resultados estupendos, pero son clases poco rentables intelectualmente»
¿Cuál debe ser el papel de los padres en la educación de los hijos?
Lo mejor que pueden hacer los padres con los hijos es estar presentes. Cuando un niño pequeño se siente seguro, puede alejarse un poco y explorar porque sabe que, cuando vuelva, va a estar la madre o el padre esperando. Para un adolescente es igual: se puede adentrar en otros ambientes, encontrar otras personas, leer cosas nuevas porque sabe que tiene un ancla al que puede volver para reequilibrar sus ideas. Esta es una de las funciones más importantes de la educación en la casa. Lo que da la casa es esa seguridad en el desarrollo. Los padres pueden ser modelos de personas que leen, investigan, se preguntan… Esto ayuda a los hijos a preguntarse: «¿Cómo haría mi padre o mi madre ante esta situación?». Sin embargo, hay muchos niños y adolescentes que no saben si van a encontrar a su madre o a su padre cuando vuelvan a casa, que no pueden confiar en los adultos, y esa es una situación horrible.
«Lo mejor que pueden hacer los padres con los hijos es estar presentes»
En el libro se muestra muy crítica con la pedagogía moderna. Me viene a la mente la frase del escritor francés Daniel Pennac: «¡Qué pedagogos éramos cuando no estábamos preocupados por la pedagogía!». ¿Piensa usted lo mismo?
Lo que preocupaba a los profesores antes del auge de la pedagogía eran los contenidos. Era importante y urgente que los alumnos aprendieran determinadas cosas y los planes de estudio se diseñaban con los maestros en la enseñanza obligatoria y con los profesores de las distintas asignaturas en el Bachillerato. Se consideraba prioritaria la enseñanza de conocimientos útiles, se hacían exámenes y se ponían notas. Todo esto se consideraba provechoso para la sociedad. La pedagogía se presentó como una intrusa en ese sistema. Nadie necesitaba la pedagogía. Pero los pedagogos se presentaron como un grupo semipolítico que venía a salvar a la escuela. Decidieron que todo el mundo debía ser educado del mismo modo: una única talla para todos. Desde infantil hasta el final de la ESO todos debían estudiar en el mismo tipo de centro, con el mismo ritmo y los mismos profesores.
¿Y cuál ha sido el resultado?
Cuando se introdujo este modelo, pronto se pudo comprobar que no era conveniente para todos los alumnos. Entonces, aparecieron las interrupciones constantes en la clase, el absentismo, faltas de disciplina… Los pedagogos entonces dijeron que cambiando los métodos de enseñanza se podrían solucionar todos estos problemas. Esos nuevos métodos no eran más eficaces en la transmisión de conocimientos, ya que su objetivo era reducir las diferencias y los problemas sociales en las aulas. Eran métodos destinados a resolver los problemas que habían creado los propios políticos. Ahora los problemas sociales se han multiplicado: hay más divorcios, población inmigrante… y el modelo se revela cada vez más inadecuado para todo el conjunto de los alumnos. El traje de talla única ya no da más de sí.
«El traje [educativo] de talla única ya no da más de sí»
Y si algo lleva tanto tiempo sin funcionar, ¿no ha llegado ya la hora de plantear una alternativa?
Los pedagogos se han convertido en un grupo con intereses creados. Si alguien plantea un cambio, ellos se van a oponer y va a haber mucho ruido y protestas. Hace falta mucho valor para enfrentarse a ellos. La periodista de investigación Sophie Coignard cree que la enseñanza es actualmente un sistema corrupto porque no está sirviendo al propósito para el que está concebido, sino para otros objetivos más relacionados con intereses políticos. A pesar de saber que esto no va bien, estamos cómodamente instalados y no queremos líos, por eso dejamos que continúe un modelo al que deberíamos haber puesto fin hace tiempo.
Si vamos a los resultados, los países de Asia del este copan los primeros puestos de los rankings educativos, seguidos de otros como Estonia, Canadá o Finlandia ¿Por qué?
Porque ponen más énfasis en el contenido. Así de fácil. Hacen lo que todos hacíamos antes. Las diferencias de los modelos asiáticos respecto a los occidentales son tres: poner el foco en el conocimiento, exigir esfuerzo a los alumnos y tener el apoyo de las familias. Todos trabajan en la misma dirección. Tienen escuela obligatoria pero también hay itinerarios alternativos, sobre todo después de Primaria. Así que la talla para todos funciona mejor. No hay ningún secreto: esto no es magia, sino sentido común. En Estonia y Finlandia es un enfoque similar, aunque la presión sobre los alumnos es menor que en Asia porque no tienen el problema de la superpoblación que hace que haya muchos alumnos para pocas plazas.
Parece que en las generaciones más jóvenes se ha generalizado una ignorancia, cuando no un desprecio, de todo lo que las generaciones anteriores han logrado en el pasado. ¿Por qué se ha producido este fenómeno?
Se ha producido porque se ha impuesto una visión política que considera el pasado como un estorbo, un lastre. Según esta concepción, es absurdo dedicar tiempo y energía a conocer el pasado porque ya ha sido superado. Se hace una guerra al pasado. Esto se refleja en los planes de estudios, donde la asignatura de Historia pierde importancia (y horas de clase) en favor de la de Ciencias Sociales. Esta segunda asignatura se convierte en un canal de difusión de la ideología del gobierno que está en el poder: multiculturalismo, perspectiva de género… todas estas cuestiones se presentan como verdades científicas. Esto tiene una intención clara: no hay que olvidar que los alumnos, en solo unos pocos años, serán votantes.
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