Nombraron al sucesor de Buffett: cómo será Berkshire tras la salida del genio inversor
Greg Abel obtuvo un respaldo unánime de la junta para asumir la dirección. Hereda una reserva de efectivo récord, pero se verá sometido a un escrutinio mayor que el 'Oráculo de Omaha'

El consejo de administración de Berkshire Hathaway votó por unanimidad nombrar a Greg Abel como director ejecutivo, mientras que Warren Buffett seguirá siendo presidente del grupo que construyó desde casi cero hasta convertirlo en un conglomerado de 1,2 billones de dólares.
Berkshire, con sede en Omaha, dijo que su junta directiva había votado el domingo, horas después de que Buffett, de 94 años, dijera a los accionistas en la 60ª reunión anual del grupo que entregaría las riendas a Abel.
Abel, a quien Buffett comenzó a considerar como su sucesor en 2021, asumirá el cargo de director ejecutivo el 1 de enero, dijo Berkshire en un comunicado.
Buffett declaró el sábado que "seguiría en activo y podría ser útil en algunos casos", pero no había aclarado si seguiría como presidente.
Berkshire, que comenzó como una empresa textil de tamaño mediano que Buffett asumió en 1965, ahora obtiene gran parte de sus ingresos de su vasto negocio de seguros, que incluye empresas como Geico, así como una multitud de otras empresas en sectores que van desde la fabricación aeroespacial y los ferrocarriles hasta las chocolaterías.
Abel se incorporó a Berkshire como parte de la adquisición de una empresa mediana de servicios públicos. Desempeñó un papel decisivo en una serie de adquisiciones que convirtieron al grupo en un gigante y actualmente es vicepresidente de sus operaciones no relacionadas con seguros.
Su trabajo como director ejecutivo será conducir a Berkshire hacia una nueva era sin el genio inversor de Buffett ni el de su difunto socio Charlie Munger a su lado.
Abel ha aportado un enfoque más práctico a su función que Buffett, quien era conocido por dar a sus filiales una amplia competencia para llevar a cabo sus operaciones.
Pero la experiencia de gestión de Abel, incluido su trabajo durante décadas en el negocio de la energía, se considera un atributo clave en un momento en que Berkshire busca aumentar sus ganancias operativas a partir de una panoplia de divisiones dispares.
Cathy Seifert, analista de CFRA, afirmó que Abel aportaba sólidas habilidades operativas. Añadió que había indicado a los accionistas que la filosofía de inversión de la compañía no cambiaría bajo su liderazgo y que se centraría en mantener el sólido balance de Berkshire.
Buffett dijo el año pasado que creía que Abel también debería encargarse de supervisar la cartera de inversiones de Berkshire, que incluye sus participaciones en American Express, Coca-Cola y Apple.
Los inversores aún no han tenido muchas pruebas con las que evaluar el talento de Abel como inversor, y no está claro si confiará en otros dos profesionales de la inversión que actualmente trabajan en Berkshire.
No se espera que Abel dirija la junta directiva cuando Buffett finalmente deje el cargo. Buffett ha nombrado a su hijo Howard como su sucesor en la presidencia. Su hija Susie también es consejera.
Las acciones de Berkshire, que alcanzaron un récord el viernes, cayeron un 3 por ciento en las operaciones previas a la apertura del mercado hoy.
Cómo sustituir a una leyenda
Cuando 40.000 accionistas de Berkshire Hathaway se pusieron en pie el sábado en Omaha para ovacionar a Warren Buffett, Greg Abel fue uno de los que aplaudieron la carrera del mayor inversor del mundo.
Cuando se reúnan para la asamblea anual del año que viene, sus ojos estarán fijos en Abel, el sucesor de Buffett en la potencia financiera que ha edificado durante seis décadas.
Abel, de 62 años, que ascendió a través del negocio de servicios públicos de Berkshire, se verá sometido a un escrutinio que Buffett ha evitado en gran medida en los últimos años, ya que los inversores confían en unos rendimientos que han batido al índice de referencia S&P 500 en más de un 5,4% en los últimos 60 años.
La tarea de Abel se divide en dos objetivos: mantener la cultura que Buffett y su difunto vicepresidente Charlie Munger inculcaron en Berkshire, y poner a trabajar el capital récord del grupo.
Los inversores tardarán años en conocer el rendimiento de Abel como distribuidor de capital, si tendrá el mismo talento para identificar dónde mover los miles de millones de dólares que llegan a Omaha cada mes, y si puede acercarse a igualar los rendimientos de Buffett.
"Creo que el listón para sustituir a Warren Buffett es imposible", afirma Christopher Bloomstran, presidente del grupo de inversión y accionista de Berkshire Semper Augustus. "Greg estará bajo la lupa, no tanto de los accionistas como de la opinión pública".
Algunos de los financieros más poderosos de EEUU elogiaron a Buffett tras su anuncio el sábado, una señal de su prestigio en Wall Street.
Jamie Dimon, consejero delegado de JPMorgan Chase, declaró a Financial Times que Buffett "representa todo lo bueno del capitalismo estadounidense y del propio EEUU", mientras que su homólogo en Goldman Sachs, David Solomon, afirmó que el inversor había "influido en una generación de líderes que se han beneficiado de su inusual sentido común y su enfoque a largo plazo".
Sin embargo, tales aclamaciones son una señal del reto al que se enfrenta Abel.
Berkshire lleva años luchando por identificar objetivos de adquisición adecuados. Buffett ha declarado que él y su equipo ya han seleccionado todo lo que merecía la pena comprar, pero que las valoraciones son demasiado altas.
Esto ha desconcertado en ocasiones a los accionistas, que han visto cómo Berkshire perdía oportunidades de adquisición frente a otros licitadores o se mantenía al margen. Sin embargo, Buffett podría verse justificado en última instancia si la oleada de adquisiciones apalancadas que tuvo lugar tras la pandemia, donde las firmas de capital riesgo pagaron precios disparados, plantea problemas bajo el peso de la deuda y la ralentización de la economía.
También existe el riesgo de que partes de la propia Berkshire sean objeto de adquisiciones. Pero las acciones de clase A con alto poder de voto de Buffett, así como el gran tamaño de Berkshire, han mantenido alejados durante mucho tiempo a los activistas y al sector del capital riesgo, que podría intentar hacerse con cualquiera de los cientos de filiales de la empresa. Y el hecho de que el fideicomiso que supervisará las acciones de Buffett tras su muerte las donará poco a poco a organizaciones benéficas implica que es poco probable que Abel afronte amenazas de inversores externos en un futuro próximo.
Cuando tome las riendas, Abel dispondrá de un enorme poder de fuego: Berkshire cuenta con casi 350.000 millones de dólares (310.000 millones de euros) en efectivo tras vender acciones por valor de unos 175.000 millones de dólares en los últimos 10 trimestres.
El sábado, Buffett recordó a los inversores que Berkshire ha disfrutado de muchas oportunidades durante periodos de ventas masivas. Con la agitación que vive la economía estadounidense, pronto podrían presentarse para Abel.
La cuestión es si será más agresivo en la búsqueda de objetivos o si estará más conectado a la máquina de hacer negocios de Wall Street, que Buffett ha evitado en gran medida.
La reputación de Buffett se consolidó gracias a grandes decisiones como la de no participar en el boom de las tecnológicas a finales de los 90, evitando así la carnicería que supuso el estallido de la burbuja, y disponer de efectivo listo para darle uso durante la crisis financiera mundial, cuando ayudó a proteger a bancos como Goldman Sachs invirtiendo. Más recientemente, redujo drásticamente las acciones de la empresa, en parte por motivos de valoración. Eso planteó dudas a los accionistas hasta hace poco, cuando la corrección del mercado y la inestabilidad económica hicieron que la decisión pareciera premonitoria.
Con el tiempo, aseguró Buffett en la junta del sábado, "nos bombardearán con ofertas para las que nos alegraremos de contar con el efectivo". Y añadió: "Sería mucho más divertido si ocurriera mañana, pero es muy, muy improbable que ocurra mañana".
Queda por ver si Abel gozará de la misma buena voluntad que su encumbrado predecesor y si será capaz de controlar todas las actividades de Berkshire. Aunque ha sido clave en una serie de grandes adquisiciones, incluidas varias empresas energéticas, no ha supervisado la cartera de acciones de 264.000 millones de dólares de la empresa, una de las joyas de la corona de Berkshire.
"No se le conoce como inversor", explica Bill Stone, director de inversiones de Glenview Trust, veterano accionista de Berkshire, que añade que su confianza en Berkshire se basaba en su fe en Buffett como administrador fiable del dinero de los inversores.
Larry Cunningham, director del Weinberg Center for Corporate Governance de la Universidad de Delaware y autor de Berkshire Beyond Buffett (Berkshire más allá de Buffett), afirma que el compromiso de Abel con la filosofía de inversión de Berkshire no significa que no se produzcan cambios bajo su dirección.
"Abel es un hombre de operaciones, mientras que Buffett ha adoptado un famoso enfoque de laissez-faire, confiando en los gestores", señala.
Según Cunningham, un consejero delegado con más experiencia operativa podría ayudar a las filiales de Berkshire a compartir ideas y conocimientos, pero conllevaría un riesgo: ¿tendrían los vendedores de empresas el mismo interés en ser adquiridos por Berkshire?
"Abel dejó claro que está comprometido con el principio de autonomía: no se entrometerá", indica Cunningham. "Pero la delegación de Buffett hizo que los directivos quisieran reivindicar su confianza. Abel tendrá que desarrollar ese superpoder".
Pocos esperan que Abel ocupe el lugar de Buffett en el firmamento de la inversión, o que desarrolle el caché cultural que atrajo a millones de personas hacia Buffett y su filosofía.
Howard Marks, cofundador de Oaktree Capital, cree que es imposible que nadie esté a la altura de Buffett, a quien describe como "el inversor más influyente de todos los tiempos, el Isaac Newton de la inversión".
"Dice que cuando empezó a principios de la década de 1950, podía comprar dólares a 50 centavos, y hace que parezca fácil", señala Marks. "Pero la cuestión es que, aunque las oportunidades estaban ahí, nadie más lo hizo. No hubo muchos Warren Buffett".