Ni nazarenos ni costaleros: la figura única de la Semana Santa que puedes ver en este pueblo de Granada
Se da por hecho que las procesiones arrancaron en España en el siglo XV . Por entonces las imágenes de cristos y vírgenes empezaron a salir de las iglesias y el pueblo las tenía más a su alcance. Era una época en la que la falta de higiene era patente y por eso se perfumaban las calles con incienso, una especie de resina que, al arder, desprenden un aroma agradable. El incienso sigue formando parte de la Semana Santa, aunque ya más por liturgia que por otra cosa. Una de las particularidades de la Semana Santa es, precisamente, ser fiel a su liturgia, a las tradiciones ancestrales que se conservan desde hace siglos. Cuatrocientos años, según algunos estudiosos, tienen los incensarios de Loja. Otros aseguran que 'sólo' tres siglos. En cualquier caso, está claro que es una costumbre bien antigua y muy ligada al municipio lojeño, que por otra parte presume de tener la Semana Santa decana de la provincia de Granada. Los incensarios no están en riesgo de desaparición sino más bien todo lo contrario: en las cuatro últimas décadas han aumentado. Y pagan para salir en las procesiones. Como su nombre sugiere, el incensario es el que esparce incienso. Puestos a resumir mucho la cosa, podría decirse que son personas que acompañan a los pasos con un botafumeiro con el que perfuman las calles, pero eso sería incompleto y por supuesto irrespetuoso, porque una tradición así no merece que se despache de forma tan simple. Los incensarios salen en corrías, o grupos de ocho, para acompañar procesiones del Jueves Santo y el Viernes Santo. Durante el mes previo a la semana de pasión ensayan tanto sus cantos como sus movimientos, nada queda al azar. A lo que cantan las llaman sátiras y son letanías parecidas a las saetas que se componen de cuatro versos, en el que el último se repite, formando así una quintilla. Recrean en ella pasajes de la pasión de Cristo. Y no esparcen el incienso de cualquier forma, sino ajustándose a una especie de coreografía, un ritmo que marca el maestro de la corría y que llama la atención porque son movimientos (ese es el nombre oficial) que recuerdan una danza algo extravagante en la que simbolizan figuras como una cruz o una media luna Como llamativa es también su vestimenta, que por supuesto se ajusta también a una liturgia muy estudiada. El color varía, pero todos llevan una especie de capirote o morrión, que técnicamente se define como «un tocado a modo de picurucho revestido de seda o raso y profusamente adornado de abalorios, sobre todo azabache». Los incensarios van con la cara descubierta y ese morrión va fijado a sus barbillas por cintas. Se cubren con una túnica recogida y un pantalón que les llega hasta debajo de las rodillas. Se ciñen la cintura con una faja de raso o seda con flecos. El Jueves Santo, los llamados incensarios blancos, por el color de su vestimenta, acompañan a las seis hermandades que procesionan, entre ellas la de Nuestra Señora de los Dolores,la más antigua de Loja y, precisamente por eso, la que con toda probabilidad dio origen a esta figura casi única en España. El Viernes salen otras dos corrías: es muy conocida la de la Virgen de las Angustias, también llamada procesión de La Pescá. Más solemne es la del Sepulcro , o la de los Enterraores, en la que los incensarios van de negro, como corresponde a la ocasión.
Se da por hecho que las procesiones arrancaron en España en el siglo XV . Por entonces las imágenes de cristos y vírgenes empezaron a salir de las iglesias y el pueblo las tenía más a su alcance. Era una época en la que la falta de higiene era patente y por eso se perfumaban las calles con incienso, una especie de resina que, al arder, desprenden un aroma agradable. El incienso sigue formando parte de la Semana Santa, aunque ya más por liturgia que por otra cosa. Una de las particularidades de la Semana Santa es, precisamente, ser fiel a su liturgia, a las tradiciones ancestrales que se conservan desde hace siglos. Cuatrocientos años, según algunos estudiosos, tienen los incensarios de Loja. Otros aseguran que 'sólo' tres siglos. En cualquier caso, está claro que es una costumbre bien antigua y muy ligada al municipio lojeño, que por otra parte presume de tener la Semana Santa decana de la provincia de Granada. Los incensarios no están en riesgo de desaparición sino más bien todo lo contrario: en las cuatro últimas décadas han aumentado. Y pagan para salir en las procesiones. Como su nombre sugiere, el incensario es el que esparce incienso. Puestos a resumir mucho la cosa, podría decirse que son personas que acompañan a los pasos con un botafumeiro con el que perfuman las calles, pero eso sería incompleto y por supuesto irrespetuoso, porque una tradición así no merece que se despache de forma tan simple. Los incensarios salen en corrías, o grupos de ocho, para acompañar procesiones del Jueves Santo y el Viernes Santo. Durante el mes previo a la semana de pasión ensayan tanto sus cantos como sus movimientos, nada queda al azar. A lo que cantan las llaman sátiras y son letanías parecidas a las saetas que se componen de cuatro versos, en el que el último se repite, formando así una quintilla. Recrean en ella pasajes de la pasión de Cristo. Y no esparcen el incienso de cualquier forma, sino ajustándose a una especie de coreografía, un ritmo que marca el maestro de la corría y que llama la atención porque son movimientos (ese es el nombre oficial) que recuerdan una danza algo extravagante en la que simbolizan figuras como una cruz o una media luna Como llamativa es también su vestimenta, que por supuesto se ajusta también a una liturgia muy estudiada. El color varía, pero todos llevan una especie de capirote o morrión, que técnicamente se define como «un tocado a modo de picurucho revestido de seda o raso y profusamente adornado de abalorios, sobre todo azabache». Los incensarios van con la cara descubierta y ese morrión va fijado a sus barbillas por cintas. Se cubren con una túnica recogida y un pantalón que les llega hasta debajo de las rodillas. Se ciñen la cintura con una faja de raso o seda con flecos. El Jueves Santo, los llamados incensarios blancos, por el color de su vestimenta, acompañan a las seis hermandades que procesionan, entre ellas la de Nuestra Señora de los Dolores,la más antigua de Loja y, precisamente por eso, la que con toda probabilidad dio origen a esta figura casi única en España. El Viernes salen otras dos corrías: es muy conocida la de la Virgen de las Angustias, también llamada procesión de La Pescá. Más solemne es la del Sepulcro , o la de los Enterraores, en la que los incensarios van de negro, como corresponde a la ocasión.
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