¿Quién será el sucesor del papa Francisco? ‘Cónclave’ nos dio una pista para identificarlo y seguro ni te diste cuenta
En Cónclave, todos los cardenales visten igual. Pero si miras con atención, hay un detalle que lo cambia todo: las cruces pectorales que llevan al pecho. No son solo decoración. Su color, su forma, su material… todo está pensado para decirte quiénes son y qué representan dentro del Vaticano. Es una clave visual tan sencilla […]

En Cónclave, todos los cardenales visten igual. Pero si miras con atención, hay un detalle que lo cambia todo: las cruces pectorales que llevan al pecho. No son solo decoración. Su color, su forma, su material… todo está pensado para decirte quiénes son y qué representan dentro del Vaticano. Es una clave visual tan sencilla como poderosa: cruces de plata para los liberales, doradas para los conservadores. Pero el simbolismo va mucho más allá del color. Cada cruz cuenta una historia.
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Las cruces en Cónclave no son accesorio: son declaración política
Lisy Christl, la diseñadora de vestuario de la película, dejó claro que las cruces son el primer código para leer a los personajes. Los más progresistas —como los interpretados por Ralph Fiennes y Stanley Tucci— usan cruces de plata, discretas y sobrias, que reflejan su visión reformista y su crítica a una Iglesia demasiado atada al poder terrenal.
En cambio, los personajes más conservadores —como los de John Lithgow y Sergio Castellitto— portan cruces doradas, grandes, pesadas, llenas de ornamentos. Representan no solo el peso de la tradición, sino también la lucha por mantenerla a toda costa, incluso si eso significa cerrar la puerta a los cambios que la Iglesia necesita.
Y así, sin necesidad de diálogos forzados, la película nos dice quién es quién en esta batalla ideológica por el futuro del papado.
Cada cruz es una pista, un símbolo… y una advertencia
El cardenal Lawrence, por ejemplo, lleva una cruz de plata antigua, con un diseño que recuerda a las primeras cruces paleocristianas. Es modesta, casi austera. Y eso es justo lo que representa: un deseo de volver a las raíces de la fe, lejos del lujo y los escándalos del Vaticano moderno. Un gesto silencioso de resistencia, pero también de esperanza.
Del otro lado está el cardenal Tremblay, cuya cruz dorada es tan recargada que parece más una joya que un símbolo de fe. Tiene cuatro trineos dorados, un guiño tan extraño como contradictorio. Representa el perdón, sí, pero también la avaricia, el poder y el espectáculo. Una contradicción perfecta para un personaje que encarna las tensiones internas de la Iglesia.
Luego tenemos a la hermana Agnes, que no participa del cónclave pero observa todo desde las sombras. Su cruz lleva un detalle íntimo: las letras S y M entrelazadas en la parte trasera, un guiño a Santa Marta, la residencia papal donde viven las monjas vaticanas. Un símbolo de lealtad, pero también de vigilancia silenciosa.
Y finalmente está el cardenal Benítez, cuyo símbolo es el más poderoso de todos: una cruz de madera, atada con cuerdas. Parece frágil, pero es el que más peso tiene en la historia. Representa humildad, fe y entrega… pero adquiere un nuevo sentido cuando se revela que Benítez es una persona intersexual. Su cruz no es solo resistencia: es un acto de valentía frente a un sistema que históricamente ha excluido todo lo que no encaja.
¿Y si las cruces de Cónclave también hablaran del futuro real del papado?
En un momento como el actual —con la salud del papa Francisco debilitándose y la lucha por su sucesión intensificándose— estas cruces ficticias parecen reflejar con claridad lo que está pasando en la vida real. Porque sí, los posibles papables también llevan sus propias “cruces”: discursos, escándalos, alianzas políticas, posturas ideológicas. Y aunque no siempre sean visibles, ahí están.
Cónclave nos recuerda que el poder dentro de la Iglesia no se ejerce solo con discursos teológicos ni con rituales solemnes, sino también a través de símbolos, silencios y detalles cuidadosamente calculados. En un lugar donde todos se visten igual, cualquier diferencia —por mínima que parezca— importa. Porque en el Vaticano, como en el cine, nada es casualidad.
El diseño de vestuario como herramienta narrativa
El trabajo de Lisy Christl no solo aporta fidelidad histórica. También construye el alma de los personajes. Cada cruz fue elaborada en colaboración con un taller familiar en Florencia, un detalle que suma autenticidad y cuidado artesanal. Aunque muchos cardenales liberales reales usan cruces de madera, Christl decidió no usarlas en pantalla porque podrían parecer “infantiles”. Y tiene sentido: en el cine, la simbología también tiene que ser legible para el espectador.
Pero lo interesante es cómo una simple elección de vestuario se convierte en una herramienta de lectura ideológica. Con solo ver qué cruz lleva un cardenal, podemos entender de qué lado está… y hasta anticipar sus decisiones.
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