Madres: Reflexiones a futuro
Forbes México. Madres: Reflexiones a futuro Según el Banco Mundial, más de 2,000 millones de mujeres en edad reproductiva viven hoy en el mundo. Madres: Reflexiones a futuro Luis Carlos Chacón J.

Forbes México.
Madres: Reflexiones a futuro

Madre no hay sino una, y todos tenemos madre: cuidadora e impulsora de la familia, columna vertebral del consumo, y variable estructural para la sostenibilidad económica. En tiempos de automatización acelerada, transiciones demográficas, turbulencia global, y normalización del cambio climático, hablar de madres no refiere a lo emotivo (siendo a la vez su esencia misma), sino de uno de los conceptos centrales para entender los equilibrios de la economía global.
Según el Banco Mundial, más de 2,000 millones de mujeres en edad reproductiva viven hoy en el mundo. Sin embargo, la tasa global de fertilidad ha caído a 2.2 hijos por mujer en 2024, por debajo del nivel de reemplazo poblacional. En economías como Corea del Sur, la cifra es de apenas 0.78; en Italia, 1.2; y en España, 1.16. Incluso China, que hace dos décadas limitaba nacimientos, hoy enfrenta tasas inferiores al 1.5. Mientras tanto, en países como Estados Unidos, la fecundidad también sigue en descenso, afectando proyecciones fiscales y de crecimiento.
Para el 44% de los adultos en Estados Unidos menores de 50 años que no tienen hijos no planea tenerlos nunca (Pew Research), y la razón más citada es el costo de vida. En Reino Unido, estudios de la Universidad de Bath muestran que el 41% de las mujeres entre 25 y 34 años no planea tener hijos por motivos económicos. En Japón, un informe del gobierno reveló que uno de cada tres adultos jóvenes evita la paternidad o maternidad por inseguridad laboral.
El tema no es solo poblacional, es profundamente económico. Las madres, además de sostener hogares, lideran buena parte de las decisiones de consumo. El Foro Económico Mundial estima que el 75% de las decisiones de compra en los hogares están influenciadas directamente por las madres. Esto incluye sectores estratégicos como alimentos, salud, educación, tecnología y vivienda.
En Estados Unidos, las madres solteras representan cerca del 23% de todos los hogares con hijos menores de 18 años, según el U.S. Census Bureau. En Francia, las familias monoparentales superan el 25% y en Canadá, uno de cada cinco niños vive con una madre sola. La feminización de la jefatura de hogar también reconfigura la demanda social, laboral y de consumo.
No obstante, la estructura laboral y política de la mayoría de los países aún no está pensada para quienes maternan. En la OCDE, la participación laboral de las mujeres es del 66.6%, pero esa cifra cae abruptamente en el momento de la maternidad. En Francia, el 84% de las madres con hijos menores de 3 años trabaja; en Japón, solo el 54%. El “coste de ser madre” sigue implicando una caída del ingreso de hasta el 28% a largo plazo, según el Círculo de Economistas de España.
La economista Claudia Goldin, Premio Nobel 2023, lo resume con claridad: “No es la maternidad lo que castiga, es la rigidez de las estructuras laborales lo que penaliza”. Goldin propone reconfigurar el ecosistema de trabajo, apostando por licencias parentales equitativas, flexibilidad horaria y sistemas de cuidado subsidiado.
Algunas naciones comienzan a reaccionar. Rusia ofrece hasta 7,000 dólares por nacimiento como incentivo a la maternidad. En Hungría, las mujeres con cuatro hijos no pagan impuestos de por vida. En Francia, existe un sistema de subsidios escalonados que ha evitado un colapso demográfico. Y España discute una renta mensual por hijo para mitigar la pobreza infantil y estimular la natalidad.
Pero el problema no se resuelve solo con dinero. En Reino Unido, el 43% de las madres afirma que el alto costo del cuidado infantil es la principal razón para no tener más hijos. En Alemania, pese a sus incentivos, el crecimiento de nacimientos ha sido marginal. En países como Estados Unidos, la ausencia de una licencia de maternidad federal remunerada mantiene al país por debajo de los estándares internacionales. Solo el 23% de las trabajadoras estadounidenses accede a licencia pagada según Forbes.
Frente a este escenario, también emerge una pregunta estructural: ¿qué pasa si cada vez menos personas quieren ser madres? Y, sobre todo, ¿qué deben hacer gobiernos, economías, negocios, y el zeitgeist para revertir esa tendencia?
La respuesta no está solo en los beneficios financieros, sino en la dignificación del acto de maternar de cara al futuro. Se necesitan entornos laborales que no ‘castiguen’ la pausa por crianza. Se requieren mercados que no subestimen a las madres como consumidoras clave. Y se exigen políticas que permitan a las mujeres decidir sin miedo ni renuncias.
A escala global, y desde la perspectiva mas básica de la prospectiva, menos hijos hoy implica menos contribuyentes mañana. Según estimaciones de la ONU, si la tendencia actual continúa, para 2050 habrá más personas mayores de 65 años que menores de 15 en la mayoría de las economías avanzadas. Este envejecimiento compromete la sostenibilidad de los sistemas de salud, pensiones y productividad.
En paralelo, la revolución tecnológica suma otra capa. La inteligencia artificial, con su promesa de automatizar tareas domésticas y mentales, podría liberar tiempo para las madres. En China, ya existen agentes conversacionales que simulan la voz de una madre fallecida. En Corea, robots de asistencia acompañan a madres primerizas. Y en Silicon Valley, apps basadas en IA ayudan a gestionar la logística del hogar.
Pero la tecnología también plantea tensiones: ¿podrá replicarse el cuidado emocional? ¿Será el amor maternal el último bastión humano frente a la disrupción digital? Yuval Noah Harari ha afirmado que, en un mundo algorítmico, los afectos reales serán el recurso más escaso. Y probablemente también el más valioso.
Porque en la discusión entre izquierda y derecha se ha planteado el role de la maternidad como obsoleto o accesorio, todo lo contrario definitivamente, porque dentro del sistema económico y social una variable estructural del presente y una condición para la viabilidad futura. Pensiones, los modelos de consumo, las estructuras fiscales y las curvas de productividad dependen, querámoslo o no, del deseo social y económico de que existan madres.
Dicho esto, buscando la preservación del modelo socioeconómico a largo plazo, el verdadero reto global no es solo debe enfocarse en producir más ni automatizar mejor. También debe ser crear las condiciones para que las mujeres que desean ser mamás puedan hacerlo sin sacrificar sus proyectos, ingresos ni aspiraciones. Maternar debe ser una elección viable, la consolidación de un sueño, no un acto de resistencia estructural.
Un estudio de McKinsey & Company estima que cerrar las brechas laborales de género, incluidas las asociadas a la maternidad, podría sumar hasta 12 billones de dólares al PIB global hacia 2030. Otro estudio desarrollado por Harvard Business Review entre 2021 y 2023 revisando mas de 300 compañías, destaca que las empresas lideradas por mujeres con hijos tienen una mayor capacidad de empatía, retención de talento y conexión con el cliente.
Porque si bien todo está cambiando, hay algo que permanece. El vínculo entre madre e hijo sigue siendo, pese a las cifras y las curvas, uno de los últimos pactos humanos que resiste al tiempo y a la tecnología.
Ese vínculo, que ha sostenido nuestro pasado, presente, y futuro como especie.
Sobre el autor:
* Luis Chacón es consultor global de negocios; enfocado en consumo masivo, estrategia competitiva, innovación, y prospectiva.
Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.
Sigue la información sobre los negocios y la actualidad en Forbes México
¿Te gusta informarte por Google News? Sigue nuestro Showcase para tener las mejores historias