Los inversores se hartan e inician acciones legales contra Carlos de Ory, el ‘niño prodigio’ del emprendimiento español
El empresario publicitó la construcción de “la primera ciudad ecológica del mundo” en una isla virgen de Indonesia y anunció grandes rentabilidades, pero tres años después las obras apenas han comenzado Su usuario de Twitter es “Mr. Startups”. La revista Forbes lo eligió en 2022 entre los 100 más creativos del mundo de los negocios. A principios de mayo, se propuso lanzar 52 empresas en 52 semanas. “Enamorado de crear proyectos online que generen valor en la sociedad, cada vez facturando más, trabajando menos”, señala en su biografía. Es Carlos de Ory, 35 años, emprendedor español jaleado en los medios y cerebro detrás de decenas de empresas. Una de las más recientes, Eco Beach City, pretende construir la “primera ciudad ecológica del mundo” en una isla virgen de Indonesia. En la “primera ciudad ecológica del mundo” se supone que habrá espacios de coworking, beach clubs, gimnasio, pistas de tenis, pádel, fútbol y baloncesto, supermercados, restaurantes y discotecas, una clínica, un helipuerto… E incluso una universidad. Todo ello en un lugar sin contaminación ni tráfico y pensado para “nómadas digitales”. Quienes quieran irse a vivir a Eco Beach City pueden adquirir viviendas a precios asequibles que, además, generarían hasta un 25% de rentabilidad anual alquilándolas cuando no estén ocupadas. Según la propia web del proyecto, más de 1.200 personas han invertido en él. Todo iba a estar acabado en junio de 2025, pero a día de hoy en los terrenos de Eco Beach City hay apenas unas cuantas tiendas de campaña. Ni rastro, por ahora, de todos los equipamientos prometidos a los inversores. Decenas de inversores han dicho basta. Según ha podido saber elDiario.es, más de medio centenar de clientes se han unido en distintos grupos para presentar acciones legales contra el emprendedor español e intentar recuperar su dinero. Un primer grupo de 20 clientes, cuya inversión supera los 340.000 euros, lograron recientemente un pacto, sujeto a confidencialidad, para recuperar su dinero tras contratar a un abogado y amenazar al emprendedor y a su empresa con acciones legales. Otro grupo de más de 30 inversores, cuyo desembolso supera los 600.000 euros, ha iniciado recientemente una acción similar contra De Ory, al que le reclaman el dinero y amenazan con presentar una querella criminal por estafa. “El estado de abandono del proyecto, la inexistencia de un desarrollo real, la negativa a devolver el dinero y la falta de transparencia nos lleva a concluir que podríamos estar ante un delito grave de estafa, con penas de hasta ocho años de prisión”, apunta Javier Ruiz Blay, abogado que representa a este último grupo. Ruiz Blay cree que De Ory impuso “contratos abusivos” que dejan al comprador “desprotegido” al exigir “pagos sin garantías”. El letrado señala, a su vez, “un entramado internacional de empresas” y “una opacidad total sobre la compra y la titularidad de los terrenos”. A estas reclamaciones hay que sumarle la de otro grupo de inversores, representado por otro bufete, que también ha presentado recientemente una querella por estafa, que está pendiente de ser admitida a trámite, según afirman fuentes jurídicas. “Hasta la fecha no hay ninguna demanda formal ni sentencia contra la empresa ni contra mí”, afirma De Ory en respuesta a un cuestionario enviado por elDiario.es. “Soy residente fiscal en Indonesia, donde está registrada la empresa y donde se desarrolla toda la actividad y donde los inversores internacionales, de manera voluntaria, actúan como inversores”, añade. De Ory asegura que “menos del 3%” de los “socios inversores” han contactado con abogados para recuperar su dinero. También explica que la empresa tiene un “sistema de reventa de parcelas” que ha permitido a “más de 100 inversores” recuperar su dinero. “Varios” de ellos, además, han obtenido “beneficios”, sostiene. Sobre los retrasos en la entrega de las viviendas, De Ory lo achaca a “causa de fuerza mayor” y responsabiliza a “la mayoría de los inversores” porque “aún no han realizado los pagos”. Los inversores, desesperados por la demora La empresa llevó a cabo durante años una intensa campaña de publicidad en redes sociales, con imágenes de archivo y renders creados por ordenador, en las que se ofrecía un “glamping de lujo” en el paraíso por 21.500 euros y un sinfín de equipamientos. También se ofertaba un “Studio”, más confortable, por hasta 89.500 euros. Para la tercera opción más lujosa, la “Villa”, la empresa no precisa el precio. La decena de inversores con los que ha hablado elDiario.es, ambos bajo anonimato ante el miedo de perder su inversión, aseguran que, cuando conocieron el proyecto de Eco Beach City, pensaron que podía ser una buena oportunidad para adquirir una vivienda a bajo coste. El contrato, con todo, no prev

El empresario publicitó la construcción de “la primera ciudad ecológica del mundo” en una isla virgen de Indonesia y anunció grandes rentabilidades, pero tres años después las obras apenas han comenzado
Su usuario de Twitter es “Mr. Startups”. La revista Forbes lo eligió en 2022 entre los 100 más creativos del mundo de los negocios. A principios de mayo, se propuso lanzar 52 empresas en 52 semanas. “Enamorado de crear proyectos online que generen valor en la sociedad, cada vez facturando más, trabajando menos”, señala en su biografía.
Es Carlos de Ory, 35 años, emprendedor español jaleado en los medios y cerebro detrás de decenas de empresas. Una de las más recientes, Eco Beach City, pretende construir la “primera ciudad ecológica del mundo” en una isla virgen de Indonesia.
En la “primera ciudad ecológica del mundo” se supone que habrá espacios de coworking, beach clubs, gimnasio, pistas de tenis, pádel, fútbol y baloncesto, supermercados, restaurantes y discotecas, una clínica, un helipuerto… E incluso una universidad. Todo ello en un lugar sin contaminación ni tráfico y pensado para “nómadas digitales”.
Quienes quieran irse a vivir a Eco Beach City pueden adquirir viviendas a precios asequibles que, además, generarían hasta un 25% de rentabilidad anual alquilándolas cuando no estén ocupadas. Según la propia web del proyecto, más de 1.200 personas han invertido en él.
Todo iba a estar acabado en junio de 2025, pero a día de hoy en los terrenos de Eco Beach City hay apenas unas cuantas tiendas de campaña. Ni rastro, por ahora, de todos los equipamientos prometidos a los inversores.
Decenas de inversores han dicho basta. Según ha podido saber elDiario.es, más de medio centenar de clientes se han unido en distintos grupos para presentar acciones legales contra el emprendedor español e intentar recuperar su dinero.
Un primer grupo de 20 clientes, cuya inversión supera los 340.000 euros, lograron recientemente un pacto, sujeto a confidencialidad, para recuperar su dinero tras contratar a un abogado y amenazar al emprendedor y a su empresa con acciones legales.
Otro grupo de más de 30 inversores, cuyo desembolso supera los 600.000 euros, ha iniciado recientemente una acción similar contra De Ory, al que le reclaman el dinero y amenazan con presentar una querella criminal por estafa.
“El estado de abandono del proyecto, la inexistencia de un desarrollo real, la negativa a devolver el dinero y la falta de transparencia nos lleva a concluir que podríamos estar ante un delito grave de estafa, con penas de hasta ocho años de prisión”, apunta Javier Ruiz Blay, abogado que representa a este último grupo.
Ruiz Blay cree que De Ory impuso “contratos abusivos” que dejan al comprador “desprotegido” al exigir “pagos sin garantías”. El letrado señala, a su vez, “un entramado internacional de empresas” y “una opacidad total sobre la compra y la titularidad de los terrenos”.
A estas reclamaciones hay que sumarle la de otro grupo de inversores, representado por otro bufete, que también ha presentado recientemente una querella por estafa, que está pendiente de ser admitida a trámite, según afirman fuentes jurídicas.
“Hasta la fecha no hay ninguna demanda formal ni sentencia contra la empresa ni contra mí”, afirma De Ory en respuesta a un cuestionario enviado por elDiario.es. “Soy residente fiscal en Indonesia, donde está registrada la empresa y donde se desarrolla toda la actividad y donde los inversores internacionales, de manera voluntaria, actúan como inversores”, añade.
De Ory asegura que “menos del 3%” de los “socios inversores” han contactado con abogados para recuperar su dinero. También explica que la empresa tiene un “sistema de reventa de parcelas” que ha permitido a “más de 100 inversores” recuperar su dinero. “Varios” de ellos, además, han obtenido “beneficios”, sostiene.
Sobre los retrasos en la entrega de las viviendas, De Ory lo achaca a “causa de fuerza mayor” y responsabiliza a “la mayoría de los inversores” porque “aún no han realizado los pagos”.
Los inversores, desesperados por la demora
La empresa llevó a cabo durante años una intensa campaña de publicidad en redes sociales, con imágenes de archivo y renders creados por ordenador, en las que se ofrecía un “glamping de lujo” en el paraíso por 21.500 euros y un sinfín de equipamientos. También se ofertaba un “Studio”, más confortable, por hasta 89.500 euros. Para la tercera opción más lujosa, la “Villa”, la empresa no precisa el precio.
La decena de inversores con los que ha hablado elDiario.es, ambos bajo anonimato ante el miedo de perder su inversión, aseguran que, cuando conocieron el proyecto de Eco Beach City, pensaron que podía ser una buena oportunidad para adquirir una vivienda a bajo coste. El contrato, con todo, no prevé una compra del terreno, sino un arrendamiento por 80 años, ampliables a 80 más.
Casi todos los inversores afirman que el “prestigio” de De Ory como emprendedor y sus apariciones en medios les hicieron confiar. Buena parte de ellos conocieron el proyecto porque les apareció un anuncio en sus redes sociales.
“Ahora nos parece que la gestión está siendo poco transparente”, explica otro. “No digo que actúen con mala fe, pero da la sensación de que el proyecto se les queda grande”.
La ilusión de miles de clientes se ha convertido en desespero. Desde hace al menos un año, la posibilidad de acudir a la Justicia ha sobrevolado entre los inversores. Buena parte de ellos se unieron en un grupo de WhatsApp, con más de un centenar de personas, en el que había división entre partidarios de presentar acciones legales y partidarios de esperar.
“Había un grupo de gente harta que quería llevar el caso a la Justicia”, explica un cliente que invirtió 26.000 euros en el proyecto. “Pero también hay un sector que cree que el día que esto pase todo se irá al garete”.
La unidad entre los inversores se rompió y algunos han optado por intentar recuperar el dinero por su cuenta o con pequeños grupos de afectados.
La mayoría, además, son gente de clase media. “La gente con dinero no invierte 20.000 euros para un glamping en Indonesia”, explica una inversora. “Casi todos somos currantes que pusieron sus ahorros: la idea de un lugar paradisíaco, un proyecto ecológico repleto de emprendedores y que encima generara un beneficio tan alto era muy tentadora”.
“Es una lástima ver como estas maneras de hacer dañan y desprestigian al movimiento de nómadas digitales”, opina Carles Navarro, responsable del podcast Nómada Digital en el que ha entrevistado a De Ory en más de una ocasión. Él fue uno de los primeros en alertar sobre la viabilidad del proyecto.
Casi todos los entrevistados reprochan a Eco Beach City la “falta de transparencia” y las “dificultades para comunicarse” cuando han querido recuperar el dinero. “No habríamos acudido a un abogado si hubiese sido tan fácil recuperar la inversión”, señala uno de ellos.
Otro cliente explica que, antes de invertir, creía hablar directamente con De Ory a través de WhatsApp. Cuando quiso recuperar el dinero contactó al mismo número, pero le respondieron que ese era el teléfono de ventas. “En la foto de WhatsApp aparecía De Ory con su pareja, pero me aseguraban que no estaba hablando con él”, apunta.
Ante las demoras, algunos inversores incluso se han desplazado hasta los terrenos para comprobar el estado de las obras. “Tuve que intercambiar hasta 15 mails para lograr saber donde estaba el proyecto”, apunta uno de ellos, que visitó recientemente el lugar. “Cuando llegué y vi que apenas había nada me eché las manos a la cabeza”.
Es difícil calcular el dinero que ha llegado a recaudar Eco Beach City. En caso de existir los 1.200 inversores que asegura la empresa y que cada uno hubiese invertido 21.500 euros, el importe superaría los 25 millones de euros. Algunos de los inversores consultados aseguran, no obstante, haber adquirido hasta tres parcelas.
“Los fondos aportados por los inversores se han destinado a la adquisición de terrenos, estrategias de marketing, servicios legales, estudios técnicos, contratación de equipo local, desarrollo de infraestructura, tecnología digital y otros costes inherentes a la puesta en marcha del proyecto”, responde De Ory.
Un proyecto similar liderado por De Ory también acumula retrasos
A finales de 2020, De Ory lanzó a las redes un proyecto similar al de Eco Beach. Se trata de “The Startup Island”, una ciudad de emprendedores, también “ecológica” y prevista en el Parque Nacional de la isla de Karimunjawa, también en Indonesia.
Los anuncios ofrecían una “vivienda ecológica” en este paraíso “desde 5.000 euros”, aunque después en el contrato se constataba que el precio real de cada una era de casi 20.000 euros.
En la web del proyecto se advertía de que el retraso o incumplimiento en el pago de alguna de las cuotas de la vivienda o de la comunidad implicaba la pérdida de la propiedad.
El contrato preveía la entrega de los inmuebles para octubre de 2022, pero casi cinco años después el proyecto acumula demoras, todavía no tiene todos los permisos y no se sabe cuándo acabarán las obras. En este proyecto también ha habido inversores que pudieron recuperar su dinero tras reclamarlo debido a los retrasos.
“Las cosas de palacio van despacio”, responde De Ory sobre los retrasos en este otro proyecto, que achaca a la burocracia en islas pequeñas de Indonesia. Sobre los permisos pendientes, el empresario asegura que en Indonesia “los grandes proyectos obtienen ciertos permisos antes de abrir y otros después”.