Los errores eco más comunes que parecen inofensivos (pero no lo son)
¿Sabías que usar bolsas de tela puede ser peor que las de plástico? O que dejar tu compu en “modo suspensión” todo el día es más dañino de lo que creías. Spoiler alert: no basta con decir “yo reciclo” para salvar al planeta. En este Día de la Tierra, es hora de dejar de romantizar […]

¿Sabías que usar bolsas de tela puede ser peor que las de plástico? O que dejar tu compu en “modo suspensión” todo el día es más dañino de lo que creías. Spoiler alert: no basta con decir “yo reciclo” para salvar al planeta. En este Día de la Tierra, es hora de dejar de romantizar las ecoposturas y enfrentarnos a esos errores ecológicos que todos cometemos sin darnos cuenta. La buena noticia es que arreglarlos no requiere que vivas en una cabaña autosustentable comiendo tofu. Basta con cambiar algunos hábitos (y dejar de creer en ciertos mitos verdes que TikTok no te cuestiona).
Errores eco: creer que lo digital no contamina
Cada meme que envías, video que subes a la nube o pregunta que le haces a ChatGPT tiene un costo. El internet no es magia limpia: servidores enormes consumen energía para mantener tus playlists en streaming, correos olvidados o las respuestas de una IA. Según un estudio de Shift Project, el uso digital genera el 4% de las emisiones globales, ¡casi como la aviación! Muchos creen que solo usar IA como ChatGPT contamina, pero cada búsqueda o tiktok suma. ¿La solución? Borra correos y archivos viejos que no necesitas. Activa el modo oscuro en apps para ahorrar energía en pantallas OLED. Descarga música o videos que usas mucho en lugar de streaming. Pequeños clics, gran diferencia.
Creer que “eco-friendly” es siempre sostenible
Ese shampoo en barra o la botella “biodegradable” con hojitas verdes en la etiqueta… ¿realmente es tan eco? Muchas marcas usan el greenwashing para vender productos que no cumplen. Una botella “compostable” puede tardar años en descomponerse si no va a una planta especial. ¿La solución? Investiga certificaciones como FSC o GOTS. Evita empaques innecesarios, aunque sean “verdes”. La sostenibilidad no es estética; es elegir con cabeza, no por lo bonito.
Pensar que reutilizar siempre es mejor
Esa bolsa de tela que compraste porque “salva el planeta” puede ser un problema si acumulas 10. Algunas bolsas reutilizables necesitan más de 100 usos para compensar su impacto, según un informe de la ONU. Más bolsas no igualan más eco. ¿La solución? Usa la que ya tienes hasta que se deshaga. Evita caer en la trampa de comprar “por si acaso”. El mantra es simple: exprímele la vida a lo que ya tienes en casa.
Dejar todo el poder a las empresas
Es fácil señalar a las industrias como las villanas, pero nosotros también somos parte del problema. Comprar de más, desperdiciar agua o ignorar el impacto de nuestras elecciones suma. En México, cada persona genera 1.2 kg de basura diaria, según el INEGI. ¿La solución? Reduce el consumo de luz y agua en casa. Apoya tianguis o marcas locales sustentables. Tus compras son votos para un mundo mejor.
Confundir reciclaje con magia
Tirar una caja de pizza grasosa al contenedor azul no la hace desaparecer. El reciclaje tiene reglas, y en México solo el 9% de los desechos se recicla bien, según el INEGI. Plásticos sucios o vasos de café “eco” suelen ir al vertedero. ¿La solución? Lava envases antes de reciclar. Separa vidrio, papel y plástico con cuidado. Usa apps como Recicla México para encontrar puntos de reciclaje. Si dudas, mejor a la basura general que arruinar el proceso.
Pensar que no hacemos diferencia
El error más peligroso es creer que tu esfuerzo no cuenta. “¿Para qué reciclo si las fábricas contaminan más?”, piensas. Pero el cambio colectivo empieza con pequeñas acciones constantes. Si todos reducimos un poco, el impacto es masivo. ¿La solución? Cuestiona tus hábitos: ¿necesitas imprimir eso? ¿Ese envío exprés era tan urgente? No busques la perfección, solo empieza.
Olvidar el impacto de la comida
Comer carne a diario o aguacates importados pega duro al planeta. La ganadería aporta el 14.5% de los gases de efecto invernadero, según la FAO. ¿La solución? Prueba un lunes sin carne con lentejas o frijoles locales. Compra en tianguis para apoyar productores y reducir huella. Apps como Cheaf rescatan comida que iba al desperdicio. Tu plato es poder.
El planeta no necesita un puñado de personas haciendo todo perfecto, sino millones haciendo lo mejor que pueden. Y eso incluye dejar de caer en errores eco que parecen inofensivos. Este 22 de abril no se trata de abrazar árboles (aunque si quieres, date), sino de ser más conscientes, críticos y responsables con lo que hacemos todos los días. Porque si vamos a compartir este planeta, que al menos esté limpio, ¿no?