Locro, grifería dorada y un peluquero de emergencia. Los increíbles siete días del Sha de Irán y Farah Diba en la Argentina

El 10 de mayo de 1965, hace exactamente 60 años, la última pareja real de Irán visitó la Argentina

May 12, 2025 - 18:35
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Locro, grifería dorada y un peluquero de emergencia. Los increíbles siete días del Sha de Irán y Farah Diba en la Argentina

10 de mayo de 1965. Dos cazas Gloster Meteor, en vuelo rasante sobre Buenos Aires, anuncian la llegada del Sha de Irán a la Argentina. Es apenas el preámbulo de una visita “de película”, a la altura de un “rey de reyes” tan poderoso como extravagante, dueño de una de las fortunas más grandes del planeta.

A las 12:27, un Comet 4C de Aerolíneas Argentinas aterriza en Aeroparque. El avión se detiene frente a una larga alfombra roja tendida entre dos palcos: uno para la comunidad iraní y otro repleto de fotógrafos y periodistas listos para captar cada detalle.

La puerta del avión se abre lentamente, como si fuera parte de una escena de película. Primero aparece Mohammed Reza Pahlaví, impecable en su uniforme de marino iraní. Luego de algunos segundos, como en una coreografía perfecta, asoma Farah Diba, su tercera mujer, con la que finalmente había logrado engendrar un heredero. En un instante, todos comprenden por qué las revistas de moda la habían consagrado como un ícono de estilo.El Sha y Farah aterrizaron en el aeropuerto de Ezeiza, donde fueron recibidos por el presidente Arturo Illia, su esposa Silvia Martorell y una comitiva oficial. Hubo banda militar, escuadrilla aérea de bienvenida y un despliegue propio de una superproducción diplomática

El Sha saludó con un gesto militar y desde los palcos le respondieron con una ovación. Al pie de la escalera lo recibió el presidente Arturo Illia, junto a su esposa, Silvia Martorell. Completaron la comitiva algunos ministros de gobierno y representantes de las fuerzas armadas.

Así comenzaba una visita que se extendería por varios días y que tendría un poco de todo: actos oficiales, cenas de gala, intercambios de regalos, partidos de polo, compras fallidas e improvisaciones de último momento. Un cruce entre Oriente y Occidente, con un toque local... y más de una anécdota para el recuerdo.LA NACION hizo una extensa cobertura de la llegada del Sha de Irán Mohammad Reza Pahleví y su esposa a la Argentina

El matrimonio real

Mohamed Reza Pahlaví nació en Teherán el 26 de octubre de 1919. Era el hijo mayor de Reza Shah, un militar que, tras derrocar a la dinastía Qajar, fundó la monarquía Pahlaví con el objetivo de modernizar y unificar Irán.

En 1935, como parte de esa transformación, Reza Shah pidió reemplazar el nombre “Persia” por “Irán” en el ámbito internacional, buscando reafirmar la identidad nacional y dejar atrás la imagen romántica que Occidente tenía del país.

En plena Segunda Guerra Mundial, Reza Shah fue forzado a abdicar por presión de Reino Unido y la Unión Soviética, que lo acusaban de tener simpatías con la Alemania nazi. Su hijo, Mohamed Reza, asumió el trono con solo 21 años y ya bajo el nuevo nombre del país, se convirtió en Sha de Irán. Aunque asumió el trono en 1941, Mohamed Reza esperó 26 años para coronarse formalmente y adoptó el título Sha-an-Sha (“Rey de Reyes”).Mohammad Reza Pahlaví, Sha de Irán, sentado junto a su tercera esposa, Farah Diba, el día de su casamiento; su vestido es de Yves Saint Laurent y en su cabeza lleva la tiara Noor-ol-Ain con diamantes. Irán, 21 de diciembre de 1959. (Foto: Mondadori Portfolio vía Getty Images)

Durante su reinado, Irán experimentó una profunda modernización gracias al auge petrolero. En los años 60 lanzó la Revolución Blanca, que impulsó la reforma agraria, la educación y el acceso de las mujeres al trabajo y la vida pública.

En lo personal, se casó tres veces, pero su relación más importante fue con Farah Diba, con quien contrajo matrimonio en 1959 y tuvo cuatro hijos. Farah, una arquitecta formada en París, se convirtió en la primera emperatriz coronada de Irán en siglos, algo inédito, ya que tradicionalmente las mujeres de la realeza persa no recibían ese título ni eran coronadas de manera oficial. Desde ese lugar, asumió un rol activo en la cultura, el arte y la educación, con un estilo elegante y moderno que ayudó a darle a la monarquía iraní una imagen más actual y cercaba al mundo occidental.Farah Diba en 1967, cuando el mundo la reconocía como un ícono de estilo.  (Photo by Roland Witschel/picture alliance via Getty Images)

Farah Diba convirtió la moda en una de sus marcas personales: vestía a los grandes diseñadores de su tiempo. Para muchos, era la Jackie Kennedy de Medio Oriente. Podía lucir tanto un Chanel o un Dior como trajes tradicionales cargados de bordados y piedras preciosas. Con la misma soltura vestía un kimono japonés, un sari indio o un conjunto moderno inspirado en Audrey Hepburn. El gusto del matrimonio imperial por el lujo occidental fue evidente, sobre todo, en su residencia oficial, el Palacio de Niavarán. Allí recibían a sus invitados rodeados de fuentes de plata, vajilla de oro, arte persa y europeo y vitrinas decoradas a mano con detalles de plata.En 1967, Mohammad Reza Pahlaví fue coronado como sha de Persia en una ceremonia que dejó al mundo occidental entre asombrado y en silencio. Sentado sobre un trono cubierto con miles de piedras preciosas montadas en oro, besó el Corán como gesto solemne de inicio de su reinado. Luego, en un momento histórico, otorgó a su esposa Farah el título de Shahbanou (emperatriz), creado especialmente para ella, marcando así un hecho inédito en la historia moderna del país.

Un monarca en la Casa Rosada

En la pista de Aeroparque, la banda de guerra de la Fuerza Aérea Argentina interpretó los himnos de Argentina e Irán. Luego, el presidente Illia ofreció un breve discurso de bienvenida. Con un tono cálido y respetuoso, destacó que sus invitados “representan un pueblo de historia y cultura milenarios”.

El Sha respondió en francés, agradecido, y compartió que desde chico había soñado con conocer la Argentina. También estuvo presente el intendente de Buenos Aires, Francisco Rabanal, quien le entregó al Sha las llaves de la ciudad. En su discurso, el tercero de un jornada que se volvería interminable, cerró con palabras cargadas de hospitalidad: “Majestad, estáis en vuestra casa. Este gesto es un testimonio sincero de amistad que, sin duda, fortalecerá los lazos entre nuestros pueblos, unidos por la paz, la justicia y la fraternidad universal”.El Sha de Irán, Mohammad Reza Pahlaví, visitó el Monumento al Libertador José de San Martín, en Retiro.El Sha de Irán, hace 60 años, en uno de los actos que se celebraron durante su visita a Buenos Aires

Los mandatarios pasaron revista a las tropas y, acto seguido, los mandatarios abordaron un automóvil y partieron hacia el Plaza Hotel escoltados por una columna 50 de motos de la Policía Federal. Farah Diba y la primera dama utilizaron otro vehículo.

El matrimonio real almorzó en privado, lejos de los flashes. Más tarde, con atuendos renovados, abordaron un auto oficial y fueron hasta la Casa Rosada escoltados por dos escuadrones de Granaderos a Caballo.

Tras una breve recepción en el Salón Blanco, donde intercambiaron regalos, el rey de reyes persa y el presidente argentino mantuvieron una larga charla a solas en el despacho presidencial. De acuerdo a las crónicas de la época, Illia agasajó a su invitado con un poncho catamarqueño, mientras que Reza Pahlaví le regaló tapices, piezas de arte persa y libros encuadernados a mano sobre la historia de Irán.

La jornada terminó con una cena elegante en el Concejo Deliberante, donde se mezclaron brindis, sonrisas y más de una anécdota en camino.

El Sha llegó a la Argentina como parte de una gira por América Latina. El propósito del viaje era acercar culturas, abrir puertas al diálogo y estrechar vínculos en lo político, económico y también cultural. Además de nuestro país, la visita incluyó a Brasil, Chile y México, en un recorrido cargado de gestos simbólicos y mucho de estrategia diplomática.La emperatriz Farah Diba junto a Silvia Martorell, primera dama argentina

Locro y ballet

Al día siguiente, tras una breve visita al Congreso de la Nación, el Sha almorzó junto al presidente Illia y un selecto grupo de funcionarios en el Salón Norte de la Casa Rosada. El lugar fue especialmente decorado con gladiolos, rosas rojas, crisantemos y claveles blancos. Usaron vajilla de Limoges.

El menú fue “bien criollo”: locro, seguido de un costillar de novillo deshuesado a la brasa, acompañado por papas y zapallo asado. De postre, comieron frutas de estación. Durante la comida bebieron vinos argentinos. El final no defraudó a los gustos de la época: café, una medida de ginebra y cigarrillos de chala rubio.En el Congreso Nacional fueron recibidos por legisladores y autoridades. El vicepresidente Carlos Perette dio un discurso y el Sha respondió en francés con elogios al pueblo argentino.

Por la noche, la pareja real disfrutó de uno de los momento más esperados: una velada de gala en el Teatro Colón. El Sha usó un frac regado de condecoraciones, mientras que Illia lució la banda presidencial cruzada sobre el pecho. Una multitud se reunió en Plaza Lavalle para ver la llegada del rey y su esposa al teatro.Uno de los momentos más icónicos fue la gala en el Teatro Colón

La Filarmónica de Buenos Aires, bajo la dirección de Antonio Tauriello, interpretó el Himno Nacional Argentino. Luego sonó solemne el himno iraní. A continuación, el Ballet Estable del Teatro Colón ofreció un programa variado que incluyó Suite en Blanc, Interplay, un pas de deux de El Cascanueces y el vibrante Malambo de Estancia, como un guiño final con lo nuestro.

Durante su tercer y último día en la ciudad, el Sha y Farah Diba almorzaron en la residencia del embajador de Irán, asistieron a un partido de polo en Palermo y recorrieron el Colegio Militar. Luego, partieron al sur. En la gala, el Sha de Irán y la emperatriz deslumbraron con su elegancia. El Sha lució un impecable frac adornado con condecoraciones y la banda presidencial, mientras que Farah Diba eligió un vestido de gala en tonos claros.

De paseo, a Bariloche

Durante su visita oficial a la Argentina, el Sha y la emperatriz decidieron tomarse un respiro de la agenda cargada de actos y discursos para conocer los paisajes del sur. El 13 de mayo a las 15.20 aterrizaron en Bariloche y fueron recibidos con honores por las autoridades nacionales, provinciales y locales.

Se alojaron en la residencia “La Cascada”, una imponente mansión privada rodeada de bosque y arroyos. En 1988 el lugar se convirtió en hotel. Actualmente, el lugar es conocido como La Cascada Casa Patagónica by DON, un cuatro estrellas ubicado en el kilómetro 6 de la Avenida Bustillo, a orillas del lago Nahuel Huapi.La residencia La Cascada, actualmente conocida como La Cascada Casa Patagónica by DON, fue construida en la década de 1950. Originalmente, no fue concebida como hotel, sino como una casa privada de descanso.

Mientras el Sha atendía asuntos de estado con su equipo, la emperatriz caminó por el centro, miró vidrieras, entró a tiendas, compró recuerdos y se llevó un par de prendas bien abrigadas. La gente, sorprendida y encantada, la reconoció de inmediato. Ella respondió como una reina que conoce su rol: con sonrisas, simpatía y un gesto amable para cada saludo.

Entre las anécdotas que dejó la visita de la emperatriz Farah Diba, hay una que revela tanto su estilo como su simpatía. En un comercio local compró un par de guantes de piel, pero entre el apuro de la vendedora y el nerviosismo lógico de atender a una emperatriz, le entregaron dos guantes… de distinto par. Cuando la dueña del negocio se dio cuenta, mandó a una asistente corriendo hasta “La Cascada” para corregir el error. Farah, divertida por la situación, no solo no se molestó, sino que dijo que así estaban bien, que eran cómodos. Y desde entonces (al menos durante su paseo por Bariloche) llevó puestos un guante de mujer y otro de hombre. Con estilo, claro.

Uno de los momentos más pintorescos de la visita fue la excursión a la estancia “Cañadón de las Rosas”, propiedad de Carlos Leber. Allí, entre bosques y laderas suaves, se montó una recepción informal con alfombras y sillas en el parque, desde donde se dominaba el paisaje rural. El Sha, distendido, presenció una demostración de destrezas gauchas, incluida la doma de potros y el herrado de una mula. Con humor, el Sha comparó a los gauchos con beduinos iraníes, y bromeó sobre la energía de los caballos argentinos, que -dijo- parecían “más nerviosos y robustos” que los de su país.

También navegaron por el lago Nahuel Huapi, visitaron la isla Victoria y caminaron entre los árboles del bosque de Arrayanes. Más tarde, Farah lo describiría como “un paraíso natural”.Farah Diba en una imagen de 2023, tomada durante el funeral del rey Constantino II de Grecia. (Photo by Patrick van Katwijk/Getty Images)

La escala en Comodoro Rivadavia

Antes de regresar a Buenos Aires para tomar su avión, el Sha hizo una escala en Comodoro Rivadavia, invitado por YPF, y sobrevoló en helicóptero las zonas petroleras de la región. Almorzó en el Hotel Comodoro y luego se trasladó al Chalet Huergo para descansar unas horas. El Chalet Huergo fue especialmente acondicionado para recibir a la realeza

Para la visita de los monarcas, el histórico Chalet Huergo se transformó en escenario de realeza por un día. Aunque la estadía era breve, el despliegue fue digno de una producción cinematográfica. Se realizaron reformas a contrarreloj para que todo estuviera a la altura del protocolo internacional y de las expectativas imperiales. En el baño de la planta baja se instalaron griferías doradas, se sumó un baño adicional de uso exclusivo y los muebles fueron renovados con guiños a la estética iraní, buscando un equilibrio entre el sur argentino y el lujo persa. Alfombras rojas cubrieron las entradas como pasarela improvisada, y hasta se trajeron mozos desde Buenos Aires, expertos en protocolo. Todo fue pensado para que los visitantes se sintieran como en casa... aunque su casa estuviera a 13.000 kilómetros.

Un detalle de color pero inolvidable en la ciudad: durante su breve estadía en Comodoro Rivadavia, la emperatriz fue atendida por un joven peluquero local. En una entrevista publicada por ADNSUR, Daniel Landi recordó con simpatía aquel día. Por entonces él tenía su peluquería en el Hotel Comodoro y fue convocado por YPF para atender a la emperatriz.

Le explicaron que Farah Diba viajaba siempre acompañada por su estilista personal. Sin embargo, el “peluquero real” se enfermó durante la visita a Bariloche y fue enviado de regreso a Buenos Aires. Entonces convocaron a Landi, quien atendió a la emperatriz en la suite presidencial del hotel Comodoro. Daniel Landi peinando a la emperatriz  (ANDSUR. Foto: angelfire.com)

Landi recuerda que no hubo grandes retoques: “Yo tenía la peluquería en el subsuelo y tuve que atenderla en la suite presidencial, lo que hizo todo más sencillo. Pero solo le tuve que arreglar el cabello. En realidad, ya estaba peinada, sólo le acomodé el cabello para un almuerzo”, dijo.

Fue, prácticamente, el final de la visita. Esa misma noche, 17 de mayo de 1965, el Sha y Farah Diba partieron desde Ezeiza rumbo a Canadá. Antes de subir al avión, en la despedida con el Presidente Illia, el 2rey de reyes” dijo: “Le agradezco, señor presidente, todas las atenciones que nos ha dispensado. Espero poder retribuirle estas gentilezas teniéndolo como huésped de Irán. Muchas gracias, doctor Illia”.

Irán, por entonces, se proyectaba como una potencia emergente, deseosa de estrechar lazos con el mundo y expandir su influencia más allá de Medio Oriente. Por su parte, la Argentina, rica en recursos y con ambiciones de liderazgo regional, ofrecía un escenario ideal para ese juego de alianzas.

El regalo demorado

Durante su visita, y como gesto de amistad entre ambos países, el Sha prometió enviar una réplica de una de las columnas del antiguo Palacio de Ciro II el Grande en Persépolis, la capital del Imperio Persa hacia el año 550 AC. Y cumplió, aunque 13 años más tarde: la escultura llegó al país diciembre de 1978. Desde entonces, la columna se alza en la Plaza República Islámica de Irán, ubicada en los Bosques de Palermo, Buenos Aires, entre las avenidas Figueroa Alcorta y Sarmiento.La columna persa en Plaza República Islámica de Irán, bosques de Palermo, el regaló del Sha de Irán a la Argentina

Luego de la crisis petrolera de 1973, Irán multiplicó sus ingresos y los destinó a infraestructura, industria y armamento, impulsando una modernización acelerada. Sin embargo, esta bonanza también acentuó las desigualdades: mientras en las ciudades crecía una clase media, en las zonas rurales persistía la pobreza. La corrupción, el gasto militar excesivo y una burocracia inflada alimentaron un creciente malestar social.

A mediados de los años 70, las tensiones se intensificaron. Intelectuales, religiosos, estudiantes y sectores populares comenzaron a cuestionar abiertamente al régimen. La represión ejercida por la temida policía secreta SAVAK, lejos de sofocar las protestas, avivó el descontento. En 1978, estallaron manifestaciones masivas por todo el país, y el líder religioso en el exilio, Ruhollah Jomeini, el Ayatolá, se convirtió en la cara de la oposición.Jomeini regresó a Teherán triunfante de su exilio en Francia.

En enero de 1979, debilitado políticamente y ya afectado por una leucemia que había mantenido en secreto, el Sha abandonó Irán con la esperanza de volver cuando el orden se restableciera. Pero no regresó jamás. Poco después, Jomeini volvió triunfante desde Francia, y en febrero se proclamó la República Islámica de Irán, poniendo fin a más de dos mil años de monarquía. Las mujeres iraníes perdieron muchos de los derechos y libertades que habían ganado durante el reinado del Sha y el país adoptó un modelo político y social mucho más cerrado y religioso.