Las tres crecieron en Heliópolis, pero Amparo siempre fue sevillista. De hecho, como el solar de los Fernández-Bolaños sigue en el barrio, la proximidad del Villamarín les arruina las reuniones familiares cuando juega el Betis («No se puede aparcar, nos hacen sufrir y no nos dejan comer»). La hermana Begoña, en cambio, lo tuvo clarísimo desde niña, aunque su madre tenía prohibido que en casa se hablara de fútbol y religión («Así le salí yo: bética y monja»). En cambio, la familia Rus-Velázquez era bética por los cuatro costados y la hermana Isabel María gozó a placer de sus devociones: Dios, el Betis y los toros («Me habría encantado ser ganadera, pero como Madre General me han tocado toros más...
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