Las bizarras campañas de los candidatos al Poder Judicial
Forbes México. Las bizarras campañas de los candidatos al Poder Judicial Las campañas al poder judicial resultan una versión inédita e irregular que no ha podido al menos descifrar, clarificar o siquiera justificar su trascendencia, aportación, valor institucional y mucho menos una mejora a la vida democrática, la aplicación de las leyes y/o la impartición de justicia. Las bizarras campañas de los candidatos al Poder Judicial Alfredo Paredes

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Las bizarras campañas de los candidatos al Poder Judicial

Al competir por un puesto de elección los postulantes ponen en juego su personalidad, recursos, habilidades y capacidades para demostrar que -entre otras cosas- merecen la confianza de los electores; son la mejor alternativa, están calificados para el puesto y cuentan -precisa y suficientemente- con las cualidades únicas para desempeñarlo.
Los procesos electorales son (idealmente) el escenario y el periodo de tiempo durante el que -usando diversos medios de propaganda y difusión- los votantes puedan disponer, comparar y evaluar los contenidos, mensajes, información, datos, biografías, discursos y propuestas de los diferentes candidatos y seleccionar la que –a su juicio- sea la mejor opción.
Las campañas al poder judicial resultan una versión inédita e irregular que no ha podido al menos descifrar, clarificar o siquiera justificar su trascendencia, aportación, valor institucional y mucho menos una mejora a la vida democrática, la aplicación de las leyes y/o la impartición de justicia.
Aunado a la inexperiencia, la escasez de cultura cívica, indiferencia y hartazgo ciudadano, el saldo de las campañas al poder judicial es solo un recuento de ocurrencias, infortunios, incongruencias, desencajo, excesos, carencias estructurales y personales, así como una larga y compleja secuela de memes, desmentidos, caricaturas, burlas y arrebatos de comicidad en las redes sociales que en un resumido análisis objetivo exhibe sus criticas deficiencias.
En las campañas debe brillar lo estratégico, la visión táctica y la sensibilidad del mercado electoral en el que te desempeñas, lo mostrado hasta ahora es mera improvisación, repeticiones, imitaciones, chistes, desfiles, parodias, eventos “espontáneos” de acarreo, escenificaciones de una coreografía, un baile o una representación proselitista franelera.
Muy pocos, muy escasos y muy sucintos son los desempeños con dignidad, sobriedad, seriedad y el valor agregado que debería ser el sello de las personalidades en competencia por puestos que deben asumir una de las mas relevantes y trascendentales misiones de la vida republicana.
Quizá no había de otra, no hubo tiempo, todo se dejó para la última hora, muchos no se la creyeron o simplemente ya sabían que era solo cuestión de continuar con la simulación para que todo quede en manos del acarreo de siempre, para que las bases cautivas de los partidos hagan los “ajustes” y para que el reparto de recursos públicos se manifieste en las urnas.
La ciudadanía entonces acudirá a las urnas a cumplir y emitir su voto en el sentido que le pidan, coaccionen o requieran sin contar con la información suficiente para determinar y sustentar sus decisiones; sin claridad ni definición, en medio del mayor desprestigio, interrogantes y cuestionamientos.
Prevalecerán las dudas sobre la calificación, la integridad y hasta el cumplimiento de los requisitos legales de lXs candidatXs. Muchas sospechas sobre complicidades, excesos, propiedades, información a destiempo que enciende las alarmas, contradicciones, archivos, antecedentes, investigaciones en curso, discusiones y recriminaciones entre el poder legislativo y la autoridad electoral.
Revelaciones a unos días de la votación que sacan a la luz la gravedad de un proceso sin todas las de la ley, aunque suene contradictorio.
Las campañas al poder judicial deberían ser un despliegue de talentos, atributos y recursos personales en los que imperen cualidades como imparcialidad, integridad, honestidad, templanza, equidad, tolerancia, apertura, equilibrio, moralidad, autoridad, capacidad para procesar, analizar y evaluar información, objetividad, sensibilidad, solidaridad, fortaleza, liderazgo, tenacidad, disciplina, conocimiento, experiencia, solidez, en fin.
Se hace evidente que existe gran desconocimiento de todo ello. Los sondeos y las encuestas confirman que la ciudadanía no tiene información sustantiva sobre el catálogo de funciones, posiciones, responsabilidades e instancias donde se desempeñaran los elegidos. Aún más, la publicidad de este proceso reitera que se sabe muy poco de las estructuras del Poder Judicial.
La percepción arraigada es -en contraste- que están relacionadas con abusos, conflictos, problemas, complicidades, burocratismo, privilegios, favoritismos, ilegalidad, decepción, hartazgo, rechazo, desconfianza, corrupción, entre otras tantas.
Luego entonces, además de desinformación hay una tendencia social de incertidumbre, poca valoración y siempre vinculada al contexto de altos índices de criminalidad e incapacidad para impartir justicia.
Si a esto le agregas que solo los mensajes que se vuelven virales son los que realmente llegan a lXs electorXs el tema se devalúa aún más.
Cuando el intercambio de información valorativa entre aspirantes y sufragantes ocurre mediante poses, actuaciones y rutinas sin miedo al ridículo eso no responde -siquiera en lo más mínimo- a la pregunta de por que deberíamos votar por alguien así.
No es empatía, mucho menos comicidad lo que se pide sino profundidad, profesionalismo, balance, justicia, el predominio del Estado de Derecho y la aplicación de la ley.
Ese es el imaginario social de los abogados, mujeres y hombres determinados a luchar contra la injusticia. Personalidades -no personajitos- con férreo carácter, voluntad de acero, energía interna volcánica, casi heroicos.
Para ganar votos es necesario demostrar ser lXs herederXs del legado salomónico, mano dura contra los infractores; inspirados, orientados y guiados por el espíritu de las leyes; solidarios con las víctimas, luchadorXs incansables contra las elites, defensores del pueblo a toda costa, nunca serviles, nunca preferenciales, intachables, impolutXs, sin duda hábiles, inteligentes, letrados, capaces, articulados, contundentes, estratégicos.
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Alfredo Paredes