La venganza vuela pintada de negro

Cuando supe que Zenda-Edhasa iba a reeditar La flecha negra, uno de los grandes clásicos de las novelas históricas de aventuras, sentí una profunda alegría. De inmediato, se agolparon en mi memoria los recuerdos de una Pascua de hace más de cinco décadas, cuando reuní mis ahorros, que llegaban a cincuenta pesetas, y caminé con ilusión hasta el quiosco-librería que estaba cercano a mi casa y que se llamaba “La Prensa”, decidido por fin a comprar aquel libro que llevaba días contemplando en el escaparate. La entrada La venganza vuela pintada de negro aparece primero en Zenda.

May 7, 2025 - 00:44
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La venganza vuela pintada de negro

Imagen de portada: cuadro ‘Arrancando las rosas rojas y blancas en los jardines de la Iglesia del Temple’, de Henry Payne

Cuando supe que Zenda-Edhasa iba a reeditar La flecha negra, uno de los grandes clásicos de las novelas históricas de aventuras, sentí una profunda alegría. De inmediato, se agolparon en mi memoria los recuerdos de una Pascua de hace más de cinco décadas, cuando reuní mis ahorros, que llegaban a cincuenta pesetas, y caminé con ilusión hasta el quiosco-librería que estaba cercano a mi casa y que se llamaba La Prensa, decidido por fin a comprar aquel libro que llevaba días contemplando en el escaparate. Esa edición, publicada en 1957 y reimpresa en 1970, aún la conservo como un tesoro. Y es que La flecha negra, más que una lectura, fue una revelación: un punto de inflexión que encendió mi pasión por la literatura.

La obra de Robert Louis Stevenson (Edimburgo,1850 – Upolu,1894), publicada en 1888, se sitúa en los turbulentos años iniciales de la Guerra de las Dos Rosas, un conflicto que enfrentó a las casa de York y de Lancaster, desgarrando Inglaterra entre 1455 y 1487. En este escenario histórico lleno de traiciones, ambición y violencia, Stevenson construye una novela que va mucho más allá del simple relato histórico: es una meditación profunda sobre la justicia, la lealtad, el honor, la valentía y la lucha por la dignidad en un mundo fracturado.

"La justicia que nace del dolor, la venganza como respuesta desesperada a la impunidad"

El protagonista, Richard Shelton (Dick), representa esa tensión entre los ideales caballerescos y la dura realidad del poder. Educado en la obediencia y la lealtad, Dick se ve obligado a madurar dolorosamente al descubrir que aquellos en quienes confiaba están profundamente corrompidos. Su viaje es tanto físico como ético: de la obediencia a la autonomía moral, del idealismo ingenuo a una lucidez forjada a través del desengaño, de vencer a su temor de no ser capaz de sobreponerse y poder luchar por sus ideales de caballería.

Uno de los aspectos más notables de la novela es la creación de la hermandad de La flecha negra, un grupo de rebeldes que actúa como una forma de justicia paralela frente a la corrupción del sistema feudal. Su lema —“Cuatro flechas negras mi cinto tenía…”— condensa la esencia del relato: la justicia que nace del dolor, la venganza como respuesta desesperada a la impunidad. Este grupo no es heroico en el sentido tradicional, pero sí profundamente humano en su necesidad de reparar las injusticias que el poder ignora o perpetra.

"Gracias a la reedición de Zenda-Edhasa, he podido revivir con emoción aquella lejana lectura, y constatar que esta historia no ha envejecido"

Stevenson muestra aquí un dominio sobresaliente de la narración: el ritmo es constante, los escenarios —bosques sombríos, criptas lúgubres, castillos asediados— refuerzan la atmósfera de peligro y ambigüedad moral, y los personajes secundarios, como el siniestro Sir Daniel Brackley, contribuyen a enriquecer la compleja red de intereses y traiciones que envuelve a Dick.

El desenlace, lejos de ofrecer una restitución plena del orden o una victoria clara del bien, subraya la ambigüedad inherente a toda lucha en tiempos convulsos. En ese sentido, La flecha negra trasciende la novela de aventuras clásica para adentrarse en un terreno de reflexión ética, donde las decisiones del protagonista no tienen respuestas fáciles, y cada elección conlleva una pérdida. Solo es puro y limpio el amor que nace entre la pareja protagonista.

Aunque algunos pasajes pueden resultar algo maniqueos, ese contraste entre figuras nobles y villanos sirve también como un recurso eficaz para dramatizar los dilemas morales del relato. Es en ese juego de luces y sombras donde la novela cobra fuerza y se mantiene vigente.

"La flecha negra no solo me enseñó a amar los libros, sino que me mostró cómo la historia puede ayudarnos a entender, cuestionar y reconstruir el mundo"

Para ir acabando este comentario, considero preciso hacer una breve anotación sobre el propio Stevenson. Enfermo crónico, pero viajero incansable, pasó sus últimos años en la isla de Upolu, en Samoa, donde fue acogido con afecto por los nativos, quienes lo bautizaron como “Tusitala”, el que cuenta historias. Que una cultura tan distinta lo reconociera como narrador dice mucho de su capacidad para tocar lo universal desde lo particular.

Gracias a la reedición de Zenda-Edhasa, he podido revivir con emoción aquella lejana lectura, y constatar que esta historia no ha envejecido: sigue siendo un faro de lo que puede lograr la buena literatura. La flecha negra no solo me enseñó a amar los libros, sino que me mostró cómo la historia puede ayudarnos a entender, cuestionar y reconstruir el mundo.

Para finalizar, me gustaría remarcar que este comentario es, en el fondo, una declaración de amor a una novela que marcó mi vida lectora y una reivindicación del valor duradero de la literatura histórica bien escrita.

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Autor: R. L. Stevenson. Título: La fecha negra. Traducción: H. C. Granch. Editorial: Zenda-Edhasa. Venta: Amazon.

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