La rebelión de los chips: "La innovación podría encender un nuevo mercado alcista"
“Lo que parece un invierno económico podría ser solo la calma antes de una primavera explosiva en innovación y crecimiento”, afirma Cathie Wood, directora ejecutiva de ARK Investment Management. Con esta declaración provocadora, la célebre analista nos invita a mirar más allá del pesimismo reinante y a vislumbrar una transformación que podría sacudir las bases de la economía global.

Durante los últimos tres años, Estados Unidos ha vivido lo que la citada estratega denomina una “recesión silenciosa”, un fenómeno que ha minado lentamente la columna vertebral de su actividad económica. Pero lo interesante no es solo la profundidad del bache, sino la promesa que algunos creen que se esconde justo al otro lado.
LA RECESIÓN QUE NO DIJO SU NOMBRE
“Mientras muchos esperaban una recesión repentina, lo que ocurrió fue más bien una hemorragia sectorial crónica”, apunta Wood. Y no exagera. Desde que la Reserva Federal elevó las tasas de interés 22 veces en solo 16 meses —un récord histórico—, sectores clave como la vivienda, el automóvil y la manufactura han ido cayendo uno tras otro, como fichas de dominó en cámara lenta.
La venta de viviendas existentes se desplomó un 39% desde su pico en 2022, atrapando a millones en hipotecas antiguas a tasas irrisorias. Los concesionarios de autos han vivido tres años de tráfico escaso, con ventas entre un 10 y 15% por debajo de lo normal. El índice PMI, que mide la salud de la industria manufacturera, ha vivido muchos meses en negativo desde noviembre de 2022. Y por si fuera poco, la confianza de los pequeños empresarios ha llegado a retroceder a niveles comparables a los de 2008.
“Todo esto ha ocurrido mientras el PIB se mantenía a flote gracias al consumo de los hogares de mayores ingresos y al gasto público”, explica Wood. “Pero incluso esos pilares están empezando a flaquear”.
LA CURVA DE RENDIMIENTOS NO MIENTE
Si hay una señal económica que suele actuar como oráculo, esa es la curva de rendimientos de los bonos del Tesoro. Cuando se invierte (es decir, cuando los bonos a corto plazo rinden más que los de largo plazo), históricamente anticipa una recesión. Y eso fue exactamente lo que ocurrió entre julio de 2022 y septiembre de 2024.
“Lo significativo es que ahora la curva ha vuelto a terreno positivo y se está empinando”, señala Wood. “Eso no ha ocurrido en cincuenta años sin que hubiera una recesión real de por medio”. En otras palabras, la economía norteamericana ya habría estado técnicamente en recesión, aunque sin el titular oficial.
UNA SALIDA POR LA PUERTA DE LA INNOVACIÓN
Aquí es donde la historia da un giro. Porque mientras los datos tradicionales pintan un cuadro sombrío, hay fuerzas subterráneas que podrían estar preparando el terreno para una transformación profunda.
“El suelo fértil de la recesión es donde germina la disrupción”, reflexiona la mencionada gestora. “La innovación florece cuando la necesidad obliga a cambiar”. Según el análisis de ARK, sectores como la inteligencia artificial, la robótica, el almacenamiento energético, la tecnología blockchain y la secuenciación genética están entrando en una fase de aceleración sin precedentes.
Las cifras son casi de ciencia ficción: los costes del entrenamiento de la inteligencia artificial (IA) caen un 75% al año; los de la inferencia, entre un 85 y 90%. El coste de secuenciar un genoma humano ha bajado de 2.700 millones de dólares en 2003 a menos de 500 en la actualidad.
Estas tecnologías no solo prometen revolucionar industrias enteras, sino también generar un efecto deflacionario que podría contrarrestar uno de los males económicos más persistentes: la inflación.
¿UN NUEVO MERCADO ALCISTA EN GESTACIÓN?
Actualmente, el mercado bursátil se encuentra peligrosamente concentrado en unas pocas empresas tecnológicas gigantes. “Es el mercado alcista más estrecho de la historia”, remarca Wood. “Y esa concentración puede terminar de dos maneras: con una caída estrepitosa, o con una expansión saludable hacia nuevas oportunidades”.
Ella apuesta claramente por lo segundo. “Los tres grandes vientos en contra que han limitado la inversión en innovación —tipos altos, valoraciones elevadas y un mercado limitado a unos pocos nombres— están a punto de girar a favor”.
Los datos lo respaldan. El índice ajustado de valoración EV/EBITDA para estrategias centradas en innovación ha caído del 278% respecto al S&P 500 en 2021, a solo un 13.3% en marzo de 2025. “La innovación está en rebajas”, sentencia.
CUANDO LOS INVERSORES VAN A CONTRAMANO
En la burbuja tecnológica de los noventa, los inversores arrojaban dinero a cualquier empresa con “.com” en su nombre. Hoy, irónicamente, hacen lo contrario: huyen de las empresas que más invierten en el futuro.
“Están apostando por la estabilidad del ayer, no por el dinamismo del mañana”, lamenta Wood. “Y eso, a largo plazo, podría resultar mucho más arriesgado”.
Mientras muchas grandes corporaciones reparten dividendos y recompran acciones para complacer a sus accionistas a corto plazo, otras más ágiles están desarrollando las tecnologías que dominarán el siguiente ciclo económico. La historia está llena de casos de empresas que se durmieron en los laureles... y desaparecieron.
UN FUTURO ESCRITO CON CÓDIGOS Y GENES
¿Y si la próxima gran expansión no dependiera de tipos bajos ni de estímulos fiscales, sino de algoritmos, proteínas y baterías? Esa es la visión que se perfila en el horizonte.
“La combinación de avances tecnológicos, reformas fiscales, desregulación y caída de tipos podría catapultar la economía hacia una nueva edad dorada”, asegura Wood. “No es utopía, es un patrón histórico: cada revolución tecnológica ha sido precedida por un periodo de incredulidad”.
La diferencia, esta vez, es que las herramientas ya están listas. La inteligencia artificial ya no es una promesa lejana, sino una palanca presente en todas las industrias. El genoma humano está abierto como un libro barato. La cadena de bloques se está convirtiendo en el nuevo notario digital del mundo. Y las baterías están empezando a desplazar a los motores de combustión.
REFLEXIÓN FINAL: EL PRECIO DE ESPERAR DEMASIADO
Los ciclos económicos no son estáticos, sino narrativas en constante movimiento. Y hoy, la historia que se empieza a escribir es la de una recuperación liderada por la productividad y la disrupción, enfatiza el estudio de ARK.
“La oportunidad no espera a los indecisos”, concluye Wood. “Quienes aguarden a que todo esté claro podrían perderse la parte más explosiva del crecimiento. Y en esta era, quedarse quieto es el mayor riesgo de todos”.
Así, entre las ruinas de una recesión no declarada y las semillas de una revolución tecnológica, el mercado vuelve a ofrecer a los inversores la pregunta más antigua del capitalismo: ¿arriesgarse al futuro o refugiarse en el pasado?