La NASA desvela el origen del oro en el universo
Nuevas observaciones apuntan a los magnetares como una fuente clave de elementos pesados como el oro

Durante décadas, los científicos se han preguntado de dónde proviene el oro que se encuentra en la Tierra y en otros cuerpos celestes. Ahora, gracias a datos recientes recopilados por misiones de la NASA y publicados en su portal oficial, se ha dado un paso importante hacia la resolución de este enigma cósmico. El hallazgo señala a los magnetares —estrellas de neutrones con campos magnéticos extremos— como posibles responsables de la formación temprana de elementos pesados, incluido el oro.
Este avance revoluciona las ideas previas, que situaban a las colisiones de estrellas de neutrones como principal fuente de este metal precioso. Con este descubrimiento, la NASA abre la puerta a un nuevo escenario en la nucleosíntesis estelar, especialmente en los primeros momentos del universo.
El papel de los magnetares
Los magnetares son un tipo especial de estrella de neutrones, nacidas tras la muerte de estrellas masivas. Se caracterizan por tener los campos magnéticos más intensos que se conocen en el universo. Estas potentes estrellas pueden sufrir violentas erupciones, conocidas como "starquakes", que liberan enormes cantidades de energía.
Según el análisis de datos liderado por investigadores de la NASA, estos starquakes podrían crear condiciones suficientemente extremas como para sintetizar elementos más pesados que el hierro, como el oro, el platino o el uranio. En concreto, se estima que los magnetares podrían ser responsables de hasta el 10% del total de estos elementos en la Vía Láctea.
Una nueva pista sobre el oro primordial. Uno de los aspectos más interesantes del estudio es que los magnetares surgieron en etapas muy tempranas del universo. Esto sugiere que los elementos pesados formados en estos eventos explosivos podrían estar presentes en las primeras generaciones de estrellas, planetas… e incluso en nuestro sistema solar. El oro que hoy llevamos en forma de joyas o componentes tecnológicos podría tener, por tanto, un origen más antiguo y violento de lo que se pensaba.
Ciencia y tecnología al servicio del cosmos
La investigación se ha basado en observaciones de misiones como el Fermi Gamma-ray Space Telescope y el Neutron Star Interior Composition Explorer (NICER), ambas pertenecientes a la NASA. Estos instrumentos permiten estudiar la estructura interna y el comportamiento de los magnetares mediante la detección de rayos gamma y rayos X.
Los resultados, aunque aún preliminares, ofrecen una perspectiva innovadora sobre la formación de elementos pesados. Además, complementan lo que ya sabíamos gracias a la observación de fusiones de estrellas de neutrones detectadas por observatorios como LIGO y VIRGO.
Un paso más en el mapa del universo
Este avance no solo aporta pistas sobre el origen del oro, sino que también ayuda a entender cómo se construyó la materia en el universo temprano. La NASA continuará analizando los datos de magnetares y otros fenómenos extremos para seguir desentrañando los secretos del cosmos.
Mientras tanto, el hallazgo refuerza una idea fascinante: el oro no solo es valioso por su rareza en la Tierra, sino por su origen en las cataclísmicas fuerzas que moldearon el universo.