La Iglesia de Sevilla reivindica trabajo decente y cuidado de la casa común
La fiesta del Primero de Mayo, día internacional del Trabajo y festividad de San José Obrero, fue la fecha escogida por la Delegación diocesana de Pastoral del Trabajo para ganar el jubileo con una peregrinación, más simbólica que otra cosa, entre la parroquia de Santa Cruz y la Capilla Real de la Catedral, donde el obispo auxiliar Teodoro León ofició la misa que les permitió lucrar las indulgencias jubilares. Pío XII puso a los trabajadores bajo el patronazgo de San José Obrero en 1955 en presencia de un numeroso grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro. Dijo en aquella ocasión el Papa: «El humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, debe ser también el próvido guardián de ustedes y de sus familias». El aire reivindicativo se evidenció desde la monición de entrada, en la que se pidió unir «a la gracia y el perdón que recibimos en el jubileo, nuestro compromiso con el mundo obrero y el trabajo, especialmente de los que no tienen uno decente», con especial mención de los migrantes, los jóvenes y «los que sufren problemas de esclavitud o trata ». Acción Conjunta contra el Paro, el organismo que aglutina a todas las entidades relacionadas con el trabajo en la archidiócesis, había hecho público un manifiesto titulado 'Trabajo decente: derecho, no privilegio', que se centraba en el lema del jubileo, en torno a la «falta de esperanza» entre los jóvenes que acceden al mercado laboral: «La falta de estabilidad laboral limita la capacidad de la juventud de imaginarse un futuro digno. La imposibilidad de acceder a empleos estables y con derechos consolida un modelo en el que la precariedad se convierte en lo normativo, afectando la salud mental y emocional de toda una generación». «Desde la Iglesia, queremos dar voz a los problemas que vive la juventud. Por ello, denunciamos este nuevo paradigma social, reclamando a las instituciones públicas y a la sociedad escucha para entender la precariedad laboral, la falta de acceso a la vivienda, o la problemática para conseguir estabilidad vital o emocional . Trabajar ya no es suficiente», se leía en otro párrafo de ese manifiesto jubilar. Monseñor León unió su voz a esta reivindicación en la homilía, que pronunció sin guión en torno a tres ejes. El primero, el trabajo digno «en el horario y en el lugar», dijo. El prelado se apoyó en el magisterio del difunto Papa Francisco, expresado en su encíclica 'Fratelli Tutti' : «Todos tenemos la misma dignidad; dentro de nosotros, todos somos iguales, llevamos dentro la semilla de la eternidad, el aliento de Dios. Todos, todos somos eternos, estamos llamados a defender los derechos de todas las personas humanas, como hijos de Dios que somos porque todos merecen un respeto y una dignidad», dijo. El segundo punto sobre el que articuló su prédica tuvo que ver con la ecología, de nuevo apoyándose en otra encíclica papal, la 'Laudatio Si '. «Dios ha puesto la Creación en nuestras manos, todo lo que nos rodea es 'nuestra madre Tierra', que hay que cuidar porque es una cadena que no se puede romper: cuidar de la ecología forma parte de la dimensión integral en toda la persona. Es nuestra obligación como cristianos: cuidar el lugar ecológico allí donde estemos», dijo. Por último, reflexionó brevemente, en términos más espirituales, sobre la santidad a través del trabajo, explicitada a partir del Vaticano II. « Lo importante es cómo hacemos lo que tenemos que hacer en nuestra vida, el trabajo que uno mismo va a hacer bien para transmitir la vida de Cristo; quiero ser en ese trabajo la imagen de Cristo, hasta convertirnos en santos de la puerta de al lado», dijo retomando un tema muy explotado de la exhortación 'Evangelii Gaudium'. El tono reivindicativo de la jornada pastoral continuó en la oración de los fieles, que l eyeron jóvenes con camisetas alusivas al trabajo precario en línea con lo expuesto en el manifiesto de Acción Conjunta contra el Paro, apelando a los gobernantes y políticos a defender el trabajo decente como un derecho y no un privilegio. En Roma, el jubileo de los trabajadores, previsto para este fin de semana con conciertos, actividades culturales y espirituales, se ha visto reducido a la peregrinación jubilar. El Papa tenía previsto presidir una misa el domingo 4 de mayo en San Pedro y desde ayer jueves se habían programado conciertos, actos reivindicativos, culturales y pastorales que se han anulado igualmente. Aun así, la Iglesia española ha querido estar presente para ganar el jubileo encabezando el obispo de Osma-Soria, Abilio Martínez, la delegación nacional que recordará especialmente la figura del Papa ahora fallecido. Tal como hizo en Sevilla monseñor León en el Día del Trabajo, festividad de San José Obrero.
La fiesta del Primero de Mayo, día internacional del Trabajo y festividad de San José Obrero, fue la fecha escogida por la Delegación diocesana de Pastoral del Trabajo para ganar el jubileo con una peregrinación, más simbólica que otra cosa, entre la parroquia de Santa Cruz y la Capilla Real de la Catedral, donde el obispo auxiliar Teodoro León ofició la misa que les permitió lucrar las indulgencias jubilares. Pío XII puso a los trabajadores bajo el patronazgo de San José Obrero en 1955 en presencia de un numeroso grupo de obreros reunidos en la Plaza de San Pedro. Dijo en aquella ocasión el Papa: «El humilde obrero de Nazaret, además de encarnar delante de Dios y de la Iglesia la dignidad del obrero manual, debe ser también el próvido guardián de ustedes y de sus familias». El aire reivindicativo se evidenció desde la monición de entrada, en la que se pidió unir «a la gracia y el perdón que recibimos en el jubileo, nuestro compromiso con el mundo obrero y el trabajo, especialmente de los que no tienen uno decente», con especial mención de los migrantes, los jóvenes y «los que sufren problemas de esclavitud o trata ». Acción Conjunta contra el Paro, el organismo que aglutina a todas las entidades relacionadas con el trabajo en la archidiócesis, había hecho público un manifiesto titulado 'Trabajo decente: derecho, no privilegio', que se centraba en el lema del jubileo, en torno a la «falta de esperanza» entre los jóvenes que acceden al mercado laboral: «La falta de estabilidad laboral limita la capacidad de la juventud de imaginarse un futuro digno. La imposibilidad de acceder a empleos estables y con derechos consolida un modelo en el que la precariedad se convierte en lo normativo, afectando la salud mental y emocional de toda una generación». «Desde la Iglesia, queremos dar voz a los problemas que vive la juventud. Por ello, denunciamos este nuevo paradigma social, reclamando a las instituciones públicas y a la sociedad escucha para entender la precariedad laboral, la falta de acceso a la vivienda, o la problemática para conseguir estabilidad vital o emocional . Trabajar ya no es suficiente», se leía en otro párrafo de ese manifiesto jubilar. Monseñor León unió su voz a esta reivindicación en la homilía, que pronunció sin guión en torno a tres ejes. El primero, el trabajo digno «en el horario y en el lugar», dijo. El prelado se apoyó en el magisterio del difunto Papa Francisco, expresado en su encíclica 'Fratelli Tutti' : «Todos tenemos la misma dignidad; dentro de nosotros, todos somos iguales, llevamos dentro la semilla de la eternidad, el aliento de Dios. Todos, todos somos eternos, estamos llamados a defender los derechos de todas las personas humanas, como hijos de Dios que somos porque todos merecen un respeto y una dignidad», dijo. El segundo punto sobre el que articuló su prédica tuvo que ver con la ecología, de nuevo apoyándose en otra encíclica papal, la 'Laudatio Si '. «Dios ha puesto la Creación en nuestras manos, todo lo que nos rodea es 'nuestra madre Tierra', que hay que cuidar porque es una cadena que no se puede romper: cuidar de la ecología forma parte de la dimensión integral en toda la persona. Es nuestra obligación como cristianos: cuidar el lugar ecológico allí donde estemos», dijo. Por último, reflexionó brevemente, en términos más espirituales, sobre la santidad a través del trabajo, explicitada a partir del Vaticano II. « Lo importante es cómo hacemos lo que tenemos que hacer en nuestra vida, el trabajo que uno mismo va a hacer bien para transmitir la vida de Cristo; quiero ser en ese trabajo la imagen de Cristo, hasta convertirnos en santos de la puerta de al lado», dijo retomando un tema muy explotado de la exhortación 'Evangelii Gaudium'. El tono reivindicativo de la jornada pastoral continuó en la oración de los fieles, que l eyeron jóvenes con camisetas alusivas al trabajo precario en línea con lo expuesto en el manifiesto de Acción Conjunta contra el Paro, apelando a los gobernantes y políticos a defender el trabajo decente como un derecho y no un privilegio. En Roma, el jubileo de los trabajadores, previsto para este fin de semana con conciertos, actividades culturales y espirituales, se ha visto reducido a la peregrinación jubilar. El Papa tenía previsto presidir una misa el domingo 4 de mayo en San Pedro y desde ayer jueves se habían programado conciertos, actos reivindicativos, culturales y pastorales que se han anulado igualmente. Aun así, la Iglesia española ha querido estar presente para ganar el jubileo encabezando el obispo de Osma-Soria, Abilio Martínez, la delegación nacional que recordará especialmente la figura del Papa ahora fallecido. Tal como hizo en Sevilla monseñor León en el Día del Trabajo, festividad de San José Obrero.
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