La belleza de la ardilla arcoíris: Una criatura multicolor que habita los bosques de la India
En lo profundo de los bosques del centro y sur de la India vive un animal que parece salido de un cuento de hadas: la ardilla gigante de Malabar (Ratufa indica), conocida popularmente como la “ardilla arcoíris”. Esta especie, que ostenta el Récord Guinness como la ardilla más grande del planeta, no solo sorprende por su […]

En lo profundo de los bosques del centro y sur de la India vive un animal que parece salido de un cuento de hadas: la ardilla gigante de Malabar (Ratufa indica), conocida popularmente como la “ardilla arcoíris”. Esta especie, que ostenta el Récord Guinness como la ardilla más grande del planeta, no solo sorprende por su tamaño —hasta un metro de longitud incluyendo su cola—, sino por su pelaje inigualable, que mezcla tonos púrpura, naranja, rojo y negro, siendo así una obra de arte viviente.
¿Por qué la ardilla arcoíris es tan colorida?
El enigma de su pelaje multicolor aún desconcierta a los científicos. Algunas hipótesis sugieren que sus tonalidades podrían funcionar como camuflaje entre las sombras moteadas del follaje, ayudándola a evitar a sus depredadores naturales, como las águilas serpentinas.
En un estudio publicado en 2021, se documentó a una ardilla permaneciendo inmóvil durante más de media hora en lo alto de un árbol mientras un ave rapaz sobrevolaba la zona, demostrando una sorprendente estrategia de defensa basada en la quietud y la mimetización.
Una maravilla visual entre los árboles
A diferencia de sus primas urbanas, como la ardilla gris oriental que juguetea por los parques de Nueva York, la ardilla Ratufa indica vive exclusivamente en las alturas de los árboles, desplazándose entre las ramas con la gracia de un acróbata. Su rutina diaria transcurre en lo alto del dosel forestal, donde construye nidos redondeados —llamados “dreys”— con hojas, ramas y tallos entrelazados, sostenidos por bifurcaciones estratégicas de los árboles.
Te puede interesar > Leones marinos atacando a personas en California: ¿Qué está provocando su comportamiento?
Pese a su imponente presencia, esta ardilla es de carácter solitario. Solo se le suele ver en pareja durante sus dos temporadas de apareamiento: una antes del monzón (febrero-marzo) y otra después (agosto-septiembre). En el resto del año, su mundo es un reino silencioso en lo alto de los árboles.
Una dieta con un factor único
Aunque su alimentación es predominantemente herbívora —frutas, hojas, corteza y semillas—, la ardilla arcoíris también consume insectos y huevos de aves. Esta dieta omnívora le permite adaptarse a distintos recursos alimenticios, aunque estudios recientes publicados por Taylor & Francis Group han revelado un curioso comportamiento: algunas ardillas almacenan semillas duras en sus nidos arbóreos, pero nunca las comen frescas, probablemente debido a compuestos químicos naturales presentes en ellas.
En peligro entre la belleza
Pese a que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) clasifica a la Ratufa indica como una especie de “preocupación menor”, la realidad sobre el terreno es más sombría. Sus poblaciones, aunque dispersas por zonas protegidas, enfrentan un ritmo alarmante de reducción debido a la fragmentación del hábitat. La expansión de plantaciones, la deforestación selectiva, los monocultivos, la construcción de presas y la caza local amenazan con borrar a este ícono de los bosques indios.
Te puede interesar > Una década sin pesca: el plan de Sudáfrica para proteger a los pingüinos
En regiones como los Ghats orientales, donde las actividades humanas avanzan sin tregua, la caza de esta especie ha alcanzado niveles críticos. La pérdida de su hábitat y el aislamiento de sus poblaciones requieren acciones urgentes, incluyendo monitoreo continuo, protección legal y estudios taxonómicos más profundos, como lo señalan los expertos de Animal Biodiversity and Conservation.
La ardilla más grande del mundo… y quizás la más hermosa
Pese a pesar hasta 2 kilos y medir el doble que muchas otras ardillas, la ardilla arcoíris no es una amenaza para nadie. Es tranquila, sigilosa y esencial para la salud de su ecosistema. Cada salto que da entre las ramas —de hasta seis metros de longitud— es una danza por la supervivencia. Cada pelo de su colorido pelaje es un recordatorio para que el mundo no la olvide.