Jeff Van Gundy dieciocho años después
El despido de ESPN le dejó sin rumbo, los Celtics le salvaron y ahora es el arquitecto de una de las mejores defensas de la liga. La entrada Jeff Van Gundy dieciocho años después se publicó primero en NBAManiacs. Source: NBAManiacs


Cuando alguien hace algo durante 17 años, piensa que lo va a seguir haciendo por el resto de sus días. O al menos que tendrá el poder de decidir marcharse en sus propios términos. Esos mismos que creía poseer en 2007 Jeff Van Gundy. El por aquel entonces técnico de los Houston Rockets había llevado a la franquicia a un récord de 52-30. El mejor desde 1997. Años de Hakeem Olajuwon.
Sin embargo, aquel conjunto con Tracy McGrady y Yao Ming a la cabeza iba a repetir caída en primera ronda. Era la tercera en cuatro años. Esta vez, en siete partidos ante los Utah Jazz todavía de Jerry Sloan, Deron Williams y Carlos Boozer. Frustrado por la prematura caída, una más, Van Gundy admitió necesitar unos días para repensar su continuidad.
Haciendo acopio del estatus granjeado en Nueva York como heredero de Pat Riley, Jeff había incluído en su contrato un año extra no garantizado que le permitía ese poder de decisión al término de la temporada. Él mismo fue el que instó a la organización a buscar sustitutos para tener un plan secundario mientras se lo pensaba. Pecó de inocente. Esos días de mayo de 2007 la franquicia vivía tiempos de cambio. Les Alexander, propietario, había promovido a un tal Daryl Morey, hasta entonces a la sombra de Carroll Dawson en las oficinas, como GM del equipo.
El joven de 35 años, licenciado en ingeniería informática una década antes, llegaba con ideas totalmente transformistas. No solo a Houston, sino al deporte en general. Pues de todo lo que envolvía al baloncesto, a él le hechizaban los números más que cualquier otra cosa. Van Gundy, representante de una vieja escuela todavía imperante en los banquillos, se encontró la puerta del despacho cerrada cuando intentó volver a llamar. Morey aún no tenía a su sustituto, pero ya había decidido ir por otro camino.
La franquicia entonces se escudó en que, de haber tomado antes la decisión, el entrenador hubiese tenido su asiento disponible. Jeff defendió a capa y espada que él sí había comunicado su intención de seguir, que discrepaba abiertamente con la decisión de su cese, pero que la respetaba.
Antes incluso de cerciorarse de que su carrera como entrenador de élite se iba a topar con un punto como mínimo aparte, Van Gundy se había comprometido con ESPN para hacer de analista de las retransmisiones en aquellos playoffs. Ya había hecho apariciones en televisión durante su hiato entre Knicks y Rockets en 2002 y 2003. Pero esta vez iba a encontrar en el micrófono el refugio a la decepción de los banquillos. “Lo que pensé como algo pasajero, se convirtió en mi segunda profesión”, decía a menudo que para alegría de su familia.
Tanto gustaron sus aportaciones en el análisis que desde esa misma postemporada fue el ‘colorista’ de Mike Breen y Mark Jackson para las series finales entre Spurs y Cavaliers. Sustituyendo nada menos que a Hubie Brown.

Desde entonces, Van Gundy se convirtió en una de las voces del deporte estadounidense. Formando junto a sus dos inseparables compañeros el trío titular de las retransmisiones de ESPN durante los siguientes tres lustros. Hasta que, en 2023, a Jeff le tocó volver a aprender que las cosas a menudo no son como uno piensa y que no suceden acorde con cómo uno las planea. La ahora filial de Disney lleva unos años remodelando su plantilla en aras de reducir costes, a pesar de los contratazos firmados recientemente por figuras como Stephen A. Smith o Kendrick Perkins. El éxodo de talento ha sido grande en la última década: Marc Stein, Tom Haberstroh, Zach Lowe, Bill Simmons…
La salida de Van Gundy fue distinta a estas. El extécnico era una de las voces más representativas de esa corriente de opinadores críticos con el juego actual. Una posición que, de un tiempo a esta parte, había empezado a incomodar a la propia NBA. En los círculos de la Liga se pensaba que desde las televisiones no se estaba vendiendo el producto lo suficientemente bien. ESPN aprovechó una nueva partida de recortes salariales para relegar a Van Gundy en junio de 2023. Su compañero Mark Jackson renunciaría poco después.
Sin rumbo
El despido le llegó a Van Gundy en un punto delicado a nivel personal. “Mi hijo pequeño se fue de casa a la universidad y sentí esa soledad del padre que ve a sus hijos crecer. Ese mismo agosto, mi cuñada [esposa de Stan Van Gundy], falleció trágicamente y mi mejor amigo en Houston fue diagnosticado de cáncer y ha muerto esta primavera”, contaba el técnico y analista en el podcast que su amigo Mark Jackson tiene con su hijo.
De repente, Jeff no tenía un hilo del que tirar. A los 61 años, se había quedado sin el que había sido su principal porvenir durante casi dos décadas y sus propósitos vitales lucían nublados en el horizonte.
A su círculo cercano le contó que quizás volvía a entrenar. Al fin y al cabo, su tendencia crítica con el baloncesto actual nacía sobre todo de las ganas que ocultaba en su interior de volver a tomar parte en el juego. De hecho, se había dejado querer por un par de franquicias poco antes de ser despedido por ESPN. Pero era poco realista. Volver a la rueda de la liga como entrenador jefe tanto tiempo después no era una posibilidad. Menos aún teniendo en cuenta que las franquicias cada vez reniegan más de perfiles como el suyo, abrazando a técnicos de nueva cuña. Su presencia en el staff técnico de Steve Kerr en el Team USA no era aval suficiente.
Fue entonces cuando apareció lo que el propio Van Gundy denomina como un salvavidas. “Después del mundial estaba en un lugar extraño. No sabía dónde me dirigía”. Simplemente descolgó el teléfono y aceptó la oferta por tener algo con lo que ocupar su tiempo e inquietudes. Al otro lado estaba Brad Stevens, un ejecutivo al que apenas conocía y que le iba a ofrecer un rol como consultor de sus Boston Celtics con la idea de sumar una voz veterana a un grupo de técnicos imberbes liderado por Joe Mazzulla. “Es una de las experiencias más rejuvenecedoras que he vivido. Brad Stevens y Joe Mazzulla me dieron una línea vital a seguir”.
Van Gundy ayudó a unos Celtics históricos a mantener el tono competitivo, especialmente en lo defensivo, durante todo el curso. Porque Boston ya era excelso en ataque, pero pecaba de dejarse ir atrás cuando su potencial era ilimitado.Pese a no tener apenas contacto con los jugadores, Jeff se sintió parte del decimoctavo faldón de los verdes, pero con la pasión por la competición revitalizada, buscó algo más ahí fuera. Tyronn Lue, exjugador suyo en los Rockets y compañero en el Team USA, le quería a su lado como asistente de Los Angeles Clippers.
El escudero Jeff Van Gundy
La historia reciente de los Knicks es llamativa porque, en un lugar tan presuntuoso como parece Nueva York (Manhattan para ser exactos) visto desde fuera, Pat Riley construyó una identidad basada en saberse el underdog. El propio Riles parecía haber salido de la nada cuando Paul Westhead decidió que fuese su asistente en aquella osadía de sustituir a Jack McKinney tras su grave accidente y así continuar la fundación de los Lakers del Showtime. Y Van Gundy fue a Pat lo que un día él mismo fue para Westhead.
Jeff llegó a los Knicks con tan solo 28 años ya habiendo sido ayudante de Rick Pitino en Providence y, bajo la tutela de Riley, fue escalando posiciones en la jerarquía del staff por un simple hecho: era un obseso del juego. Ya en su época, fue uno de los primeros en volverse loco con lo que una buena edición de vídeo podía transmitir a los jugadores a la hora de limar esquemas. Y claro, tenía una especial fijación por lo defensivo. Así, que cuando el experimento del innovador Don Nelson, los jugadores no dudaran en reconocerle como uno de los suyos.
Es ese espíritu contestatario de revolverse como animal herido ante una situación amenazante el que ha permeado en los Clippers durante toda la temporada. Un conjunto en el que Norman Powell e Ivica Zubac han roto con todas las expectativas en lo que a su rendimiento ofensivo se refiere. En el que un James Harden fallón en el tiro durante buena parte del curso ha alimentado un ataque por encima de sus posibilidades. Pero sobre todo, un grupo basado en la defensa como principio irrenunciable.
Lue es un gran entrenador. Lo tiene todo. Como exjugador, sabe de sobra cómo tratar con un vestuario. Maneja a la maravilla el entorno de la franquicia. Y después, hay pocos tan acertados en los planteamientos y las intervenciones como él. Sin embargo, una de sus mayores virtudes es que se deja ayudar y aconsejar por quienes le rodean.

Desde el inicio de la pretemporada, Lue dejó que fuese Van Gundy quien se ocupase del apartado defensivo del equipo casi por completo. Sabía que no podía mantener a su nuevo compañero en un perfil bajo. Por mucho que los años y su otra profesión le hubiesen cambiado, a Jeff pronto le salía ser cercano y abrasivo con los jugadores.Ya en el training camp, los reporteros que siguen al equipo se cansaron de oír que la defensa iba a ser el punto de énfasis desde el inicio. “Está continuamente encima de nosotros”, decía Kris Dunn a mediados de octubre.