Innovar con propósito: Fundación INCIDE
Para que la innovación farmacéutica avance en México, es fundamental contar con una ruta clara, coordinación efectiva y una apuesta firme por el talento nacional. Solo con visión estratégica será posible convertir las ideas en soluciones tangibles que beneficien a la población.

En un entorno donde la palabra “innovación” suele gastarse en discursos huecos, hay quienes entienden cómo convertirla en valor real. Ese es el caso de Diego Ocampo Gutiérrez de Velasco, vicepresidente de Innovación de Grupo Neolpharma y recién nombrado presidente de la Fundación INCIDE, quien está trazando una ruta concreta para detonar ciencia útil y con impacto en México.
Ocampo parte de una premisa clara: el país no puede seguir siendo solo un centro de manufactura o maquila para la industria farmacéutica global. La reconfiguración de cadenas de suministro a nivel internacional, el llamado nearshoring y la presión por relocalizar procesos estratégicos son oportunidades que México no puede desaprovechar. Pero aprovecharlas implica más que voluntad: exige visión, articulación y estructura.
Uno de los mayores retos del ecosistema de innovación mexicano es el conocido “valle de la muerte”: ese espacio donde miles de investigaciones terminan estancadas en tesis, papers o patentes sin llegar nunca al mercado. Para Ocampo, uno de los propósitos clave de Fundación INCIDE es cerrar esa brecha.
La propuesta es apostar por esquemas de vinculación más efectivos entre universidades, industria y gobierno. En particular, destaca la estrategia de “retos industriales”: problemas reales lanzados por el sector empresarial a centros de investigación y startups, para generar soluciones tecnológicas viables y aplicables. Este modelo ha sido probado con éxito en estados como Jalisco y Nuevo León, y ahora, busca extenderse a otras regiones del país, como Ciudad de México, Estado de México y Veracruz.
Pero no se trata solo de cooperación. También se requiere un entorno legal y normativo que. incentive la adopción de innovación. Ocampo ve con buenos ojos la reforma a la Ley de Adquisiciones que permite contratos marco con proveedores innovadores. Esto permitiría al Estado mexicano no solo ser comprador, sino socio estratégico en el desarrollo de tecnologías de salud. “Si el gobierno invierte en etapas tempranas, debe también comprometerse a adquirir esos productos si resultan útiles y eficaces”, afirma.
Además, existen herramientas infrautilizadas que podrían tener un rol mucho más activo, como el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) y su red de Oficinas de Transferencia de Tecnología (OTTs). Para Ocampo, muchas patentes en México no se traducen en productos reales porque falta una cultura de escalamiento y seguimiento. Su visión es clara: esas ideas deben convertirse en soluciones accesibles, sostenibles y con impacto en la salud pública.
En esa misma línea trabaja el programa Booster & Demo Day de Fundación INCIDE, un evento que ya ha logrado conectar a más de 40 proyectos con fondos de inversión, laboratorios, centros de salud y mentores. “Muchos emprendedores tienen propuestas valiosas, pero no saben cómo navegar el entorno regulatorio, financiero o industrial. Nuestra misión es darles ese impulso profesional”, explica Ocampo.
Más que solo incubar empresas, el objetivo es construir una cantera de startups que se alineen con estándares regulatorios, calidad clínica y colaboración multisectorial. El ecosistema de innovación farmacéutica no puede darse el lujo de improvisar: requiere rigurosidad, pero también confianza.
Uno de los mensajes más sólidos de Ocampo es cultural: dejar atrás la lógica de competencia cerrada entre instituciones y adoptar modelos de colaboración abierta. Inspirado por su experiencia académica en Japón, defiende que el futuro de la ciencia mexicana pasa por compartir equipos, líneas de investigación y resultados entre universidades. “La innovación abierta no es una moda, es una necesidad. Hay que empezar a sumar capacidades y dejar de duplicar esfuerzos”, sostiene.
En esa dirección, plantea que Fundación INCIDE evolucione hasta convertirse en un nodo nacional
de articulación, capaz de ordenar el ecosistema, identificar actores clave y construir mecanismos de cooperación que ofrezcan certidumbre técnica y financiera a los desarrollos.
Ocampo también preside las comisiones de Investigación y Desarrollo en Canifarma y Anafam, lo que le permite tener una visión integral del sector. Pero más allá de los cargos, lo relevante es su enfoque: ciencia útil, centrada en el paciente, con base en evidencia y políticas que impulsen el desarrollo local.
Su diagnóstico es honesto: “En México ya se innova. Tal vez no en la escala deseada, pero sí con calidad. Lo que nos hace falta es confianza y estructura”.
Este cambio de liderazgo en Fundación INCIDE no es solo un relevo generacional. Es una señal de que hay voluntad para pasar del potencial a la ejecución. Y ese es el salto que hoy más necesita la industria farmacéutica nacional.
Innovación que da la batalla contra la diabetes tipo 2
La diabetes tipo 2 ha dejado de ser un problema de salud aislado para convertirse en un desafío estructural en México. Con más de 18 millones de personas viviendo con esta condición (según los últimos datos disponibles del Inegi), el país se enfrenta a una verdadera epidemia metabólica con costos humanos y económicos incalculables. En este contexto, la aprobación de tirzepatida por parte de Cofepris representa un parteaguas en el tratamiento de esta enfermedad crónica.
Desarrollada por el laboratorio Eli Lilly, esta nueva molécula propone un enfoque terapéutico distinto al de la insulina tradicional. Al actuar sobre dos hormonas digestivas, logra reducir significativamente los niveles de glucosa en sangre y favorece la pérdida de peso, uno de los. factores críticos en el control de la diabetes tipo 2. Más allá de su eficacia clínica —avalada por estudios como SURPASS-2—, el fármaco refleja una tendencia: la medicina se está volviendo más personalizada, más efectiva y, por tanto, más exigente.
Pero la innovación por sí sola no basta. El verdadero reto es llevar estos avances al terreno real: el consultorio, la receta bien prescrita, el paciente que comprende su enfermedad y el médico que cuenta con herramientas confiables. Por eso, iniciativas como ésta de Lilly busca construir conciencia sobre el acceso, la consulta y el uso responsable de tratamientos complejos.
Es importante remarcar: Lilly no solo introduce un nuevo medicamento. Está empujando los límites de lo posible en la atención endocrina, con un enfoque que incluye educación, acompañamiento emocional y colaboración con autoridades sanitarias. Así, la biotecnología no se queda en el laboratorio: se convierte en una aliada del sistema de salud.
En un país donde muchos casos de diabetes tipo 2 siguen sin diagnóstico y donde la atención suele llegar tarde, tirzepatida podría ser la diferencia entre complicación y control, entre deterioro y esperanza. Al tiempo.
Sala de Urgencias
- Una esperanza que se nubla. Graciela Castillo Espinosa, de 79 años y vecina del Estado de México, fue diagnosticada hace cuatro años con cataratas en ambos ojos. Desde entonces, su capacidad visual ha disminuido casi por completo. A pesar de contar con derechohabiencia en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), no ha logrado ser operada dentro de esta institución. Frente a esta negligencia y falta de atención, sus hijos exploraron la posibilidad de incluirla en el programa gratuito “Ver por México”, impulsado por el gobierno federal. No obstante, durante una reciente revisión médica realizada en la. Escuela de Enfermería del Hospital Magdalena de las Salinas, se les notificó que, debido a su afiliación al IMSS, la señora Graciela debe someterse a la intervención quirúrgica dentro del propio instituto o cubrir el costo completo, a pesar de que dicho programa ha sido presentado por la presidenta Claudia Sheinbaum como gratuito. Surge entonces la pregunta: ¿quién puede ayudar para canalizar correctamente a esta paciente y permitirle recuperar la vista sin más demoras?