Entrevista a Sekou Doumbouya: conociendo su metamorfosis desde el pozo

Tras un buen comienzo de temporada y un bache en medio, Sekou Doumbouya vuelve a mostrar su mejor versión en la Liga Endesa. En el duelo de este sábado ante Surne Bilbao Basket, el ala-pívot francés firmó uno de sus mejores partidos del curso: 19 puntos, 11 rebotes y 26 de valoración en el triunfo […] La entrada Entrevista a Sekou Doumbouya: conociendo su metamorfosis desde el pozo aparece en Gigantes del Basket.

Abr 13, 2025 - 10:23
 0
Entrevista a Sekou Doumbouya: conociendo su metamorfosis desde el pozo

Tras un buen comienzo de temporada y un bache en medio, Sekou Doumbouya vuelve a mostrar su mejor versión en la Liga Endesa. En el duelo de este sábado ante Surne Bilbao Basket, el ala-pívot francés firmó uno de sus mejores partidos del curso: 19 puntos, 11 rebotes y 26 de valoración en el triunfo andorrano. Hablamos con él para conocer su historia personal.

No supo prácticamente nada sobre baloncesto hasta los doce años, pero a los quince le trataban como profesional, a los dieciocho era drafteado por los Detroit Pistons y a los veintitrés, hastiado, estaba al borde de la retirada. “No es un sitio muy grande, así que puedes encontrar la felicidad”, cuenta sobre Andorra, donde relanza su ‘segunda carrera’. Sekou Doumbouya hace ruido al otro lado de los Pirineos.

Sekou Doumbouya es un tipo feliz. Acude puntual a su cita con Gigantes, calado con un colorido gorro playero y con una sonrisa impresa que no se le retirará prácticamente en toda la conversación, sea por disfrute o ironía. El flamante fichaje del Morabanc Andorra irradia juventud, pero está curtido en mil batallas profesionales y personales que le han encallecido. “Si miro hacia atrás, pienso: ‘joder, tengo 23 años y ya he pasado por todo eso’. Debuté como profesional a los 15 y he tenido muchos altibajos. Mi segunda carrera está empezando y tengo muchas ganas de afrontarla. Estoy a gusto y tengo hambre. Todo vuelve a empezar”, arranca.

La decimoquinta elección del draft de la NBA en 2019 por Detroit Pistons, calificado en su día como el proyecto más intrigante de aquella clase, y rodeado de elogios sobre su indiscutible potencial, jugó 96 partidos en la mejor liga del mundo, repartidos entre la decadente franquicia de Michigan y los opulentos Lakers… poco antes de que todo estuviera a punto de acabar. Hace algo más de un año, semiolvidado y mientras trataba de recuperarse de una lesión en el pie, por su cabeza pasaba, directamente, la idea de retirarse. “Fueron momentos jodidos, porque casi a la vez que me lesioné, pasaron muchas cosas. De gente a mi alrededor. La vida, ya sabe. Y engordé mucho, pasé de 105 a 122 kilos. Un desastre”, rememora. 

Este descomunal alero de 206 centímetros, nacido en Conakry (Guinea), pero emigrado con su familia a Francia a los nueve años, solo sentía hastío por el deporte que le había dado la oportunidad de su vida. “Estaba cansado de que hubiera gente queriendo aprovecharse de mí. No quería saber nada de baloncesto, porque pensaba que todos los problemas me los había traído él. Toda esa mierda y a toda a esa gente. Quería dejarlo”, asegura contundente. Entre mil demonios, algunos excesos y pocos esfuerzos, había roto incluso la relación con su agente, Bouna Ndiaye —el mismo, entre otros, de Victor Wembanyama—. Todo abocaba a un abismo impredecible, una vida sin halagos ni interés alguno para los demás, salvo los de siempre. Hasta que una conversación lo cambió todo: “Mi padre seguía en contacto con Bouna, y quiso que hablara con él. Me dijo que aún confiaba en mí, que era de los mejores jugadores que había conocido. Y después de esa conversación pensé, ‘joder, te gustan los retos, hazlo. Prueba cómo de lejos puedes llegar’”. Algo tocaría Ndiaye en la psique del africano para que este acometiera un cambio de chip tan radical. Atrás empezaba a quedar el dolor por la realidad de esa cacería que puede ser el profesionalismo. “Yo no leo mucho esas cosas, pero mis amigos me decían que la gente escribía mierda sobre mí”, admite.

Puro talento natural, de primeros destellos en el prestigioso INSEP y eclosión en un Limoges en el que el planeta empezó a mirarle, Doumbouya recuperó la ilusión por jugar. “Durante la lesión, y una posterior recaída, me preguntaba a mí mismo si realmente quería. Pero en todo ese tiempo de baja algo me faltaba, y entendí que era el baloncesto. Antes jugaba porque tenía talento, se me daba bien y me resultaba fácil. Pero ahora he encontrado ese punto de, ‘sí, tengo talento, se me da bien, pero quiero trabajar para llegar a mi máximo’. Esa es mi meta ahora. Ya no es el talento, ahora es un reto contra mí mismo”, expone. El jugador del Morabanc —17 puntos y 5 rebotes en el debut frente al Gran Canaria, antes de una inoportuna lesión de rodilla— tuvo que acometer un exigente plan para volver a parecer un profesional de la pelota naranja. “Después de la conversación con Bouna pesaba 117 kilos, era septiembre de 2023 y nos planteamos una meta: perder 15 en mes y medio. En mi cabeza sonaba imposible, pero si ellos creían en mí, tenía que retarme. Así que me fui a Dallas a trabajar, y en ese tiempo bajé a 103. A partir de entonces fue un ‘hazlo, joder’, porque sé que al 90% soy mejor que la mayoría de los jugadores, así que fue cuestión de recuperar hábitos y mejorar cada día. Ese era el plan y lo sigue siendo hoy”, desvela.

“No es solo baloncesto”

Sobre su experiencia NBA, el francoguineano asegura que, en general, “fue bastante buena”, sobre todo porque le hizo “aprender muchas cosas”. Tipo reflexivo, amante de la historia, y seguramente mucho más maduro, a la fuerza ahorcan, que la inmensa mayoría de sus coetáneos, Sekou no olvida. “Cuando estás allí te miran de forma diferente. Al fin y al cabo, es baloncesto, pero me hizo aprender sobre quien me rodea. Según la posición en la que estés, la gente cambia, eso fue lo principal. En lo baloncestístico no tengo queja, y siento que, pese a no seguir allí, soy mejor jugador ahora, pero no por haber estado en la NBA, sino por todo lo que he trabajado. Pero sobre todo me enseñó a conocer a la gente, a saber cómo tengo que dar mis siguientes pasos para gestionar mi vida en torno al baloncesto. La NBA no es solo baloncesto; también es política y negocio”, zanja. Y aunque crítico, asegura que no cambiaría nada. “No soy una persona con remordimientos. Creo que todo pasó porque tenía pasar, así que para mí, ante todo es una lección de vida. Los errores que pudiera cometer o la gente de la que me pude rodear… es el pasado, pero todo eso me hizo el jugador y la persona que soy hoy”, matiza.

Tras abandonar Estados Unidos, Doumbouya reapareció como profesional el curso pasado en el Chorale Roanne francés. Allí descolló ―21’1 puntos y 4’9 rebotes en 13 partidos― pero no pudo evitar el descenso. “Quise ayudar, pero llegué en una situación era muy mala. Lo intentamos, pero no funcionó”, lamenta, con los pies en el suelo. “Nunca pensé en que antes estaba en la NBA y luego en Roanne. Eso nunca cruzó mi mente”, subraya. Curiosamente, antes firmar en su país, pudo jugar en el Zunder Palencia, con el que entrenó dos semanas en febrero. “Mi agente me comentó la opción de probar. Estaba en París, había vuelto de Dallas y entrenaba solo, así que era una oportunidad de volver a trabajar con un equipo. Pero imagino que no era la pieza que necesitaba el entrenador y decidieron que no me quedara”, desgrana.

Con todo, la Liga Endesa no se le ha hecho esperar demasiado tras el escarceo castellano. Aquí, pese a lo que lleva vivido, sigue siendo tan intrigante como en su llegada a la NBA. “Creo que casi nadie me conoce, es así. No saben cómo juego y eso es una oportunidad de demostrar quién soy. No soy de esa clase de gente que se pone límites y en Andorra vamos a por todas, tanto yo como el equipo. Nuestra mentalidad es la de querer más y sorprender a la gente”, avisa. 

Si las lesiones le respetan, este portento físico dará otro paso más pronto que tarde. “Este año tuve algunos contactos ya, pero no quiero estar en Euroliga por estar. Quiero tomarme mi tiempo para cuando esté allí, sea en la Euroliga o en la NBA; quiero jugar. No quiero estar por estar, sino que confíen en mí y me den responsabilidad. Que se me respete a mí y a mi juego”, cierra quien apunta a ser una de las sensaciones de la temporada. 

Apunten su nombre, quizá ya no olviden más.

Francia o Guinea, esa es la cuestión.

Internacional francés en categorías inferiores —disputó el Eurobasket u18 en 2016—, Sekou Doumbouya aún no ha debutado como bleu a nivel absoluto con el país de su adolescencia. Sin embargo, para el primer guineano en ser drafteado en toda la historia, su origen es especial. “Me encantaba. No sabía nada de la vida, solo la empezaba, y en África las cosas son un poco diferentes. Iba a clase y luego estaba todo el día jugando al fútbol, descalzo. Sinceramente, no sabía absolutamente nada de baloncesto”, recuerda. “Cuando vuelvo a casa, todo el mundo me saluda, todos me conocen. Me recuerda a cuando estaba allí y alucinaba con los futbolistas, corría detrás de ellos… Es la leche”, valora. Por eso, asume que ha de dejar legado. “Quiero hacer muchas cosas, especialmente por los niños que sueñan con jugar al baloncesto, al fútbol o a lo que sea. Que sepan que venir de África no significa que no puedas triunfar. Tendrán que pasar por muchas cosas, pero podrán. Y para eso, necesitamos infraestructuras y gente que esté con ellos. Escuelas de baloncesto y fútbol… Hay que dar un paso, porque jugando en la calle no es lo mismo. Algo organizado, con buenos entrenadores. Quiero tener ese impacto y ayudar a conseguir lo que muchos países de África, como Senegal, ya tienen. Para Guinea sería muy bueno”, defiende.

Así que, con el corazón ‘partío’ —acudió a la ceremonia del draft con la bandera de Guinea bordada en una manga y la de Francia en la otra— no tendrá que tardar en decidir sobre cuál será su selección nacional. Aunque, de momento, no tiene prisa. “Mi mente está despejada y no quiero tener líos en la cabeza ahora mismo. No lo he decidido y estoy a la espera. Sé que gente en Guinea ya ha hablado con mis agentes, pero al mismo tiempo, tengo a Francia. Ahora lo que quiero es jugar al baloncesto y lo que tenga que venir, vendrá”, razona, misterioso.

 

La entrada Entrevista a Sekou Doumbouya: conociendo su metamorfosis desde el pozo aparece en Gigantes del Basket.