El que pueda filtrar, que filtre
En mitad de la investigación judicial de Ábalos, aparecen mensajes antiguos de Sánchez y Ábalos que la UCO tenía en su poder. Revelan las discrepancias ya conocidas entre Sánchez y los barones críticos con los pactos del PSOE con nacionalistasEl juez del Supremo dice que no hay “indicio alguno” de delito contra Ábalos por el rescate de Air Europa Era inevitable que Isabel Díaz Ayuso diera su opinión después de conocerse la filtración de los mensajes privados de Pedro Sánchez y José Luis Ábalos. Parecía satisfecha, al menos más que hace unas semanas cuando exigió que los empresarios se unieran con más decisión a las filas de la ofensiva contra el Gobierno. Su frase es reveladora: “Pienso que aquí cada uno tiene que dar su mejor versión, y lo están haciendo. Lo están haciendo muchos jueces, muchos fiscales, muchos periodistas, rectores, representantes de la sociedad civil, empresarios, que están dejándose la piel y dando su mejor versión”. La lista de los aliados antisanchistas favoritos de Ayuso empieza con jueces y fiscales, y no es una casualidad. Este fin de semana, se ha conocido la filtración de las conversaciones por WhatsApp de Sánchez y Ábalos aparecidas en El Mundo. El contenido de esos mensajes aparecía en dos memorias externas guardadas por Koldo García y de las que se había incautado la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en sus trabajos en la investigación judicial a Ábalos que tiene lugar en el Tribunal Supremo. Nada de lo que aparece en esos whatsapps tiene relación directa con los posibles delitos que se investigan. Son comentarios sobre las relaciones conflictivas de Sánchez con los presidentes autonómicos que discrepaban de su política de pactos. Su publicación está justificada por el interés informativo de cualquier comunicación del líder de un partido con la persona que tenía encomendada la relación con los líderes regionales. Lo que resulta inaudito es que salgan esos mensajes con la presumible intención de perjudicar los intereses del Gobierno, lo que suscita la sospecha de que puedan partir de la UCO o el Tribunal Supremo. Como mínimo, el deber de custodia lo tienen sobre aquella información a la que tengan acceso y que no tenga nada que ver con la investigación policial y judicial. Los primeros mensajes desvelados son de 2020 y 2021. Ábalos era secretario de Organización del PSOE, su número dos a casi todos los efectos, y el encargado de meter en vereda a los críticos en el partido. Los mismos que se oponían al Gobierno de coalición con Unidas Podemos apoyado por los nacionalistas vascos y catalanes en el Congreso sin tener una alternativa viable, ya que un Gobierno de gran coalición con el PP era imposible. Esas discrepancias eran públicas y notorias. Cuando aparecían en los medios, Sánchez ordenaba a Ábalos que consiguiera que los barones dejaran de “tocar los cojones”. Literalmente, es lo que estaban haciendo. En un pleno de las Cortes aragoneses en enero de 2020, Javier Lambán lamentó esa “especie de fascinación” que afectaba a la izquierda “por los nacionalismos irredentos” a los que en muchas ocasiones “somos incapaces de resistirnos”. Sánchez estaba pactando con los enemigos de España, dijeron en varias ocasiones Lambán y Emiliano García Page. Sánchez estaba harto de que esos “petardos”, como los llama en los mensajes, hablaran en público de sus discrepancias con la línea oficial del partido en una reacción que es bastante habitual en todas las formaciones. Ningún líder quiere que los subalternos cuestionen su política en términos que sean parecidos a las críticas de otros partidos. Eso es lo que hacían Page, Lambán y, en ocasiones, Guillermo Fernández Vara. Sánchez los tenía enfilados en las instrucciones que daba a Ábalos: “Deben ser conscientes de que son una minoría y de que son unos hipócritas”. Ábalos entra en el hemiciclo en febrero para dirigirse a su escaño del Grupo Mixto.

En mitad de la investigación judicial de Ábalos, aparecen mensajes antiguos de Sánchez y Ábalos que la UCO tenía en su poder. Revelan las discrepancias ya conocidas entre Sánchez y los barones críticos con los pactos del PSOE con nacionalistas
El juez del Supremo dice que no hay “indicio alguno” de delito contra Ábalos por el rescate de Air Europa
Era inevitable que Isabel Díaz Ayuso diera su opinión después de conocerse la filtración de los mensajes privados de Pedro Sánchez y José Luis Ábalos. Parecía satisfecha, al menos más que hace unas semanas cuando exigió que los empresarios se unieran con más decisión a las filas de la ofensiva contra el Gobierno. Su frase es reveladora: “Pienso que aquí cada uno tiene que dar su mejor versión, y lo están haciendo. Lo están haciendo muchos jueces, muchos fiscales, muchos periodistas, rectores, representantes de la sociedad civil, empresarios, que están dejándose la piel y dando su mejor versión”.
La lista de los aliados antisanchistas favoritos de Ayuso empieza con jueces y fiscales, y no es una casualidad. Este fin de semana, se ha conocido la filtración de las conversaciones por WhatsApp de Sánchez y Ábalos aparecidas en El Mundo. El contenido de esos mensajes aparecía en dos memorias externas guardadas por Koldo García y de las que se había incautado la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en sus trabajos en la investigación judicial a Ábalos que tiene lugar en el Tribunal Supremo.
Nada de lo que aparece en esos whatsapps tiene relación directa con los posibles delitos que se investigan. Son comentarios sobre las relaciones conflictivas de Sánchez con los presidentes autonómicos que discrepaban de su política de pactos. Su publicación está justificada por el interés informativo de cualquier comunicación del líder de un partido con la persona que tenía encomendada la relación con los líderes regionales. Lo que resulta inaudito es que salgan esos mensajes con la presumible intención de perjudicar los intereses del Gobierno, lo que suscita la sospecha de que puedan partir de la UCO o el Tribunal Supremo. Como mínimo, el deber de custodia lo tienen sobre aquella información a la que tengan acceso y que no tenga nada que ver con la investigación policial y judicial.
Los primeros mensajes desvelados son de 2020 y 2021. Ábalos era secretario de Organización del PSOE, su número dos a casi todos los efectos, y el encargado de meter en vereda a los críticos en el partido. Los mismos que se oponían al Gobierno de coalición con Unidas Podemos apoyado por los nacionalistas vascos y catalanes en el Congreso sin tener una alternativa viable, ya que un Gobierno de gran coalición con el PP era imposible. Esas discrepancias eran públicas y notorias.
Cuando aparecían en los medios, Sánchez ordenaba a Ábalos que consiguiera que los barones dejaran de “tocar los cojones”. Literalmente, es lo que estaban haciendo. En un pleno de las Cortes aragoneses en enero de 2020, Javier Lambán lamentó esa “especie de fascinación” que afectaba a la izquierda “por los nacionalismos irredentos” a los que en muchas ocasiones “somos incapaces de resistirnos”. Sánchez estaba pactando con los enemigos de España, dijeron en varias ocasiones Lambán y Emiliano García Page.
Sánchez estaba harto de que esos “petardos”, como los llama en los mensajes, hablaran en público de sus discrepancias con la línea oficial del partido en una reacción que es bastante habitual en todas las formaciones. Ningún líder quiere que los subalternos cuestionen su política en términos que sean parecidos a las críticas de otros partidos. Eso es lo que hacían Page, Lambán y, en ocasiones, Guillermo Fernández Vara. Sánchez los tenía enfilados en las instrucciones que daba a Ábalos: “Deben ser conscientes de que son una minoría y de que son unos hipócritas”.
De creer a Lambán, estos mensajes no son nada comparados con las conversaciones que tuvo con Sánchez. “Tuve tres o cuatro episodios con Sánchez, telefónicos todos ellos, donde me sorprendía la ira, la perdida de control incluso”, dijo el lunes. Lambán se queja de la “obsesión enfermiza” de Sánchez por controlar a sus barones. Lo que es seguro es que las gestiones de Ábalos no fueron muy efectivas, porque esos barones disidentes no dejaron de criticar a Sánchez. El director de El Mundo vendió la exclusiva con una frase que supone dar la vuelta a la realidad: “Así acabaron Sánchez y Ábalos con la disidencia interna”.
Ni siquiera perdieron la candidatura a revalidar sus cargos. Page sigue siendo hoy presidente de Castilla La Mancha. Lambán fue derrotado en las urnas al perder la mayoría en las autonómicas de 2023.
En el apartado de las reacciones más divertidas está la de Susana Díaz. “Verlo escrito es muy duro, muy jodido”, ha dicho la expresidenta andaluza. Si se conocieran los mensajes que Díaz envió a su gente en las primarias que perdió contra Sánchez, está claro que no se podrían dar en televisión en horario infantil.
El Mundo ha publicado una segunda tanda de mensajes de 2023 entre ambos. Ábalos fue destituido en 2021, aunque Sánchez, en atención a los servicios prestados, lo volvió a incluir en las listas electorales de Valencia en 2023, una decisión que a buen seguro luego lamentó. En sucesivos whatsapps, el exministro le enviaba largos mensajes de análisis político que Sánchez se limitaba a agradecer. “Siempre he valorado mucho tu criterio político. También tu amistad. En fin. Te mando un abrazo”, le respondió en una ocasión. El “en fin” significaba 'esto es lo que hay'. Si Ábalos pensaba que podía recuperar la confianza del líder, estaba muy equivocado. Forma parte de la naturaleza de los políticos cesados pensar que algún día se reconocerá el error que se cometió con ellos.
La novedad de estos últimos mensajes es aún menor, porque varios ya fueron publicados por esradio hace meses.
Los socialistas denuncian que se ha vulnerado el secreto de las comunicaciones privadas de Sánchez y apuntan al PP como responsable, a “su maquinaria del fango a costa de lo que sea”. Sobre el responsable directo, se limitan a señalar a quienes “tienen el deber de custodia” de los mensajes. Por otro lado, afirman que lo revelado no es nuevo y que no les afecta en absoluto. No contemplan presentar una demanda judicial por la filtración. Page no ha descartado que provenga de Ábalos: “Es legítimo pensarlo, pero yo no lo sé, ni tengo pruebas”. A estas alturas de la batalla, la idea de que el Gobierno pueda hacer algo para defenderle –a él o los otros investigados– está fuera de la realidad.
El PP ya pasó por la vergüenza de que se conocieran los mensajes de apoyo de Mariano Rajoy a Luis Bárcenas en un momento en que ya se sabía lo que había estado haciendo el tesorero del partido, incluidos los millones que guardaba en Suiza. No hay pruebas de que Sánchez conociera los asuntos en que estaban metidos Ábalos y su asesor Koldo García. Tiempo después, el expresidente confesó su error: “Me equivoqué al mantener la confianza en alguien que ahora sabemos que no la merecía. Cometí el error de creer a un falso inocente”. Siempre puede servirle a Sánchez como excusa en el caso de que Ábalos sea juzgado y condenado.
El Ministerio de Interior de Rajoy se ocupó de intentar que lo que supiera Bárcenas no perjudicara al líder del PP en lo que se llamó la operación Kitchen y que está pendiente de juicio. Pagada con fondos reservados, desde luego.
Los mensajes de 2023 de Sánchez demostrarían que no era consciente de los asuntos en que estaba metido Ábalos. De saberlo, seguro que se los habría ahorrado. Por otro lado, esas escuetas comunicaciones no le comprometían demasiado.
Para el PP, es otra demostración de que “lo sabía y lo tapó”, la frase que utilizaron el lunes Cuca Gamarra y Miguel Tellado y con la que resumen como robots todas las noticias del caso desde el primer día. No los van a sacar de ahí. Como diría Ayuso, necesitan que otros repitan con ellos esas palabras y den “su mejor versión”.