La principal puerta de entrada a España, Barajas, ha sido okupada (con k) por medio millar de indigentes y sufre una plaga de chinches que atacan, voraces, a empleados, pasajeros o visitantes ocasionales de unos edificios de lujo, sin parangón en Europa, abiertos al público las veinticuatro horas del día y provistos de servicios, calefacción, aire acondicionado y otras comodidades. Cualquiera que haya pasado por la T4 o la T1 en los últimos tiempos ha visto a esa legión de sintecho durmiendo en los pasillos o bajo los mostradores, después de haber transitado de un lado a otro por las instalaciones, aferrados a esos carros previstos para transportar maletas donde acumulan sus pertenencias. El espectáculo es tercermundista. Resulta en extremo...
Ver Más