El Eternauta, la pesadilla de grandes directores que quisieron llevar a Juan Salvo a la pantalla

La historieta escrita por Héctor Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López, que pasado mañana llega a Netflix, fue el sueño frustrado de varios cineastas

Abr 28, 2025 - 15:39
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El Eternauta, la pesadilla de grandes directores que quisieron llevar a Juan Salvo a la pantalla

El Eternauta apareció por primera vez en 1957 en las páginas de la revista Hora Cero, en donde se publicó hasta 1959. En una época de pocas pantallas y de lecturas apasionadas en todos los hogares, esta aventura escrita por Héctor Germán Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López se convirtió en una de las favoritas del público. Y esta es una de las razones por la cual a lo largo de las décadas, hubo innumerables intentos por adaptar la saga de Juan Salvo. Por este motivo, y a la espera de la ansiada adaptación que llegará de la mano de Netflix, hacemos un repaso por los principales intentos de llevar El Eternauta a la pantalla.

Un Salvo animado

Uno de los primeros intentos por adaptar El Eternauta llegó de la mano de un estudio especializado en animaciones para publicidad. Durante los años 60, la productora Gil & Bertolini se animó a fantasear con la posibilidad de hacer una serie o película animada basada en esa historieta. Lamentablemente y por falta de fondos, el proyecto quedó inconcluso.

Los fragmentos sueltos que sobrevivieron dan cuenta de escenas realizadas en rotoscopio (una técnica en la que se filma a los actores, para luego aplicarles un filtro animado). El proyecto, del que solo se realizaron 24 minutos, iba a comenzar con la aparición del propio Oesterheld, tal como sucede en el cómic (para esa escena, el propio guionista había puesto su cuerpo). Entre algunos efectos que llegaron a producir se destacaban unas marionetas articuladas de los cascarudos.

Por esa época, este fue el único intento de llevar El Eternauta a la pantalla, aunque algunas voces especializadas leen en Invasión, el film de 1969 dirigido por Hugo Santiago y escrito por Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, algunos ecos probables de esta historieta.

Tiempo de revancha

Adolfo Aristarain

Entre finales de los 70 y comienzos de los 80, Adolfo Aristarain se había consolidado como uno de los autores más relevantes del cine argentino. Sus películas de vocación claramente industrial como La discoteca del amor pisaban con fuerza y talento, mientras que sus policiales correspondientes a ese período eran obras maestras absolutas que brillaban en un momento aciago de la cinematografía nacional. Lector avezado y conocedor del universo oesterheldiano, Aristarain no tardó en soñar con la posibilidad de filmar la épica de Salvo.

El realizador comprendió que golpear las puertas de Hollywood era un mal necesario y en una nota publicada en LA NACION en 1998 expresó: “Es una película muy cara y donde no hay plata en serio no se puede hacer. Y terminás haciéndola con los yanquis, con lo cual hacés una película de ellos y la base de El Eternauta es muy porteña. Cuando me metí con el proyecto, mandé una traducción a los Estados Unidos. Era el momento en que había salido V: Invasión Extraterrestre y de allí me contestaron que era igual a V. Finalmente, la falta de presupuesto acorde y algunos conflictos con los derechos de la obra, terminaron por sepultar esa posibilidad.

De Pino a Moebius

Pino Solanas también quiso ponerse detrás de cámaras para un proyecto sobre El Eternauta

A finales de los años 80, otro director emblema del cine argentino jugó con la idea de El Eternauta. Con La hora de los hornos, Fernando “Pino” Solanas revolucionó el cine documental latinoamericano y su mirada profundamente política parecía muy afín al espíritu del “héroe colectivo” de la obra de Oesterheld. Sin embargo, esa idea se perdió, probablemente, frente al temido monstruo del financiamiento.

En el año 1996, Pablo Mosquera lanzó Moebius, una película de ciencia ficción que representaba una bienvenida rareza en el cine argentino de esa época. Mosquera era capaz de contar una gran historia haciendo una notable economía de elementos y quizá por eso era el candidato natural para llevar al cine la saga de Salvo. A comienzos de los 2000 e instalado en los Estados Unidos, este director pensó en dos historietas argentinas para adaptar al cine: El Eternauta y Parque Chas. Como ya le había sucedido a muchos de sus antecesores, los millones necesarios hicieron imposible concretar el sueño, pero decidido a rendirle tributo al maestro, el director trabajó incansablemente en un documental llamado El proyecto Oesterheld.

La mujer sin Eternauta

Lucrecia Martel

Distintas versiones también señalaron que Damián Szifrón y Álex de la Iglesia fantasearon con filmar El Eternauta, pero quien realmente sí estuvo notablemente cerca fue Lucrecia Martel. La realizadora de La ciénaga escribió un tratamiento para una adaptación que inicialmente tuvo luz verde. Pero luego de más de un año de dedicarle horas y horas al libreto, mimetizándose con la historia y su forma de narrarla, el proyecto dio marcha atrás. “Hice el esfuerzo de adaptar la historia, junto con otra gente, con mucho fervor. Comparadas con ese entusiasmo, la decisión de los productores de no hacerla fue miserable”, sentenció en ese momento Martel con evidente molestia.

Al parecer, la versión de la salteña se despegaba demasiado de la historieta original y los productores prefirieron busca una opción que fuera más fiel a la pieza de Oesterheld y Solano López.

Inspiraciones y ficciones complementarias

En medio del caos de películas fallidas, hubo largometrajes y series que tomaron el espíritu de El Eternauta para contar otras historias. El documental H.G.O., de Víctor Baylo y Daniel Stefanello es un valioso recorrido por la vida y obra del inabarcable Héctor Germán Oesterheld y de enriquecedora visión para complementar la lectura del cómic.

En la edición doceava del Bafici, Enrique Piñeyro se lució con un corto institucional que homenajeaba a la nevada mortal. En 2014, en Tecnópolis, se llevó a cabo una extraordinaria muestra que, bajo el título Huellas de una invasión, jugaba con un pasado en el que los sucesos de El Eternauta habían formado parte de la historia argentina real. A partir de esa premisa se exhibían como piezas de museo varios dioramas, armas y otros artículos que reflejaban que en Buenos Aires efectivamente hubo un grupo de argentinos que resistieron el embate de los alienígenas invasores. En el marco de esa muestra, un cortometraje mostraba imágenes de la batalla. Sin lugar a dudas, un trabajo imperdible.

En 2017 también se estrenó el corto animado 60 segundos de oscuridad, que retrataba el universo de la Buenos Aires de esa historieta. Y por último, pero no por eso menos importante, cabe recomendar Germán, últimas viñetas, una miniserie en la que Miguel Ángel Solá se pone en la piel de Oesterheld, en una época especialmente turbulenta para él.

El legado de El Eternauta es incalculable. Más allá de los documentales y los muchos intentos fallidos de adaptación, su espíritu contagió a innumerables artistas que citaron u homenajearon al entrañable Juan Salvo en otras artes como la música, por ejemplo. Y por este motivo es que la serie que el próximo 30 de abril llega a Netflix es la anhelada concreción de un proyecto que comenzó hace más de 60 años.