El día en el que la interna hizo crujir al Gobierno
Ocurrió el jueves, después de un cruce entre “karinistas” y “santiaguistas” que obligó a intervenir a Milei; la tensión por una posible renuncia de Francos; la IA desafía el modelo de gobernabilidad y sacude a la política
El jueves fue un día particularmente frenético en el seno del Gobierno. Las tensiones que se venían acumulando en los últimos meses estallaron al final por un episodio menor, pero simbólico. La turbulencia fue de tal magnitud que por primera vez en mucho tiempo se vio forzado a intervenir el propio Javier Milei, un líder poco afecto a involucrarse en internas políticas.
Durante toda la jornada hubo un vertiginoso cruce de llamadas a múltiples bandas entre cinco protagonistas: el Presidente, su hermana Karina, sus principales espadas políticas, Eduardo “Lule” Menem y Sebastián Pareja, más Santiago Caputo. Hubo discusiones fuertes, recriminaciones y reproches, reflejo de un clima interno que se complicó imprevistamente en las últimas semanas. “Fue un día caótico y el Presidente estaba muy enojado por tener que intervenir en un tema así”, graficó un testigo de esos intercambios. Nunca antes la interna del Gobierno había quedado tan expuesta.
El detonante del terremoto estuvo en Junín, donde el jefe del PAMI local y armador de LLA para la cuarta sección electoral, Alberto Pascual, un hombre de Pareja, fue duramente criticado por la influencer Marina Biagetti, después de que la expulsaran del partido por pertenecer al sector de Las Fuerzas del Cielo, que responde a Caputo.
El Gordo Dan prometió venganza, y Pascual también terminó afuera de la estructura libertaria. En definitiva, una disputa mínima que escaló a toda velocidad porque enfrentaba a un referente del esquema de Karina y Pareja, con otra del universo de Caputo y el Gordo Dan. “Karinistas” versus “santiaguistas”.
En los intercambios de ese día agitado Milei se enojó con Pareja por el episodio, pero después Karina lo rehabilitó y le encargó que se ocupe de elegir al reemplazante. Así fue designado Mauro Imperatori al frente del partido en Junín, que quedó envuelto en llamas.
Ese mismo jueves, temprano a la mañana, Pareja había reunido a su tropa en un lugar emblemático: Villa La Ñata, el kilómetro cero de Daniel Scioli. Allí se conversó abiertamente de la estrategia para resistir la ofensiva de las huestes de Caputo. Hubo quejas amargas por las operaciones que les hacen a través de las redes y sed de revancha.
Del otro lado también hubo señalamientos muy crudos sobre el armado que está haciendo Pareja en la provincia para las elecciones del 7 de septiembre. Le cuestionan sumar dirigentes peronistas de dudosa reputación. Por ejemplo mencionan el caso de Claudio Carrasco, quien fue candidato a intendente por el Frente de Todos en Suipacha, estuvo detenido cuatro años por causas vinculadas al narcotráfico, y ahora fue invitado a integrarse a LLA.
Las Fuerzas del Cielo se sienten tributarias de la identidad más pura del proyecto libertario, y esas impregnaciones peronistas le resultan dudosas. Del otro lado, los karinistas acusan al ala juvenil de carecer de territorialidad como para poder tener una oferta potable en las ocho secciones electorales. No se trata sólo de una disputa por cuotas de poder; también está en juego la fisonomía que tomará el proyecto libertario en la segunda parte de la gestión.
El episodio de Junín tuvo una metástasis inesperada en el cuerpo del PAMI. Ocurre que las delegaciones territoriales de la obra social son un espacio que controla mayoritariamente el ala de Karina, a través de Lule Menem, quien estuvo a cargo de designar a muchos jefes locales. Desde el Ministerio de Salud que conduce Mario Lugones, hombre de Caputo, se anunció una investigación interna por supuestas irregularidades en las contrataciones, y así estalló otro frente de disputa, con el tema de la transparencia como eje.
Pero el caso de Junín en realidad adquirió una temperatura superior porque se montó sobre el primer gran conflicto electoral del oficialismo: Santa Fe. Los ecos del tercer lugar obtenido en la constituyente de esa provincia se sienten hasta ahora. Caputo entendió que allí no habría que haber participado con fuerza propia, dado que había más para perder que para ganar, y que no era una elección en la que se expusieran los intereses reales de Milei.
Es parte de una idea más general, que propone que el Gobierno sólo dé las batallas locales simbólicas, como en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, y se concentre en las legislativas nacionales. Caputo tiene un proyecto más ambicioso de largo plazo, de construcción de un nuevo sistema político, con una hegemonía libertaria en confrontación con las fuerzas socialistas.
Desde ese lugar mira la conveniencia de mantener una convivencia razonable con gobernadores y referentes locales que pueden serle funcional, hasta que LLA logre su objetivo final. Pero entiende que la construcción debe ser lo más identitaria posible y, sobre todo, joven.
Sin embargo, a veces sucumbe en terrenalidades que se oponen a ese objetivo. Por ejemplo en Salta, cobija a la diputada Emilia Orozco, quien no para de criticar al gobernador Gustavo Sáenz, un aliado fiel del Gobierno en el Congreso. El viernes desembarcaron allí para acompañarla las huestes celestiales, con el Gordo Dan, Agustín Romo y Mariano Pérez al frente. El día anterior el mismo grupo estuvo en Jujuy para respaldar al postulante local Kevin Ballesty. Las dos provincias norteñas tienen elecciones el próximo domingo ¿Entonces las locales también importan?
Estas discrepancias derivaron en las últimas semanas en una secuencia de reuniones tensas de Caputo con Karina, y también con Pareja. Allí se expusieron las diferencias con frontalidad, pero no hubo una resolución clara. Después del episodio de Junín Milei admitió en alguna conversación reservada cuánto lo irritan estas rencillas. “Me sale el monstruo de adentro”, graficó con su lenguaje bestial.
Detrás de este cotillón, quedó eclipsado otro capítulo crítico de la interna: el que tuvo como protagonista a Guillermo Francos. El jefe de Gabinete quedó profundamente molesto por una frase de Milei que sugería que Caputo encarnaba una instancia de supervisión superior de su tarea. Ocurrió justo cuando el funcionario se aprestaba a enfrentar una interpelación en el Congreso por el escándalo $LIBRA, que había salpicado al Presidente y a su hermana.
Durante toda la semana en la Casa Rosada hubo preocupación por el tema y se pensó que tras la interpelación del martes el jefe de ministros cantaba las hurras. “En estas condiciones no puedo trabajar”, le habían escuchado decir. Finalmente Francos fue a Olivos el viernes y mantuvo una larga charla con Milei, en la cual le manifestó su descontento por lo que había interpretado como una desautorización. El mandatario se mostró amigable, atribuyó la comprensión de su frase a un malentendido y le ratificó su apoyo. Las aguas se calmaron por ahora.
Pero a pesar de todas estas turbulencias políticas que tan poco le atraen, Milei navega confortable en las aguas de la economía, que es la que al momento de la verdad va a definir la elección. La salida del cepo no fue traumática como algunos habían pronosticado y ahora el esfuerzo está puesto en controlar el pase a precios del acotado salto del dólar oficial (hubo desde mensajes públicos a las automotrices hasta límites encubiertos al último aumento del gas).
Si la inflación de abril da por debajo de marzo, el Presidente podrá hacer campaña diciendo que ajustó sin aumentar la pobreza, y que salió del cepo sin fogonazo inflacionario, aunque después la realidad sea mucho más compleja.
Sin embargo, el equipo económico no podrá relajarse. Hay un dato que lentamente empezó a permear en los mercados y que está reflejado en la dificultad para perforar el piso de los 700 puntos de riesgo país: las dudas sobre la acumulación de reservas. El mismo punto que casualmente acaba de subrayar el exviceministro de Economía de este gobierno, Joaquín Cottani.
Cuando Luis Caputo estuvo la semana pasada en Washington habló de que esa no era una preocupación inmediata y de que los objetivos pactados con el FMI (unos US$4000 millones este año) se cumplirían con los aportes de los organismos internacionales.
En esos mismos días funcionarios importantes del Fondo y del Tesoro norteamericano dejaron trascender su sorpresa con esos conceptos, porque para ellos está claro que el acuerdo habla de acumulación de reservas reales. “Si no cumplen, deberán pedir un waiver”, advirtieron con la mira puesta en la primera revisión del programa. Será un problema para más adelante.
Los dilemas kirchneristas
“Ella está convencida de que Axel ya tomó la decisión de romper y se prepara para competir por la tercera sección. Es lo único que le importa en este momento, aunque después en el balance provincial no le vaya del todo bien”. La conclusión corrió por cuenta de un interlocutor que habló en los últimos días con Cristina Kirchner.
Todas las señales que emite la expresidenta van en el mismo sentido. Y por el contrario, no hay ningún indicio de que en las últimas semanas hayan prosperados los intentos de acercamiento con el gobernador.
Ella avaló los pasacalles con la leyenda “Cristina 2025” que difundió su hijo Máximo, mientras Kicillof prepara un acto de virtual emancipación para el 24 de mayo y organiza una estructura paralela para competir por afuera del peronismo con el sello del Frente Grande, del intendente Mario Secco. Ella entiende que cualquier acuerdo no debería alejarse de la representación actual del peronismo, en el cual el kirchnerismo controla el 70% del bloque de diputados bonaerenses y el 90% de los senadores. Él, en cambio, pretende que las listas se repartan al menos 50% y 50%.
Luce cada vez más improbable un entendimiento. Sin embargo, los que intentan acercar posiciones piensan que todavía la suerte no está definida y que queda la última instancia de un diálogo entre ellos dos. “Ambos saben que no les conviene enfrentarse y quedar como responsables de un triunfo de Milei”, se ilusiona uno de los mediadores.
Quienes la escucharon últimamente dicen que la expresidenta admite que se expone a una derrota, pero que lo más importante para ella es mantener su hegemonía en el bastión histórico del peronismo, con o sin Kicillof. “Cristina pasó de defender el país, a defender la provincia, y ahora a defender 15 estaciones de trenes”, resume con acidez un perito conurbano.
En el entorno de Kicillof reconocen que si hay ruptura van a perder la tercera sección electoral, pero creen que pueden competir en todas las demás. Claro que esa división implicaría resignar la provincia a manos de los libertarios.
Un asesor cercano resume el cuadro de situación del siguiente modo: “Si el peronismo va unido, y los libertarios van con Pro, la elección es pareja. Si uno de los frentes se divide internamente y el otro no, pierde el que se divide. Si los dos se dividen, hoy se impondrían los libertarios por poco, pero a nosotros nos permitiría ganarle a La Cámpora en la cuenta general”. En el kirchnerismo, por el contrario, están convencidos de que Kicillof se expuso demasiado al desdoblar la elección y que no tiene candidatos ni una gestión para lucirse.
La IA desafía la gobernabilidad humana
Las internas libertarias. Las disputas kirchneristas. Los dardos venenosos de Mauricio Macri al Gobierno. La devolución de gentilezas hacia Jorge Macri. El astillamiento de la oferta electoral porteña que quedó evidenciada en un debate olvidable. El festival de candidatos y sellos en todas las elecciones provinciales. Si la escena política actual fuera uno de esos cuadros modernistas de figuras poliédricas el título de la obra sería “La descomposición”.
Toda elección de medio término es un plebiscito sobre la gestión del que gobierna. Pero esta vez también será un referéndum sobre la salud del sistema, que sobrevivió el 2023 porque emergió una figura externa como Milei, pero que sigue con pronóstico reservado. La Argentina, como otros países del mundo, padece el síndrome del desencanto de la sociedad con la dirigencia política, un divorcio que se manifiesta en un cuestionamiento a los sistemas democráticos a nivel global.
En este contexto, pasó esta semana por Buenos Aires el filósofo español Daniel Innerarity, quien acaba de publicar un libro sobre la inteligencia artificial (IA) y la política. En un abordaje lúcido y al mismo tiempo cauteloso, el escritor desglosa el potencial, pero también los límites de la IA.
En la charla que ofreció en el CIAS dejó flotando una aproximación al interrogante más desafiante para el futuro del sistema político: en un contexto en el que las sociedades son cada vez más demandantes y están más insatisfechas, y en la que los gobiernos exhiben cada vez mayor incapacidad para dar respuestas rápidas y satisfactorias, ¿puede la inteligencia artificial jugar algún rol en el medio del proceso de representación, tiene capacidad de reducir esa brecha de algún modo?
Innerarity habla de conceptos como “democracia aumentada”, en la que los algoritmos no sólo se dediquen a identificar preferencias e intereses de los ciudadanos sino también a “la posibilidad de reemplazar los votos por los datos”. Y cita una encuesta según la cual la mitad de los consultados, especialmente los más jóvenes, se mostraron de acuerdo con reemplazar a los parlamentarios por un sistema de inteligencia artificial con acceso a su información personal.
“Podríamos denominar esta nueva forma de democracia una ‘recocracia‘, es decir, una democracia en la que el demos se constituye como el agregado final de todas las recomendaciones recibidas”, resume, aunque desaconseja fuertemente esa resignación de las particularidades humanas a los sesgos predeterminados de los algoritmos.
Darío Giustozzi, exintendente de Almirante Brown reconvertido en predicador digital y director académico de una diplomatura sobre IA, Cibergobernanza y Tecnohumanismo, plantea que “el Estado, como sistema de gobierno de la era industrial, está obsoleto. Pero no tiene que desaparecer, debe mutar hacia un orden con otra dinámica, que responda a la velocidad de las nuevas demandas”.
Y en ese marco señala algunas experiencias, como el caso de China, donde ya hay 25.000 ciberjueces para delitos menores; Chile, donde opera una oficina de IA para asistir a legisladores; Corea del Sur, que empezó a codificar el concepto de “ciberderechos”; Estados Unidos, donde se presentó la primera herramienta de cibergobernanza, o Emiratos Árabes Unidos, que acaba de aprobar el primer ecosistema mundial de IA, que conecta leyes federales y locales con sentencias judiciales, servicios públicos y procedimientos ejecutivos, utiliza análisis de datos en tiempo real y se espera que reduzca en un 70 % el tiempo de elaboración legislativa.
A la mayoría de la dirigencia argentina todavía le queda un poco lejos la ventana al futuro.