El colapso da la razón a los preparacionistas: "Ni el kit de las 72 horas sirve en estos casos"
El caos que ha generado en la península ibérica las más de 12 horas sin luz ni red de telefonía ensalzan los cimientos del preparacionismo nacional

Durante algo más de doce horas, decenas de regiones en España estuvieron completamente incomunicadas el pasado lunes 28 de abril. El apagón eléctrico que sumió al país en el caos más absoluto desde el mediodía se prolongó, en algunos casos, hasta bien entrada la madrugada. De hecho, en la mañana del martes todavía quedaban municipios sin luz o cobertura.
Aunque la esperanza de recuperar el suministro en una horquilla de 6 a 10 horas rebajó el pesimismo en la población, la realidad es que la situación puso al descubierto las carencias, una vez más, que tiene España. Tragedias como la pandemia de la COVID-19, la DANA o la erupción en la Palma, así como episodios como Filomena, han puesto de manifiesto la poca estructura que tiene la nación.
Creíamos que teníamos la mejor sanidad del mundo y la mejor red eléctrica de Europa y ha resultado ser mentira. En estos contextos, cuando la ciudadanía más difícil tiene acceder a bienes de primera necesidad y poder seguir adelante con su vida, los preparacionistas asoman para cargarse de razones.
Los preparacionistas se cargan de razones
En Vozpópuli les hemos hablado ya del fenómeno del preparacionismo en alguna que otra ocasión. Son este grupo de personas que hacen acopio en sus casas, sótanos y búnkeres (en el caso de los más adinerados) de todo tipo de víveres, herramientas y útiles con los que afrontar grandes crisis.
¿Por qué? Pues porque viven convencidos de que uno no puede esperar que el Gobierno, sea del tipo que sea, responda por ellos en una situación límite. Además, y como vimos durante la pandemia de la COVID-19, los supermercados, en los primeros días, claves para planificar la supervivencia, no contaban con los recursos suficientes.
Cosas tan anacrónicas o anodinas en nuestro día a día como un transistor, todo tipo de pilas, herramientas multiusos, generadores, pastillas potabilizadoras, walkie-talkies, hornillos, cintas adhesivas, latas de conserva, leche en polvo o reservas de gasolina, por citar algunas de ellas, pueden marcar la diferencia en momentos como el del apagón.
Para saber cómo han pasado el apagón y qué opinan de la situación, este periódico ha hablado con tres preparacionistas afincados en Madrid y alrededores. Alberto nos comenta que, a pesar del apagón eléctrico que nos dejó tiritando, no sufrió ningún inconveniente a lo largo del día en su hogar.
"En mi casa tengo un generador bastante potente, el cual mi dinero me costó (risas) y ha mantenido todo funcionando a pleno rendimiento. Cuando volvió la luz lo desconecté a eso de las doce de la noche. Estos días repondré el gasóleo gastado".
Aunque tuvo a su familia más apegada cerca, no dudo en echar una mano a los vecinos colindantes con acciones tan básicas como calentar agua. Si hay una cosa que parece molestarles sobremanera es que se les meta en el mismo saco que todos ellos que se subieron al carro tras el famoso anuncio de la Unión Europea y su kit de 72 horas.
"Con todo el respeto, es una idea de bombero. Ni el kit ese de 72 horas que anunciaron sirve en estos casos. En ese kit no hay ningún generador, hornillo, pastillas potabilizadoras ni cosas de este estilo. Te incluyen cosas con las que no vas ni a la vuelta de la esquina".
Otro caso parecido es el de Manuel, que pudo estar en contacto con sus padres y hermano durante toda la jornada. Con motivo de Filomena, se convenció de la necesidad de abrazar el preparacionismo, por lo que empezó a acumular víveres, teniendo incluso que alquilar un trastero extra.
"Les regalé un pack de walkie-talkies a cada uno, con un alcance de casi 30 kilómetros. Son caros, la verdad, más que los que venden sitios como el Decathlon, pero joder mira ayer, pudimos hablar perfectamente hasta que volvió la red móvil a Madrid. Para cocinar tampoco tuvimos pegas, había carne en la nevera que pudimos hacer con un hornillo y salimos del paso perfectamente".
Comenta que, de haberse alargado la situación, habría acudido al trastero para trasladar los víveres a su casa, ya que esta es un piso de 60 metros que "da para lo que da". Los dos, por supuesto, contaban con un transistor a pilas para poder escuchar la última hora de lo que estaba sucediendo.
Por último, la historia de Jaime. Este muchacho de 23 años, estudiante todavía, es más reseñable. Vive todavía con sus padres en el sur de la capital y les convenció de gastarse dinero en adquirir cosas tan elementales para un apagón como un hornillo de gas, reservas de comida, faroles, agua y herramientas multitarea.
Debido a esto, cuando bajaron a la calle a dar una vuelta, apenas un par de horas después de haber podido comer unos buenos callos a la madrileña cincelado en el hornillo mientras la voz de la radio los acompañó bajo la luz de sus focos. Los preparacionistas se cargaron de razones en el apagón.