El caso de los ujieres toledanos del Congreso y la caminata de Sánchez Garrido
Desde el día del apagón, el toledano Héctor Molina cree un poco más en la humanidad . Y no porque tardara cuatro horas en llegar a Toledo desde el Congreso de los Diputados, donde trabaja como asesor del Grupo Parlamentario Socialista, sino porque pudo vislumbrar la solidaridad que anida en alma humana. Este lunes tuvo suerte, porque estaba de guardia y se llevó su coche a Madrid, en lugar de coger el AVE como hace habitualmente desde Toledo, y con su vehículo pudo llevar a varios compañeros del Congreso de vuelta a sus casas. Por el camino, más que ser testigo de una situación caótica en la capital de España, -que lo fue-, pudo comprobar cómo l os ciudadanos se ayudaban los unos a los otros. «La situación me impresionó mucho, Madrid estaba totalmente colapsado, con los semáforos apagados, pero ¡había gente dirigiendo el tráfico! La colaboración ciudadana fue tremenda , espectacular. Gente super tranquila, colaborativa, en una situación que a todos nos ha pillado de improviso, pero a lo que cada día estamos más acostumbrados». Molina se quedó muy impresionado también al ver que desde la Castellana a la plaza Elíptica «bajaba muchísima, muchísima gente andando, y luego siguieron andando por las autovías hacia Getafe, Leganés y Parla », sus lugares de residencia. Él seguía conduciendo, y sus compañeros de viaje eran dos ujieres del Congreso de los Diputados que resultó que eran de Toledo -extremo que él desconocía, y viceversa- además de «una chica de Getafe y otra de Navalcarnero». A todos los llevó a la puerta de sus casas y «al final fueron cuatro horitas desde que salí del Congreso hasta que llegué a Toledo, pero daba gual llegar antes que después» A juicio de Héctor Molina, «se nota mucha colaboración en la calle, había muchos turistas, no había nada de crispación. No pude contactar con mi familia y los policías de la comisaría del Congreso me advirtieron de que si salía de allí no iba a tener conexión, y por eso me llevé agua y un bollito para el camino. Fue buena la experiencia del viaje que compartí con mis compañeros; íbamos en silencio y escuchando la radio, y a la vez viendo el comportamiento de la gente». Por todo esto, este toledano de 46 años dice no creer en la opinión generalizada en la actualidad de que « cada vez la gente está más desequilibrada y desorientada; eso es mentira . Todos tenemos nuestros problemas personales, pero a la hora de actuar no hay ningún desequilibrio mental; cuando llegan estos momentos, t odo el mundo se olvida de sus problemas y colaboramos unos con los otros». Otro que sufrió las consecuencias del apagón fue el exalcalde de Toledo, Joaquín Sánchez Garrido. Se dirigía a Madrid a una comida «muy bonita» con exalcaldes de la Federación de Municipios y Provincias de hace 30 años, como Paco Vázquez. Le hacía mucha ilusión, pero...precisamente cogió el AVE de las 12.30 horas, y a los tres minutos hizo acto de presencia el apagón. «Cerca del Polígono, cuando pasa un puente, el tren se paró y estuvimos una hora dentro del tren. Luego nos evacuaron y nos vinimos andando hasta la estación, tres kilómetros todos los pasajeros andando en filita india por un camino muy estrecho». Dice el exalcalde que, acostumbrado a pasear de forma habitual, no le cansó la caminata. «Lo único es que iba con zapatos y chaqueta, y me la tuve que quitar, claro», subraya.
Desde el día del apagón, el toledano Héctor Molina cree un poco más en la humanidad . Y no porque tardara cuatro horas en llegar a Toledo desde el Congreso de los Diputados, donde trabaja como asesor del Grupo Parlamentario Socialista, sino porque pudo vislumbrar la solidaridad que anida en alma humana. Este lunes tuvo suerte, porque estaba de guardia y se llevó su coche a Madrid, en lugar de coger el AVE como hace habitualmente desde Toledo, y con su vehículo pudo llevar a varios compañeros del Congreso de vuelta a sus casas. Por el camino, más que ser testigo de una situación caótica en la capital de España, -que lo fue-, pudo comprobar cómo l os ciudadanos se ayudaban los unos a los otros. «La situación me impresionó mucho, Madrid estaba totalmente colapsado, con los semáforos apagados, pero ¡había gente dirigiendo el tráfico! La colaboración ciudadana fue tremenda , espectacular. Gente super tranquila, colaborativa, en una situación que a todos nos ha pillado de improviso, pero a lo que cada día estamos más acostumbrados». Molina se quedó muy impresionado también al ver que desde la Castellana a la plaza Elíptica «bajaba muchísima, muchísima gente andando, y luego siguieron andando por las autovías hacia Getafe, Leganés y Parla », sus lugares de residencia. Él seguía conduciendo, y sus compañeros de viaje eran dos ujieres del Congreso de los Diputados que resultó que eran de Toledo -extremo que él desconocía, y viceversa- además de «una chica de Getafe y otra de Navalcarnero». A todos los llevó a la puerta de sus casas y «al final fueron cuatro horitas desde que salí del Congreso hasta que llegué a Toledo, pero daba gual llegar antes que después» A juicio de Héctor Molina, «se nota mucha colaboración en la calle, había muchos turistas, no había nada de crispación. No pude contactar con mi familia y los policías de la comisaría del Congreso me advirtieron de que si salía de allí no iba a tener conexión, y por eso me llevé agua y un bollito para el camino. Fue buena la experiencia del viaje que compartí con mis compañeros; íbamos en silencio y escuchando la radio, y a la vez viendo el comportamiento de la gente». Por todo esto, este toledano de 46 años dice no creer en la opinión generalizada en la actualidad de que « cada vez la gente está más desequilibrada y desorientada; eso es mentira . Todos tenemos nuestros problemas personales, pero a la hora de actuar no hay ningún desequilibrio mental; cuando llegan estos momentos, t odo el mundo se olvida de sus problemas y colaboramos unos con los otros». Otro que sufrió las consecuencias del apagón fue el exalcalde de Toledo, Joaquín Sánchez Garrido. Se dirigía a Madrid a una comida «muy bonita» con exalcaldes de la Federación de Municipios y Provincias de hace 30 años, como Paco Vázquez. Le hacía mucha ilusión, pero...precisamente cogió el AVE de las 12.30 horas, y a los tres minutos hizo acto de presencia el apagón. «Cerca del Polígono, cuando pasa un puente, el tren se paró y estuvimos una hora dentro del tren. Luego nos evacuaron y nos vinimos andando hasta la estación, tres kilómetros todos los pasajeros andando en filita india por un camino muy estrecho». Dice el exalcalde que, acostumbrado a pasear de forma habitual, no le cansó la caminata. «Lo único es que iba con zapatos y chaqueta, y me la tuve que quitar, claro», subraya.
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