Del aula de matemáticas al balcón de San Pedro: la transformación de Robert Prevost
El cardenal Robert Prevost, un licenciado en matemáticas que enseñó esa disciplina en escuelas católicas de Chicago antes de su ordenación, ha completado una extraordinaria transformación vital hasta convertirse en el nuevo Papa León XIV. Su camino desde las aulas donde impartía ecuaciones hasta el balcón de la Basílica de San Pedro, donde fue presentado … Continuar leyendo "Del aula de matemáticas al balcón de San Pedro: la transformación de Robert Prevost"

El cardenal Robert Prevost, un licenciado en matemáticas que enseñó esa disciplina en escuelas católicas de Chicago antes de su ordenación, ha completado una extraordinaria transformación vital hasta convertirse en el nuevo Papa León XIV. Su camino desde las aulas donde impartía ecuaciones hasta el balcón de la Basílica de San Pedro, donde fue presentado este jueves como el sucesor de Francisco tras un breve cónclave de 24 horas, representa un viaje clave que redefine el liderazgo de la Iglesia Católica.
El camino del nuevo Pontífice hacia el Vaticano comenzó en las aulas, donde su pasión por las matemáticas y la enseñanza se entrelazaron con su vocación religiosa. Tras obtener su licenciatura en matemáticas por la Universidad de Villanova, Prevost, de 69 años, combinó su formación académica con su creciente compromiso religioso.
Según informa la Orden de San Agustín, a la que pertenece desde 1977, «enseñó matemáticas a tiempo parcial en el Mendel Catholic High School y ocasionalmente sustituyó como profesor de física en la escuela secundaria St. Rita» mientras avanzaba en sus estudios de divinidad en el Catholic Theological Union de Hyde Park, Chicago.
Esta faceta académica y analítica del ahora Papa León XIV marca un perfil distintivo frente a los desafíos de la Iglesia que afrontará. Joseph Merigold, antiguo compañero de clase, recuerda al periódico local Chicago Sun-Times que Prevost era «la persona más inteligente de la clase» y que «solían sentarnos según nuestro rendimiento en el aula, así que él siempre se sentaba en el asiento número 1, que estaba en la primera fila en la parte de atrás».
Una vocación temprana
La inclinación de Prevost hacia la vida religiosa fue evidente desde muy joven. Angarola, una compañera de su escuela primaria, recuerda que «era simplemente piadoso. No de manera ostentosa. Era parte de su aura. Era agradable».
John Doughney, otro compañero de la escuela St. Mary’s, señala que la vocación de Prevost «era bastante evidente en aquel entonces». «El llamado de Dios era una especie de fantasía para la mayoría de los jóvenes. Para él, creo que era verdadero. Y, incluso cuando era un adolescente, sabía lo que quería hacer y adónde quería ir», añade.
Al finalizar octavo grado, Prevost se desvió del camino hacia el Mendel que habían seguido sus hermanos mayores y muchos otros chicos de St. Mary’s. En su lugar, dejó su hogar para asistir al St. Augustine Seminary High School, también dirigido por sacerdotes de la Orden de San Agustín, y luego continuó en la Universidad de Villanova, donde obtuvo su licenciatura en matemáticas.
Experiencia internacional
Después de su ordenación, el nuevo Papa ha pasado la mayor parte de su carrera en el extranjero. Tras completar estudios en Roma para obtener un doctorado en derecho canónico, fue enviado en 1985 a Perú como misionero, prior comunitario y profesor.
En 1999, regresó a Chicago como líder de la orden agustina en su territorio del Medio Oeste, que incluye la Escuela Secundaria Católica Providence en New Lenox y monasterios en la zona. De 2001 a 2013, Prevost fue el líder internacional de la orden, con sede en Roma, lo que le proporcionó una visión global de la Iglesia.
Prevost volvió a Perú y, tras su elevación en 2014 a obispo, dirigió la diócesis de Chiclayo, Perú, durante siete años, fortaleciendo su compromiso con América Latina. Posteriormente, el Papa Francisco lo eligió para un influyente puesto al frente de la oficina del Vaticano que selecciona y supervisa a los obispos, además de ponerlo a cargo de un departamento de asuntos latinoamericanos.
Su experiencia internacional y su dominio de múltiples idiomas –inglés, español, italiano, francés y portugués– lo posicionaron como un Papa con la perspectiva global necesaria para liderar una Iglesia diversa y en constante evolución.
Raíces familiares en la fe
El nuevo Pontífice creció en una familia profundamente católica. Sus padres, Louis Prevost, un educador, y Mildred Martinez Prevost, una bibliotecaria, eran conocidos en la parroquia de St. Mary’s (Santa María de la Asunción) en Chicago como dedicados y devotos músicos, monaguillos, lectores y voluntarios.
Betty Lyons-Geary, de 94 años, antigua feligresa, recuerda que su padre «Lou era muy firme. Siempre estaba ahí para Millie. Pero se mantenía en un segundo plano porque ella siempre estaba haciendo cosas en la parroquia».
La madre del Papa León XIV, quien falleció en 1990, es recordada como «la dulce Millie, una de esas señoras que mantiene funcionando una parroquia católica, una presencia constante en la escuela». Marianne Angarola, de 69 años, quien se graduó con el futuro cardenal, la describe como «una de las mujeres que llamábamos las damas de la iglesia. Iban a misa diariamente. Limpiaban los altares, la iglesia, la sacristía. Estaba involucrada en todo, incluyendo las actividades de recaudación de fondos».
Papa para los nuevos tiempos
El profesor de matemáticas que ahora guía a 1.300 millones de católicos en todo el mundo enfrenta el desafío de aplicar su mente analítica y su corazón pastoral a los complejos problemas de la Iglesia contemporánea. Como comentó su antiguo compañero John Doughney poco antes de la elección: «Si es elegido, sabré que se trata de alguien que realmente tiene una agenda de bondad y compasión, igual que nuestro antiguo Papa. Lo he caracterizado como increíblemente amable y compasivo. Pienso en Robert como un alma compasiva».
Esta combinación única de rigor intelectual y profunda compasión lo que llevó al cónclave a elegir a un matemático para resolver su ecuación más compleja de todas: guiar a la Iglesia Católica en el siglo XXI.