El eternauta 1969, de Héctor Germán Oesterheld y Alberto Breccia

En 1969 dos genios como Héctor Germán Oesterheld y Alberto Breccia reinterpretaron El eternauta haciendo una versión más política y con un apartado visual totalmente rompedor. Edita Reservoir Books.

May 2, 2025 - 10:09
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El eternauta 1969, de Héctor Germán Oesterheld y Alberto Breccia

Portada El eternauta 1969 de Héctor Germán Oesterheld y Alberto Breccia

Edición original: El eternauta 1969 (Reservoir Books, 2025)
Guion: Héctor Germán Oesterheld
Dibujo: Alberto Breccia
Digitalización y maquetación: Lamala Producciones
Formato: Cartoné. 64 páginas. 21,90€

La obra maldita de dos genios desatados.

«Si en verdad los grandes países nos tuvieron siempre atados de pies y manos… El invasor eran antes los países explotadores, los grandes consorcios… Sus nevadas mortales eran la miseria, el atraso, nuestros propios pequeños egoísmos manejados desde afuera… Por nuestra propia culpa sufrimos la invasión, Juan, nuestra culpa es ser débiles, flojos, por eso nos eligió el invasor.»

Salvo excepciones muy puntuales siempre trato de escribir reseñas en plural mayestático para que los textos tengan vigencia independientemente del tiempo que transcurra desde su aparición o que el lector me conozca, pero la casualidad hace que en esta introducción me tome la licencia de escribir en primera persona, ya que la estoy escribiendo el lunes 28 de abril cuando toda la península ibérica ha sufrido un apagón masivo que nos ha sumido en la misma incertidumbre que siente Juan Salvo y sus amigos al comienzo de El eternauta la historia escrita por el gran Héctor Germán Oesterheld (Buenos Aires, 1919-desaparecido por la última dictadura argentina en 1977). Aunque se trata de una circunstancia que por desgracia viven a diario en Gaza o en otras zonas en conflicto como Ucrania se une a todo lo que vivimos hace unos pocos años con la pandemia de COVID para que sea imposible no llevarnos a una reflexión sobre los cimientos tan débiles sobre los que hemos construido nuestro bienestar, aunque no parece plausible que nos invadan extraterrestres próximamente.

Con el permiso de la Mafalda de Quino, El eternauta posiblemente sea el cómic argentino más conocido de la historia. Originalmente se trataba de una historia dibujada por Francisco Solano López aparecida en las páginas de la revista Hora Cero entre 1955 y 1957. Se trataba de una historia muy adelantada a su tiempo en la que mientras Juan Salvo está jugando a las cartas con sus amigos se produce un apagón tras el cual comienza a nevar en Buenos Aires. Pero no se trata de una nieve normal ya que es fluorescente y su contacto provoca la muerte. Es el primer ataque de unos extraterrestres que quieren conquistar la Tierra. Un relato de ciencia-ficción en el que el guionista demostraba una enorme capacidad para crear una historia de continuará llena de aventuras, giros de guion y sorpresas que mantenía al lector esperando las siguientes entregas, tal y como como sucedía en las mejores novelas por entregas. Entre las peripecias y desventuras del protagonista se intuía de forma muy sutil una crítica a la situación política del país, pero no era una obra marcadamente política. No sucedía lo mismo con la segunda versión de la historia que comenzó a publicarse el 29 de mayo 1969 en entregas de tres páginas por semana dentro de la revista Gente, similar a lo que podía ser Hola en España, con Alberto Breccia (Montevideo,1919 – Buenos Aires, 1993) a cargo del dibujo con la idea de que esta nueva versión durará aproximadamente un año. El uruguayo hacía años que colaboraba con el guionista argentino en obras como Ernie Pike, Sherlock Time, Mort Cinder o las biográficas de Che y Evita -publicadas por Reservoir Books en un solo volumen hace unos pocos meses-. Cuando comienzan a colaborar en esta nueva versión de la serie conocida como El eternauta 1969, ambos se encuentran en un momento en el que se sienten con absoluta libertad para contar la historia de la forma que quieren tras años de experiencia en el medio. En el caso del guionista vemos un enorme compromiso político que carga la historia de una muy visión crítica con las decisiones de las potencias mundiales; en el del dibujante con un enorme interés por experimentar todo lo que pueda con el lenguaje del medio y sus presunciones estéticas, de forma que nos encontramos ante un trabajo en el que cada viñeta se convierte en una obra de arte en la que al habitual majestuoso dominio del claroscuro se añaden técnicas de todo tipo rompiendo con el dibujo y la narrativa más académicos y realistas. El resultado es una obra que superaba a la primera versión en las sensaciones que despierta al lector esas atmósferas pesadas, terroríficas y opresivas que parecen esconder cientos de amenazas. Sin embargo, la revista cancela su publicación tras diecisiete entregas el 18 de septiembre provocando que en los últimos episodios todo se resuelva de una forma muy precipitada, la excusa que ponen es que el estilo de Breccia no gusta a los lectores, como se podían ver en algunas de las cartas que se publicaban. Pero dado el cariz conservador de la publicación es fácil sospechar que el mensaje político que incluían los guiones de Oesterheld chocaban de frente con la línea editorial en plena dictadura de Juan Carlos Onganía. A partir de ese momento la historia adquiere un estatus de obra de culto, sobre todo en Europa, puesto que es el primer trabajo que se publicaba del uruguayo apareciendo en 1972 en las páginas de la revista italiana Linus y volando la cabeza de los lectores y dibujantes de la época que no habían visto más que con cuentagotas un dibujo tan increíble y experimental. En marzo de 1973 los españoles la podríamos leer serializada en la revista El globo editada por Buru-Lan y que impactó enormemente en los autores que posteriormente protagonizarían el boom de cómic para adultos de los setenta y ochenta.

En esta segunda versión de El eternauta nos encontramos prácticamente con la misma historia con la principal diferencia de que su cancelación obligo a dejarla inconclusa y a que en las últimas entregas las historia estaba muy compactada haciendo que todo transcurra muy rápido dejando la sensación de estar ante una oportunidad perdida de poder leer una obra que estaba mejorando en muchos aspectos a la primera versión. Con ella compartía las características que la habían convertido en un clásico como la creciente sensación de una amenaza cada vez mayor, la aventura constante, la gran construcción de personajes, situar la acción en un Buenos Aires reconocible -aunque devorado por las sombras de los dibujos de Breccia que lo hacen más ominoso que en la primera versión-, la habilidad y poética de Oesterheld como escritor tanto en los textos de apoyo como en los diálogos, etc… Y tenía visos de superarla en otros apartados como los diseños de los extraterrestres mucho más amenazadores y menos naif que los de Solano López, el de los diferentes trajes con los que se protegen los personajes, el diseño de página nos estaba tan constreñido por el formato apaisado, los brutales contraste entre luces y sombras creando unas atmósferas de pesadilla, los experimentos visuales empleando técnicas como el uso de cuchillas para dibujar, manchas de tinta, collages, tramas y rótulos mecánicas, entre otras. Es cierto que a veces queda la sensación de que la historia y el dibujo no avanzan a la vez, pero el trabajo de Breccia es tan expresivo, bello y lleno de fuerza que se puede pasar por alto.

En los doce años que habían transcurrido desde el comienzo de la primera versión de la historia Oesterheld se había radicalizado en sus ideas políticas pasando a militar en el grupo opositor Los Montoneros. Algo que fue decisivo para que la dictadura de Videla le hiciera desparecer. Una realidad incuestionable, aunque ahora gobierne en Argentina una serie de políticos que son negacionistas de esa sangrienta realidad liderados por un tipo que aspira a convertirse en un lacayo de los ellos que gobiernan ahora mismo en Estados Unidos. Una vergüenza para todos los argentinos que durante el siglo lucharon en contra de las diferentes dictaduras que asolaron el país. Ese cambio ideológico del guionista se podía ver en como la obra se transforma en una alegoría del conflicto que América Latina tenía con las potencias económicas hegemónicas haciendo en esta versión la invasión no fuera global, sino solo de ese territorio entregado por el resto del mundo que se seguía comportando como si todavía fueran colonias. Otra gran diferencia argumental es el cambio de Pablo por Susana, una joven que aparece su lugar, que sirve para introducir el deseo, aún en medio de la destrucción total. Si bien no sabemos qué planes tenía el guionista para ella de haber podido contar la historia que quería. Además, el mayor en lugar de ser el militar integro que veíamos en la primera versión, aquí se comporta como una violencia que nos remite a la que ejercían en esos años de dictadura los militares. Unos cambios que dejan ver la ideología que tenía el régimen del país y que dotan a la historia de una representación de la una violencia mucho más cruda y terrorífica provocando que todo el cómic tenga un cariz más siniestro.

Aunque el cierre resulta precipitado, Oesterheld tiene la ocasión de conseguir hacer que resulte circular al encontrarnos en las ultima historia de nuevo con El eternauta en su casa tras completar un periplo que nunca llegamos a conocer del todo. O por menos en la versión que el guionista quería, pero que acaba con un dialogo memorable: “Lo que el eternauta me contó… sucederá de aquí a dos años! Todo ese espanto, toda esa muerte… ¿Será posible evitarlos publicando todo lo que el eternauta me contó? ¿Será posible?” Pese a todo se puede considerar como un perfecto final, para una obra tristemente imperfecta, pero que en muchos sentidos representa a perfección muchas de las luchas que se han dado en el medio como la lucha que siempre ha tenido entre su concepción como obra artística y su origen como objeto cultural para un consumo de masas. Oesterheld creía que el cómic podía ser mucho más que un entretenimiento para todos los públicos y siempre trataba de que hacer historias pensadas para un lector maduro pese a tener que lidiar con la censura.

El eternauta 1969 es un cómic que Reservoir Books acaba de reeditar en una versión restaurada que toma como base el volumen publicado en Estados Unidos por Fantagraphics aprovechando el inminente estreno de la adaptación televisiva en Netflix con Ricardo Darín como protagonista – que una multinacional estadounidense ejemplo del capitalismo más feroz adapte esta historia resulta de un irónico que se comenta solo-. En cualquier caso, la publicación de este volumen supone toda una alegría por la enorme calidad de la edición de una historia que únicamente se había publicado en un solo tomo en nuestro país en 1979 como cuarto número de la colección Biblioteca de Totem de la editorial Nueva Frontera, en un volumen que recopilaba otras historias cortas del genio uruguayo que no están incluidas en esta nueva edición, pero que ha aparecido en otras recopilaciones de sus trabajos. Esta nueva edición reproduce directamente los originales como pasaba con la más reciente de Mort Cinder de Astiberri de forma que vemos unas páginas llenas de grises en lugar de unos negros que se comen los detalles y las diferentes técnicas que uso Breccia.

El eternauta 1969 era una apuesta mucho más ambiciosa que la primera versión, con unos autores que pretendían alcanzar cotas más altas, pero a la que las circunstancias editoriales no dejaron llegar a buen puerto. Pero pese a sus faltas el talento de ambos autores se desborda por cada página y nos regala algunas de las mejores viñetas del medio convirtiéndola en un cómic imprescindible de la historia del noveno arte.

Lo mejor

• Los diseños de Breccia.
• Toda la experimentación estética y narrativa de Breccia.
• El compromiso político que incluían los guiones de Oesterheld.

Lo peor

• El cierre precipitado de la obra provocando que al final nos encontremos con unos enormes bloques de texto tratando de resumir todo lo que faltaba por contar.