Crítica de La cita (Drop): Un thriller paranoico con sabor a sobremesa digital
Un thriller tecnológico que convierte una primera cita en una pesadilla. La cita mezcla paranoia digital, romance y tensión al estilo Happy Death Day. Esta noticia ha sido publicada por Cinemascomics.com

Hay primeras citas que salen mal. Y luego está La cita, el nuevo thriller tecnológico de Christopher Landon (Feliz día de tu muerte) que lleva el concepto de «mala noche» al extremo, convirtiendo una velada romántica en una pesadilla digital de la que parece imposible escapar.
Con un estilo juguetón, una puesta en escena claustrofóbica y una premisa muy propia de nuestros tiempos, esta película es un juguete paranoico para la era del iPhone. Si Alfred Hitchcock hubiera tenido acceso a AirDrop, quizá hubiera rodado algo similar.
Un formato clásico en clave moderna
La cita es una película de alto concepto: un único lugar, dos personajes principales, y una amenaza invisible que se manifiesta a través de mensajes extraños en un teléfono móvil.
La protagonista es Violet (Meghann Fahy), una terapeuta viuda que decide tener su primera cita en años. Su compañero de mesa es Henry (Brandon Sklenar), un atractivo y encantador fotógrafo que parece demasiado bueno para ser verdad. Y tal vez lo sea.
La premisa se dispara cuando Violet comienza a recibir mensajes vía «DigiDrop», una versión libre de AirDrop que sólo funciona en un radio de 15 metros. Alguien en el restaurante está acechándola. Y lo que al principio parece una broma, pronto se convierte en una amenaza directa para su familia.
Un thriller en tiempos de WiFi
A medio camino entre Red Eye y Phone Booth, La cita sabe utilizar los códigos del thriller de «un solo escenario» para construir una atmósfera asfixiante. Landon convierte un restaurante de lujo en una especie de jaula dorada, donde cada comensal es sospechoso y cada camarero parece saber algo más de la cuenta.
La paranoia es constante. El dispositivo narrativo de los mensajes digitales se aprovecha para desplegar textos en pantalla, juegos de luces y un uso casi teatral de los espacios. La dirección de fotografía, firmada por Marc Spicer, convierte la tecnología en una extensión del miedo.
El alma de la película: Meghann Fahy
Aunque la premisa sea atractiva y la ejecución notable, la gran fuerza de La cita es la actuación de Meghann Fahy. La actriz, que ya había sorprendido en The White Lotus, ofrece aquí un trabajo lleno de matices. Su personaje transita del nerviosismo inicial a la desesperación total, siempre con una contención emocional que nunca cae en la sobreactuación.
Su interacción con Brandon Sklenar es fundamental para mantener la tensión narrativa. La química entre ambos no solo sostiene el ritmo, sino que construye una capa emocional que refuerza los momentos más extremos del tercer acto.
Un reflejo oscuro de nuestras vidas hiperconectadas
La cita funciona, en muchos sentidos, como una metáfora del presente. Un mundo donde la privacidad se ha vuelto una ilusión, donde la vigilancia es cotidiana y donde la tecnología puede volverse contra nosotros en cualquier momento.
El restaurante, lleno de clientes absortos en sus pantallas, representa esa alienación digital que todos hemos sentido alguna vez. Nadie ve nada. Nadie escucha. Nadie ayuda. Y eso da miedo.
Humor negro y tensión bien dosificada
A pesar de su tono inquietante, La cita no se toma a sí misma demasiado en serio. Hay humor, hay momentos absurdos (en el buen sentido), y una autoconsciencia que recuerda a las mejores comedias de terror de los últimos años.
El camarero interpretado por Jeffery Self es uno de los grandes hallazgos cómicos del film, aportando un contrapunto necesario a la tensión creciente. Y es que Landon sabe equilibrar como pocos el thriller con el guiño cómplice al espectador.
Un último acto desatado
El último tramo de La cita es una locura estilizada y sin frenos. Landon pisa el acelerador y no suelta. Hay giros, hay acción, y hay momentos que desafían toda lógica, pero que funcionan gracias al carisma de sus protagonistas y al tono establecido desde el minuto uno.
Puede que no convenza a quienes busquen una trama verosímil o un comentario social profundo, pero para quienes disfrutan de una buena dosis de suspenso palomitero con estilo, este final es pura adrenalina.
¡Dale al play sin miedo!
La cita no pretende reinventar el thriller ni ofrecer un estudio psicológico profundo. Lo que quiere es entretener, inquietar y jugar con tus expectativas. Y lo consigue. Es ágil, visualmente atractiva, y tiene el suficiente gancho emocional para que te importe lo que está en juego.
No es perfecta, pero sí es muy disfrutable. Y si alguna vez recibes un meme sospechoso por AirDrop en un restaurante, puede que no lo tomes tan a la ligera.
Esta noticia ha sido publicada por Cinemascomics.com