Bochornoso (y punible) apagón de un Gobierno inútil

Ya se ha dicho: cinco horas largas tardó en primera instancia el aún presidente del Gobierno en comparecer ante el país para no decir absolutamente nada, entre otras cosas porque no tenía nada que decir, sólo quería aparentar. Sonroja que a estas alturas de nuestras vidas se pueda haber producido una convulsión de este jaez, … Continuar leyendo "Bochornoso (y punible) apagón de un Gobierno inútil"

Abr 30, 2025 - 19:03
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Bochornoso (y punible) apagón de un Gobierno inútil

Ya se ha dicho: cinco horas largas tardó en primera instancia el aún presidente del Gobierno en comparecer ante el país para no decir absolutamente nada, entre otras cosas porque no tenía nada que decir, sólo quería aparentar. Sonroja que a estas alturas de nuestras vidas se pueda haber producido una convulsión de este jaez, un apagón descomunal, en un país pasmado, hibernado por el Gobierno.

Sánchez no ha tenido en sus «Aló, presidente» la menor intención de contar honradamente a los españoles que es lo que había pasado; no, ¡qué va! Ese no fue ese objetivo, el suyo era disimular que la sobrecarga solar, una apuesta ideológica, la estúpida Agenda 2030, había reventado el sistema. Su obsesión no fue más que esta: presentarse como el hombre que lleva poderosamente el timón de la situación, el líder en el que se puede confiar porque va a terminar, más pronto que tarde, con el problema. Esto viene de antiguo; ya lo hizo con ocasión del gran drama de la Covid y más recientemente con la Dana de Valencia. Todo lo tiene perfectamente ensayado porque todo en él es pura filfa, disfraz, mentira recurrente. Nunca él es responsable de nada malo, de lo que pueda ocurrir en una Nación que lleva siete años de sobresalto en sobresalto, de virus en volcán, de Dana en apagón. Alguien, malvado sin duda, puede especular con la condición de cenizo de Pedro Sánchez Pérez-Castejón.

Pero vamos con lo serio. El lunes el dilema que recorría el ánimo de los españoles no era otro que éste: ¿se trató de un maldito ciberataque de esos que ya se venían anunciando como posibles en España, o, como difundió vergonzosamente la Agencia gubernamental EFE, de simplemente «una avería»? Una «avería a lo Otilio» le faltó por propalar. Todo como si la tal «avería» fuera algo así como el sofoco industrial que puedan sufrir los plomos de nuestras casas. Nada de decir la verdad: el exceso de producción de las renovables, la solar desde luego, provocó una sobrecarga masiva de la red eléctrica debido a un pico enorme en la producción solar. Ni más, ni menos. Pero si la causa hubiera sido la desdichada «avería» habría que concluir en que este país no es ni mucho menos el edén privilegiado que añoran todos nuestros compatriotas europeos. Más bien todo lo contrario. Por eso Sánchez desechó el argumento.

Las razones aducidas por los voces de la superioridad política también resultaron puro camelo. No hay quien soporte esta constancia: por mucho menos lleva Mazón sobreviviendo a una campaña empeñada en demostrar que la culpa de los 223 muertos de la riada valenciana, la tuvo él, presidente de la Generalidad regional. La hora y media que tardó Mazón en comparecer en un Centro sobre el que no tenía responsabilidad alguna, ha sido mucho más grave que las primeras (luego fueron más) cinco horas, doce más tarde, que usó Sánchez en urdir un «Aló, presidente» del que lo único en claro era que él, naturalmente, no era responsable de nada, que la culpa la tenía el sector privado (Red Eléctrica ¡hay que tener cara!) y que él, tranquilos todos y todas, estaba indeclinablemente al mando, por tanto que la Nación, postrada de hinojos, tal y como está, debe seguir siendo alegre y tranquila porque «Él está con nosotros». Una pena de país.

Él nos protege como si fuéramos infantitos de Primaria. El presidente es así y los medios son/somos así. Otra verdad: tampoco durante todas esas horas tan largas de total oscuridad, los muy calificados como medios oponentes a la gobernación de Sánchez, reclamaron su presencia. Son los mismos que desde octubre llevan afeando a Carlos Mazón su presunta negligencia en la dirección de la catástrofe de Valencia. Es cierto que no puede, ni debe, compararse una hecatombe como aquella, con tantas víctimas de por medio, con este monumental apagón que nos ha tenido a dos velas. Claro que no, pero: ¿cuántas desgracias se han podido producir por el apagón? Cientos de millas, pero la Providencia nos ha ayudado en la ocasión, la Providencia y no Sánchez y su cohorte de inútiles que, según se ha demostrado, mandan en un país tan vulnerable como la borda de un pastor navarro. ¿Alguien tiene ahora la paciencia de recordar cómo el PSOE urgía a Aznar en los asesinatos de Atocha a ofrecer información cada quince minutos? «Gobierno, dimisión», vociferaban las hordas socialistas. Sánchez se las sabe todas y dentro de su estrategia tan probada ya ha conseguido, también en esta ocasión, que la gente asuma que lo importante es que regrese la luz, que las explicaciones y responsabilidades ya vendrán después. Ad calendas graecas. Otra mentira: no vendrán nunca, la verdad es que nos hemos quedado espectacularmente en negro en una sociedad científica y repleta de genios que controlan todas nuestras vidas tecnológicas. Se entiende que tengamos la mosca detrás de la oreja.

Ha pasado el apagón y el gentío, como sucede casi siempre en España, gasta su tiempo en hacer chistes y memes sobre lo acaecido. Invocaremos a aquellos héroes de nuestros tebeos, héroes del Pulgarcito, que con un mínimo destornillador construyeron un cohete para Marte. Todo eso nos hará gracia porque el Gobierno así lo ha ordenado, lo ha urdido de esta manera. Encima se ha aprovechado de su suerte porque el apagón, valga la redundancia, ha apagado el fracaso sin paliativos de haber cosechado en el primer trimestre los peores datos del paro desde hace muchos años, o la imputación judicial al hermano músico del señorito que ya está en los tribunales por las golfadas de enchufado, de las que ha sido protagonista en Badajoz. El apagón le ha servido para paliar estos hechos.

Y ahí otra cosa, mariposa; ya está bien de invocaciones a la calma o de admoniciones para el buen comportamiento del personal. Prudencia, tranquilidad y calma para el consumo de los esforzados españoles. Toda una enorme martingala para disimular la penasa verdad que no es otra más que esta: de pronto, hemos regresado a un Siglo XIX en el que los beneficiarios han sido los expendedores de ceras varias, velas religiosas las más. Somos imbéciles. Siete años lleva este individuo en el Gobierno y cada año vamos a peor, sin que el inútil, corrompido hasta por los costados familiares, nos deje de engañar con su perfil perfectamente estudiado de seminarista seráfico. Para que la nueva treta tenga visos de verosimilitud el Gobierno se ha inventado incluso una terminología falsaria para que, otra vez, traguemos con su inepcia: vibración atmosférica inducida. ¡Hay que tener cara dura! Bochornoso.

PD: ¿Qué hace el Rey, jefe del Estado, acudiendo a una reunión en La Moncloa? De allí ha podido entrar como Monarca y salir como conserje de Sánchez.