Amor, drogas y noches que no acaban

En esta novela seguimos los pasos de Victoria en su camino para construir una identidad desde su infancia a finales de los años 80 hasta llegar a la adultez en el 2020. De niña devoraba libros (desde Peter Pan a En la carretera, pasando por las obras completas de Oscar Wilde), escuchaba todos los álbumes... Leer más La entrada Amor, drogas y noches que no acaban aparece primero en Zenda.

May 15, 2025 - 11:54
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Amor, drogas y noches que no acaban

Si hay algo que caracterice a una novela escrita por un poeta es la precisión con la que elige cada palabra. Juega con la sonoridad y la semántica para crear imágenes vivas, sensitivas, arrolladoras. Sucede en el caso de Lola Nieto y La isla desnuda, con Raúl Quinto y su Martinete del Rey Sombra, y con el debut narrativo de María Ovelar, Suya era la noche. Ya el propio título es de una belleza evocadora. Recuerda al Suave es la noche de Fitzgerald, quien, a su vez, lo tomó prestado de un verso de Keats.

En esta novela seguimos los pasos de Victoria en su camino para construir una identidad desde su infancia a finales de los años 80 hasta llegar a la adultez en el 2020. De niña devoraba libros (desde Peter Pan a En la carretera, pasando por las obras completas de Oscar Wilde), escuchaba todos los álbumes que caían en sus manos (The Smiths, The Dandy Warhols, Patti Smith…) y podía pasar horas contemplando cuadros de Derain, Millais o Kokoschka. Era una “chica rara”, como diría Martín Gaite, que pasaba más tiempo imaginando que viviendo. Esto no impidió que recibiera una educación sentimental viciada y pronto aprendió que su autoestima se mediría en función del deseo que era capaz de despertar en los demás. Uno de los mayores aciertos de Suya era la noche es que la autora recopila a la perfección todas esas actitudes tóxicas que las mujeres de mi generación —la generación de Victoria— recibimos como verdades inmutables. Los tiempos en los que teníamos que asumir que nuestra validez como mujeres solo podía ser evaluada en términos de la atención masculina. Para ello era mejor comportarse como una tonta a la que los machos pudieran deslumbrar y nadie pensaba en términos de sororidad, pues cada mujer nueva que aparecía en el grupo no era una potencial aliada, sino una enemiga declarada porque robaba la tan ansiada atención. Victoria, moldeada por su hermano mayor —quien le machaca con sus gustos musicales y con las actitudes que tiene que mostrar en público para ser más follable—, tiene una autopercepción de sí misma distorsionada por sus inseguridades y por el bullying que sufrió de pequeña. Solo cuando comience a frecuentar la vida nocturna será cuando empiece a tomar conciencia de su potencial sexual. Y se parecerá un poco más a la versión de sí misma que quiere proyectar. Aunque esto tendrá un alto precio. Las drogas, el alcohol y, sobre todo, el deseo son los epicentros que hacen tambalear su personalidad.

"El pulso poético de la autora se nota en su capacidad para envolver al lector en la sensorialidad que emana el cuerpo de Victoria, pero también el de Adán, el de Dani, el de Pati… convirtiendo la trama en algo palpitante, vivo"

Victoria ha cifrado toda su existencia en amar y ser amada: «Sin verse reflejada en el deseo de otra persona, desaparece», escribe Ovelar. Cuanto más se lance a esa desesperada búsqueda del amor desmesurado, a ese reconocerse y valorarse en el otro y a seguir narcotizándose a base de estupefacientes y afectos, más anulada estará como persona y como artista. Van sucediéndose los y las amantes sin que ninguno permanezca, dejando cada vez más vacía y perdida a la protagonista. Quizás el único amor que se mantiene imperturbable es el que siente por Madrid. Ese lugar mítico en el que todo ocurre, en el que todas las noches pueden ser interminables y en las que nunca se sabe qué es lo que se va a encontrar (¿una revelación? ¿un amante? ¿un after?), generador de un FOMO tan adictivo como estresante.

El pulso poético de la autora se nota en su capacidad para envolver al lector en la sensorialidad que emana el cuerpo de Victoria, pero también el de Adán, el de Dani, el de Pati… convirtiendo la trama en algo palpitante, vivo. Que no aparta la mirada cuando la situación se vuelve escabrosa. Todo lo recoge Ovelar con crudeza y honestidad, aderezándolo con letras de canciones y citas de libros que hacen de esta novela un desfile de algunos de los referentes de este siglo.

"Novelas que revisan los años de formación y las creencias heredadas sobre las relaciones románticas y de amistad. Novelas que cuestionan todo el pasado para erigir un mejor futuro"

Pero, probablemente, lo que más me ha gustado de Suya era la noche es que Victoria es una mujer inestable, contradictoria, llena de fallas, con una identidad diluida que trata de recuperar. Quiere cambiar de idea, pero no sabe cómo ni por dónde empezar. Fijar el momento en el que empezó a odiarse para poder perdonarse. Es reconfortante encontrar personajes como Victoria. Nos ayudan a ser más flexibles, a disculparnos por no ser falibles ni constantes. Entender que podemos equivocarnos y seguir adelante.

Suya era la noche retrata la adolescencia y la juventud en aquella primera década del 2000 —bastante nociva— que la conecta con otros títulos como Cambiar de idea, de Aixa de la Cruz, Permafrost, de Eva Baltasar, Vozdevieja, de Elisa Victoria, o Las niñas prodigio, de Sabina Urraca, que aparecen mencionadas en el propio libro, pero también Leche condensada, de Aida González Rossi o Listas, guapas, limpias, de Anna Pacheco. Novelas que revisan los años de formación y las creencias heredadas sobre las relaciones románticas y de amistad. Novelas que cuestionan todo el pasado para erigir un mejor futuro. María Ovelar une su voz a las suyas y nos invita a revisitar a las niñas y adolescentes que fuimos para ser más justas con ellas. Porque es desde ahí desde dónde empezamos a construir nuestra identidad. Pero, cuidado: esta no es inamovible, sino algo vivo, elástico, que va cambiando a medida que lo hacemos nosotras. No tengamos miedo de empezar de nuevo.

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Autora: María Ovelar. Título: Suya era la noche. Editorial: Consonni. Venta: Todos tus libros.

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