¿Y ahora también es culpa de Meme del Real? El internet exige posturas perfectas incluso en tragedias ajenas como el Ceremonia

Tras la tragedia ocurrida en el festival Ceremonia, donde Miguel y Berenice perdieron la vida por fallas graves en la organización, las redes se llenaron de indignación. Y con razón. En medio del dolor colectivo, surgió una necesidad urgente de que alguien —o todos— dijeran algo. Que los responsables dieran la cara, que los artistas […]

Abr 8, 2025 - 23:02
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¿Y ahora también es culpa de Meme del Real? El internet exige posturas perfectas incluso en tragedias ajenas como el Ceremonia

Tras la tragedia ocurrida en el festival Ceremonia, donde Miguel y Berenice perdieron la vida por fallas graves en la organización, las redes se llenaron de indignación. Y con razón. En medio del dolor colectivo, surgió una necesidad urgente de que alguien —o todos— dijeran algo. Que los responsables dieran la cara, que los artistas alzaran la voz, que las plataformas no siguieran con su programación como si nada hubiera pasado.

Meme del Real no organizó el festival, pero igual le tocó la furia del internet

En medio de esa ola de reclamos, empezaron a llegar también las exigencias automáticas: “¿Por qué no ha dicho nada?”, “¿Eso es todo lo que vas a poner?”, “¿Y tú qué opinas?”. La presión por hablar se convirtió en un medidor de moral. En ese contexto, músicos como Meme del Real fueron criticados por reacciones consideradas insuficientes. En su caso, un emoji de corazón blanco bastó para que cientos lo señalaran como insensible o tibio.

¿Un emoji de Meme del Real es suficiente? El internet cree que no (pero tampoco sabe qué más necesita).
¿un emoji de meme del real es suficiente? El internet cree que no (pero tampoco sabe qué más necesita).

Y aquí vale la pena detenerse: ¿Qué esperamos realmente cuando le pedimos a alguien “que diga algo”? ¿Buscamos justicia, empatía, una forma de catarsis colectiva… o solo queremos llenar el vacío incómodo de un feed en silencio?

La inmediatez como presión moral

En redes sociales, callar es casi lo mismo que estar en contra. No importa si estás procesando lo que pasó, si no tienes toda la información o si simplemente no sabes qué decir. Si no posteas rápido y de forma clara, te conviertes en cómplice pasivo.

Pero, ¿es justo medir a todos con esa vara? ¿No hay también una trampa en esa urgencia por hablar, por hacerlo “bien”, con la frase correcta, el tono perfecto y la estética cuidada? A veces, lo que nace de la presión termina siendo más superficial que reparador.

Memorial dedicado a Miguel y Berenice a las afueras del Parque Bicentenario.
Memorial dedicado a miguel y berenice a las afueras del parque bicentenario.

También hay que preguntarse: ¿por qué esperar una postura pública de alguien que no estuvo directamente involucrado, más allá de haber tocado en el festival?

La lógica parece ser: tienes muchos seguidores, eres figura pública, estuviste ahí… entonces debes decir algo. Pero no todos los músicos son activistas, ni comunicadores, ni tienen las herramientas emocionales para responder ante una tragedia así. Y eso no significa que no les importe.

Hacer por cumplir: ¿sirve de algo?

Cuando la presión pública crece, muchos terminan diciendo algo solo para “cumplir”. Y eso también tiene su riesgo. Porque entonces lo que se vuelve la norma no es el compromiso, sino la fachada correcta. ¿De qué sirve un texto si fue escrito por miedo a ser cancelado y no desde una reflexión real?

En el fondo, esta exigencia tiene algo de paradójico: queremos que los artistas sean altavoces de las causas, pero también que no se equivoquen. Que hablen, pero con el tono exacto. Que se mojen, pero sin ensuciarse. Y lo cierto es que muchos no están listos —ni tienen por qué estarlo— para ser portavoces de tragedias. Y eso también está bien.

 

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Hay quienes prefieren callar no por frialdad, sino por respeto. Porque no saben cómo aportar, porque temen que cualquier cosa que digan se malinterprete, o porque están realmente consternados y no saben cómo lidiar con eso. A veces, el silencio también es una forma de duelo.

¿Y Meme?

Volvamos al caso de Meme del Real. ¿Fue desafortunado responder solo con un emoji? Probablemente sí. ¿Merece un linchamiento digital por eso? Probablemente no. No se trata de justificar todo, sino de abrir espacio a una conversación más compleja: ¿desde dónde esperamos que hablen los artistas cuando ocurre una crisis? ¿Y por qué?

Porque el problema no es pedir justicia, sino suponer que todos tienen que ofrecerla con el mismo tono, desde el mismo lugar, bajo la misma presión y con las mismas herramientas. Tal vez no se trata de obligar a hablar, sino de preguntarnos con más cuidado desde dónde pedimos esas palabras, para qué y para quién.


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