¿Una tregua en Ucrania? Hoy no… mañana

Las guerras del mundo actual se libran en todos los terrenos, incluido el de las ideas. De hecho, cuando la victoria militar no llega en un plazo razonablemente...

May 13, 2025 - 06:04
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¿Una tregua en Ucrania? Hoy no… mañana

Las guerras del mundo actual se libran en todos los terrenos, incluido el de las ideas. De hecho, cuando la victoria militar no llega en un plazo razonablemente breve —y así ha ocurrido en todas la invasiones de las últimas décadas— el frente de la opinión pública suele ser el decisivo. Nadie debería sorprenderse porque sea en este frente, reactivado desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, donde se libren las únicas batallas que, hoy por hoy, podrían poner fin a la guerra de Ucrania antes de que a todos se nos haga eterna.

Después de los vanos intentos del presidente norteamericano para forzar una tregua de un mes, los protagonistas de la última ofensiva diplomática son las naciones europeas más activas en el apoyo a Ucrania o, lo que es lo mismo, en la defensa de la legalidad internacional y la seguridad de Europa: Francia, Reino Unido, Alemania y Polonia. Siento que no esté España entre ellas pero, por desgracia, nuestro Gobierno, tan globalista en algunas cuestiones, sigue pensando que aquello está muy lejos de la península Ibérica.

En realidad, los líderes europeos reunidos en Kiev no han inventado nada. Su propuesta es la misma que puso sobre la mesa el presidente Trump: una tregua de un mes en todos los terrenos menos el diplomático. Solo le han añadido una fecha límite ya superada, el 12 de mayo, y la amenaza de duras sanciones económicas si el Kremlin se resiste. La pregunta ahora es: ¿por qué tendría Putin que aceptar este alto el fuego si rechazó el que le exigió Washington hace solo unas semanas?

Para dar respuesta a esta pregunta quizá convenga analizar primero por qué fracaso la iniciativa de Trump. Hay tres buenas razones que explican la resistencia activa —mucho mejor que la negativa frontal— del dictador del Kremlin. En primer lugar, Putin sabe que una tregua de un mes sería muy difícil de romper. Si la acepta, corre el riesgo de que el conflicto se congele consagrando un statu quo que no satisfaría ninguno de los objetivos de "su" guerra. En segundo lugar, un alto el fuego le arrebataría al dictador la gloria de una victoria que todavía cree a su alcance —ya se ha equivocado al menos en dos ocasiones anteriores—y daría a Trump muchos de los laureles que quiere para él. Y en tercer lugar, Putin, que no tiene un pelo de tonto, sabe que su amigo norteamericano no le va a presionar. Es consciente de que al republicano —que no a los EE.UU.— casi le viene mejor que gane Rusia… y sabe también que Zelenski le cae mal al magnate desde que en 2019 se negó a incriminar al hijo de Biden.

La ofensiva de los líderes europeos trata de eliminar la tercera de esas razones. Al contrario que Trump, ellos sí están dispuestos a presionar al dictador ruso en la medida de sus posibilidades, que tampoco son demasiadas. A Putin, desde luego, no le preocupan demasiado las sanciones. Al contrario, le ayudan a consolidar su poder absoluto. Sin embargo, para mantener al margen al voluble norteamericano, el dictador ha contraatacado en el terreno diplomático con una propuesta que todo el mundo —por desgracia, menos el presidente Trump— considera ridícula: reanudar donde las dejaron las conversaciones de Estambul.

Hagamos memoria. ¿Qué se discutió en Estambul en las primeras semanas de la invasión? La rendición de Ucrania bajo la amenaza de un Ejército ruso que entonces parecía tener la sartén por el mango. Putin entiende las negociaciones como el atracador que ofrece a su víctima solo dos alternativas: la bolsa o la vida. Su oferta es poner fin a la guerra, pero solo cuando, de grado o por fuerza, Kiev ceda a todas sus exigencias: desarme, cambio de gobierno y entrega sin lucha de los territorios que Rusia quiere y no ha podido conquistar.

Desde esta perspectiva, se entiende mejor la postura de Putin. Tratará de salvaguardar su sintonía personal con Trump aceptando negociaciones que él sabe perfectamente —después de todo, es decisión suya— que fracasarán, pero ¿cómo va a bajar su arma antes de que Zelenski le entregue la bolsa? El presidente ruso pataleará, amenazará, pondrá excusas de todo tipo, arrastrará los pies y tratará de echar las culpas a Zelenski pero, en realidad, su actitud sobre la tregua se podría resumir en el popular meme de José Mota "hoy no… mañana".