Una pareja se animó a reformar por completo una cocina de pocos años
Con detalles acertados, una arquitecta transformó una distribución poco convencional en un espacio moderno que reúne a toda la familia.

“La cocina era grande, pero no estaban bien aprovechados los espacios”, relata Aldana Albo, arquitecta e interiorista, sobre el punto de partida de esta reforma en Pilar. Con un presupuesto definido, pero sin limitarse con la idea creativa, los clientes llegaron a Albo a través de la recomendación de una familia amiga.
Si bien la cocina original estaba en muy buen estado, no era muy funcional ni tenía una distribución práctica.
Renovación total
Con la premisa de no comprometer su uso diario (un requisito y condición de la clienta), Albo encaró el desafío de una obra que exigía resolver en el menor tiempo posible con decisiones estratégicas.
Una vez iniciada la obra se trabajó por etapas: primero, la albañilería y los pisos; luego, la puesta a punto del mobiliario.
Sin perder la atención a los detalles, la arquitecta resolvió la obra en solo dos meses y medio: “En las reformas todo se piensa para la máxima efectividad y que el cliente no esté incómodo habitando el lugar”.
Cambio de tono
El punto de partida en el proyecto fue unificar el lenguaje de la cocina al del resto de la casa y aprovechar los espacios al máximo. Con estas dos consignas, una de las primeras decisiones estructurales fue resignar uno de los accesos para llevar todo un lateral a un mismo eje.
Contiguo a la TV se incorporó un vajillero en MDF laqueado gris oscuro con iluminación en los estantes y fondo de espejo para generar más amplitud.
Visualmente estaba muy desordenado: la intención fue mantener todo en una misma línea y que se vea una continuidad.
Aldana Albo, arquitecta y dueña de Estudio Aldo
“En el antiguo sector de la heladera había dos muros que no se podían sacar, entonces ahí resolvimos poner una despensa. Al cliente le encantó y pudimos aprovechar un espacio que ya estaba condicionado”, explica la arquitecta.
Soluciones a medida

“El espacio de guardado depende mucho de quién lo usa”, comenta Albo respecto al proceso de diseño.
Protagonista en los desayunos familiares, la isla incluye una cava y vajilla de uso diario para mayor practicidad.
Los clientes, un matrimonio con tres hijos, participaron del proyecto proponiendo muchas ideas a la arquitecta, con quien trabajaron estrechamente.
El mueble al lado de la heladera respondió a un pedido concreto de la clienta: quería un espacio en el que guardar los pequeños electrodomésticos sin interrumpir la estética general.