Una guerra civil querida
La guerra civil no fue cosa del azar. La quiso un conjunto de conspiradores monárquicos, militares y fascistas españoles e italianos, encabezados por el Duce mismo y don José Calvo Sotelo, entre los civiles, y el teniente general Sanjurjo, entre los militares La guerra civil española no fue cosa del azar. Alguien la quiso. A diferencia de la Plataforma 2025, yo me baso en documentación fidedigna, al alcance de cualquier hijo de vecino. Para evitar que quien quiera contradecirme no necesite pasearse por varios archivos españoles y extranjeros, a finales de este mes todos los documentos primarios de época que he ido acumulando a lo largo de, por lo menos, los últimos 25 años irán a parar al Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. Ya están empaquetados en espera del camión que venga a recogerlos. La guerra civil la quiso un conjunto de conspiradores monárquicos, militares y fascistas españoles e italianos, encabezados por el Duce mismo y don José Calvo Sotelo, entre los civiles, y el teniente general Sanjurjo, entre los militares. Esto no pudo demostrarse documentalmente durante la dictadura (aunque algunos historiadores extranjeros, por ejemplo, Sir Paul Preston, Herbert Southworth y otros lo afirmaron). Después lo insinuaron Ismael Saz, Morten Heiberg, Eduardo González Calleja. Hubo que esperar a la desclasificación más completa de papeles italianos en Roma. La demostración completa llegó en dos libros míos (que por pudor no identifico: están a la venta). Desde 2006 he ido demostrando paulatinamente que ni los comunistas españoles ni los soviéticos tuvieron que ver con los preparativos de la sublevación de julio. Pero, ¿qué hizo la dictadura? Desde el primer momento aplicó el mecanismo de proyección, es decir, atribuir a otro el comportamiento propio. Así justificaron la sublevación del 18 de julio de 1936. Todavía resuena en una literatura basura. En los últimos meses he estado trabajando en tres libros. Saldrán a la calle a finales de año y en 2026. En ellos haré uso de nueva documentación. Uno lo preparo en solitario, otro en comandita y el tercero en una obra colectiva. El libro en solitario hace hincapié en los considerandos de la sentencia de un Consejo de Guerra en junio de 1939. Reproduciré de ella tres párrafos para vergüenza de la Plataforma 2025 y para los incautos que todavía creen en las mentiras franquistas. Se refieren al origen de la guerra civil y, naturalmente, se aplicaron urbi et orbe: “Que coaligadas las Internacionales Marxistas con las sectas masónicas en inteligencia con las filiales que unas y otras tenían en España, en obscuro contubernio con los partidos republicanos, la formación de un conglomerado que con el nombre de Frente Popular se constituyó en efecto para llevar a cabo el dictado de consignas extranjeras, una revolución de tipo soviético, de lo que se siguió que falseada la voluntad del país, al amparo de un sistema que permitía todo género de amaños para designación de quienes había de representarla, se constituyera un Gobierno que desde su fraudulenta arribada al Poder, vició con manifiesta contumacia los preceptos de una Constitución en la que pretendía legitimar su vida, y ni siquiera reparó en el crimen de sangre para eliminar a quienes, cuando menos, representaban enormes sectores de opinión Que con arreglo a la Ley constitutiva del Ejército corresponde a este defender a la Patria, no solo de enemigos exteriores sino interiores; y cono cabe en este orden otro mayor que el representado por un Gobierno como el llamado del Frente Popular que se convirtió, según afirmación pública de uno de sus hombres más representativos y siniestros en un “beligerante”, pero de los más peligrosos y terribles que jamás se hayan salido de la Ley, visto que el Ejército al asumir el 18 de julio de 1936 la dirección de la vida pública, obedeció a la una Ley con-natural con su razón de ser, y surgido así el nuevo Estado Nacional, es evidente que la oposición armada contra el mismo y sus fuerzas defensoras, entraña el delito de rebelión que define el art. 237 del Código de Justicia Militar, en lo que tiene de esencia y no de accidente, esto es, de subversión en armas contra el orden Jurídico del Estado, con abstracción de las particularidades en que se haya podido estructurar. Que la diferente responsabilidad de quienes participan en el expresado delito obedece de modo principal al distingo que se ha de hacer entre adheridos a la Rebelión y Auxiliadores de ella, teniéndose por adheridos, según normas interpretativas del alto Tribunal de Justicia Militar, a quienes estén identificados con la rebelión misma y persigan con sus actos precisamente los fines de esta, como compenetrados con los rebeldes y unidos también en espíritu a ellos; como igualmente a quienes sin esta compenetración ideológica realizan actos de tal eficacia y transcendencia en provecho de los

La guerra civil no fue cosa del azar. La quiso un conjunto de conspiradores monárquicos, militares y fascistas españoles e italianos, encabezados por el Duce mismo y don José Calvo Sotelo, entre los civiles, y el teniente general Sanjurjo, entre los militares
La guerra civil española no fue cosa del azar. Alguien la quiso. A diferencia de la Plataforma 2025, yo me baso en documentación fidedigna, al alcance de cualquier hijo de vecino. Para evitar que quien quiera contradecirme no necesite pasearse por varios archivos españoles y extranjeros, a finales de este mes todos los documentos primarios de época que he ido acumulando a lo largo de, por lo menos, los últimos 25 años irán a parar al Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. Ya están empaquetados en espera del camión que venga a recogerlos.
La guerra civil la quiso un conjunto de conspiradores monárquicos, militares y fascistas españoles e italianos, encabezados por el Duce mismo y don José Calvo Sotelo, entre los civiles, y el teniente general Sanjurjo, entre los militares.
Esto no pudo demostrarse documentalmente durante la dictadura (aunque algunos historiadores extranjeros, por ejemplo, Sir Paul Preston, Herbert Southworth y otros lo afirmaron). Después lo insinuaron Ismael Saz, Morten Heiberg, Eduardo González Calleja. Hubo que esperar a la desclasificación más completa de papeles italianos en Roma. La demostración completa llegó en dos libros míos (que por pudor no identifico: están a la venta). Desde 2006 he ido demostrando paulatinamente que ni los comunistas españoles ni los soviéticos tuvieron que ver con los preparativos de la sublevación de julio.
Pero, ¿qué hizo la dictadura? Desde el primer momento aplicó el mecanismo de proyección, es decir, atribuir a otro el comportamiento propio. Así justificaron la sublevación del 18 de julio de 1936. Todavía resuena en una literatura basura.
En los últimos meses he estado trabajando en tres libros. Saldrán a la calle a finales de año y en 2026. En ellos haré uso de nueva documentación. Uno lo preparo en solitario, otro en comandita y el tercero en una obra colectiva.
El libro en solitario hace hincapié en los considerandos de la sentencia de un Consejo de Guerra en junio de 1939. Reproduciré de ella tres párrafos para vergüenza de la Plataforma 2025 y para los incautos que todavía creen en las mentiras franquistas. Se refieren al origen de la guerra civil y, naturalmente, se aplicaron urbi et orbe:
“Que coaligadas las Internacionales Marxistas con las sectas masónicas en inteligencia con las filiales que unas y otras tenían en España, en obscuro contubernio con los partidos republicanos, la formación de un conglomerado que con el nombre de Frente Popular se constituyó en efecto para llevar a cabo el dictado de consignas extranjeras, una revolución de tipo soviético, de lo que se siguió que falseada la voluntad del país, al amparo de un sistema que permitía todo género de amaños para designación de quienes había de representarla, se constituyera un Gobierno que desde su fraudulenta arribada al Poder, vició con manifiesta contumacia los preceptos de una Constitución en la que pretendía legitimar su vida, y ni siquiera reparó en el crimen de sangre para eliminar a quienes, cuando menos, representaban enormes sectores de opinión
Que con arreglo a la Ley constitutiva del Ejército corresponde a este defender a la Patria, no solo de enemigos exteriores sino interiores; y cono cabe en este orden otro mayor que el representado por un Gobierno como el llamado del Frente Popular que se convirtió, según afirmación pública de uno de sus hombres más representativos y siniestros en un “beligerante”, pero de los más peligrosos y terribles que jamás se hayan salido de la Ley, visto que el Ejército al asumir el 18 de julio de 1936 la dirección de la vida pública, obedeció a la una Ley con-natural con su razón de ser, y surgido así el nuevo Estado Nacional, es evidente que la oposición armada contra el mismo y sus fuerzas defensoras, entraña el delito de rebelión que define el art. 237 del Código de Justicia Militar, en lo que tiene de esencia y no de accidente, esto es, de subversión en armas contra el orden Jurídico del Estado, con abstracción de las particularidades en que se haya podido estructurar.
Que la diferente responsabilidad de quienes participan en el expresado delito obedece de modo principal al distingo que se ha de hacer entre adheridos a la Rebelión y Auxiliadores de ella, teniéndose por adheridos, según normas interpretativas del alto Tribunal de Justicia Militar, a quienes estén identificados con la rebelión misma y persigan con sus actos precisamente los fines de esta, como compenetrados con los rebeldes y unidos también en espíritu a ellos; como igualmente a quienes sin esta compenetración ideológica realizan actos de tal eficacia y transcendencia en provecho de los rebeldes, que en su realidad objetiva rebasan los límites del mero auxilio en un sentido racional, con el que ha de conformar su calificación jurídica; y todo ello aparte de la responsabilidad más estrecha y definida en que incurren los Jefes Militares de la Rebelión“.
El considerando más ridículo es el primero. Forma parte de la, por así decir, teología franquista. Se ha declinado en numerosas formas. Al principio en los camelos de Joaquín Arrarás, luego en documentación oficial en España y de fuera de España. En historias oficiales patrocinadas por el Ministerio de la Guerra y el autodenominado Servicio Histórico Militar. La han esparcido eminentes publicistas (Luis Antonio Bolín), un teniente general iniciado en los misterios de la inteligencia y el espionaje (aparte de licenciado en Derecho y, para vergüenza de la UCM, doctor en Sociología y Ciencias Políticas, catedráticos de Historia (religioso y civil después de la Transición) y hasta hace poco incluso un general de División que alardea de los millares de visitantes de su blog.
Tan denodado esfuerzo, ¿sirve para algo? Ciertamente sí para cubrir de oprobio, vilipendio y sarcasmo a sus divulgadores. También para reforzar a las huestes franquistas impermeables al conocimiento y, ¡cómo no!, acreditar su patriotismo en la escena internacional entre las huestes de Madame Le Pen y de sus colegas en Alemania, Países Bajos, Italia, Hungría, Eslovaquia y, no en último término, el entourage de Mr. Trump.