Despertar lejos de ti es haber dormido en el desierto de los sueños estancados, de los recuerdos que apuñalan. Si no te conociera, si no supiera lo que ahora mismo andas tramando, nada dolería tanto y todo sería mucho más fácil y llevadero. No estarían los buitres de la rabia picoteando su ánimo, carroñándole las ganitas de encarar las jornadas. Ojos que imaginan, corazón que se desgarra. Y ella lo huele, lo intuye, lo proyecta sin querer porque la añoranza de la felicidad es una trampa insorteable de la mente, el juego de mesa predilecto de las cabezas que echan de menos. Conforme pasan los días sabe el café más amargo, escuecen con más ímpetu los ojos por el humo...
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