Sevilla, 1935: el hilo invisible que conectó a García Lorca con la Feria, el llorado Sánchez Mejías y el Betis campeón de Liga

El poeta conoció la fiesta en una quedada de intelectuales en una caseta, días después de recitarle a sus amigos el 'Llanto' y unas horas antes de que los verdiblancos ganasen su único título ligueroEl día que en la Feria de Sevilla se bailaron sardanas y se cantó 'Els segadors' en honor de un presidente de la Generalitat Vaya por delante que lo del hilo invisible queda resultón para el titular, pero que no hay que ser un lumbreras para establecer la conexión entre todos los elementos que se enumeran. Si acaso, lo menos conocido es que Federico García Lorca conoció la Feria de Sevilla, lo que ocurrió hace ahora 90 años, el 25 de abril de 1935. Y no fue una cita cualquiera, sino un encuentro que reunió a una representación de la intelectualidad local, que en buena parte era también de lo mejorcito de una II República entonces bajo el gobierno conservador de Alejandro Lerroux... también en Sevilla por aquellos días. El evento fue un almuerzo organizado por el historiador Santiago Montoto, que se celebró en una caseta de nombre becqueriano, La Venta de los Gatos. Fue, lo dicho, el jueves 25 de abril, en una Feria que por entonces arrancaba el miércoles. El anfitrión movilizó para la ocasión a varios integrantes de la Tertulia del Arenal de la que era un habitual, y del encuentro dio fe un fotógrafo que estaría allí por indicación de uno de los comensales, el periodista Manuel Chaves Nogales, por entonces subdirector del Ahora, el periódico del que acabaría siendo “camarada director” tras el golpe de Estado franquista. En el encuentro estaba también el poeta Jorge Guillén, con cátedra en Sevilla desde 1931, el pintor Gustavo Bacarisas o Antonio Núñez de Herrera, periodista y escritor vinculado a la Generación del 27 y autor de la inclasificable Sevilla: Teoría y realidad de la Semana Santa. Asoma también por allí Andrés Martínez de León, pintor e ilustrador, padre del personaje Oselito al que convirtió en el más surrealista de los cronistas políticos en Oselito en Rusia. Cartel de 1935 de las fiestas de primavera de Sevilla. Hospedado en el Alcázar de Sevilla Otro de los comensales es el poeta Joaquín Romero Murube, que ejercía de anfitrión de un Lorca al que alojó en el mismísimo Alcázar de Sevilla por aquello de que era el alcaide del monumento. La amistad entre ambos le llevó a invitar al dramaturgo granadino a conocer las fiestas de primavera de la capital hispalense, por lo que estaba en Sevilla desde hacía un par de semanas para así zambullirse previamente en la Semana Santa. Y precisamente en el Alcázar enganchamos con otro de los protagonistas de esta historia, el torero Ignacio Sánchez Mejías, fallecido unos meses antes (el 13 de agosto de 1934), dos días después de la cornada en el muslo que le dio Granadino en la plaza de Manzanares. Decir sólo de él que fue torero es quedarse corto, porque sus múltiples facetas hicieron de él un personaje muy popular más allá de los tendidos: escritor, automovilista, actor, jugador de polo, presidente del Betis...

May 10, 2025 - 05:06
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Sevilla, 1935: el hilo invisible que conectó a García Lorca con la Feria, el llorado Sánchez Mejías y el Betis campeón de Liga

Sevilla, 1935: el hilo invisible que conectó a García Lorca con la Feria, el llorado Sánchez Mejías y el Betis campeón de Liga

El poeta conoció la fiesta en una quedada de intelectuales en una caseta, días después de recitarle a sus amigos el 'Llanto' y unas horas antes de que los verdiblancos ganasen su único título liguero

El día que en la Feria de Sevilla se bailaron sardanas y se cantó 'Els segadors' en honor de un presidente de la Generalitat

Vaya por delante que lo del hilo invisible queda resultón para el titular, pero que no hay que ser un lumbreras para establecer la conexión entre todos los elementos que se enumeran. Si acaso, lo menos conocido es que Federico García Lorca conoció la Feria de Sevilla, lo que ocurrió hace ahora 90 años, el 25 de abril de 1935. Y no fue una cita cualquiera, sino un encuentro que reunió a una representación de la intelectualidad local, que en buena parte era también de lo mejorcito de una II República entonces bajo el gobierno conservador de Alejandro Lerroux... también en Sevilla por aquellos días.

El evento fue un almuerzo organizado por el historiador Santiago Montoto, que se celebró en una caseta de nombre becqueriano, La Venta de los Gatos. Fue, lo dicho, el jueves 25 de abril, en una Feria que por entonces arrancaba el miércoles. El anfitrión movilizó para la ocasión a varios integrantes de la Tertulia del Arenal de la que era un habitual, y del encuentro dio fe un fotógrafo que estaría allí por indicación de uno de los comensales, el periodista Manuel Chaves Nogales, por entonces subdirector del Ahora, el periódico del que acabaría siendo “camarada director” tras el golpe de Estado franquista.

En el encuentro estaba también el poeta Jorge Guillén, con cátedra en Sevilla desde 1931, el pintor Gustavo Bacarisas o Antonio Núñez de Herrera, periodista y escritor vinculado a la Generación del 27 y autor de la inclasificable Sevilla: Teoría y realidad de la Semana Santa. Asoma también por allí Andrés Martínez de León, pintor e ilustrador, padre del personaje Oselito al que convirtió en el más surrealista de los cronistas políticos en Oselito en Rusia.

Cartel de 1935 de las fiestas de primavera de Sevilla.

Hospedado en el Alcázar de Sevilla

Otro de los comensales es el poeta Joaquín Romero Murube, que ejercía de anfitrión de un Lorca al que alojó en el mismísimo Alcázar de Sevilla por aquello de que era el alcaide del monumento. La amistad entre ambos le llevó a invitar al dramaturgo granadino a conocer las fiestas de primavera de la capital hispalense, por lo que estaba en Sevilla desde hacía un par de semanas para así zambullirse previamente en la Semana Santa.

Y precisamente en el Alcázar enganchamos con otro de los protagonistas de esta historia, el torero Ignacio Sánchez Mejías, fallecido unos meses antes (el 13 de agosto de 1934), dos días después de la cornada en el muslo que le dio Granadino en la plaza de Manzanares. Decir sólo de él que fue torero es quedarse corto, porque sus múltiples facetas hicieron de él un personaje muy popular más allá de los tendidos: escritor, automovilista, actor, jugador de polo, presidente del Betis...

Pareja a caballo en la Feria de Abril de 1935.

Suya fue la llamada a la que acudieron los mejores autores españoles para conmemorar, en el Ateneo de Sevilla, el tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora en lo que fue el hito fundacional de la Generación del 27. Uno de los presentes en aquella cita fue García Lorca, con el que forjó una amistad que desembocó en uno de los grandes poemas fúnebres en castellano, el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías que en este abril de 1935 el poeta ya ha compuesto pero todavía no ha dado a la imprenta. Y aquí aprovecha para recitárselo a sus amigos.

“Aquella elegía, aquella tarde”

Hay constancia de que hubo alguna que otra lectura previa, como en el domicilio del diplomático chileno Carlos Moría Lynch e incluso en el Teatro Real, pero la memoria local quiere convertir en la más hermosa la que tuvo lugar aquel mes de abril en los jardines del Alcázar sevillano. Fue junto a unas acacias cerca del estanque de Mercurio, a donde se llevó un piano del Salón del Almirante con el que el poeta acompañó sus versos.

Allí estuvo Jorgue Guillén, que tiempo después glosaría “aquella elegía, aquella tarde, aquel jardín, aquellos amigos…”. Lorca se emociona evocando a Sánchez Mejías, también muy conocido de todos los presentes. “Federico desenvolvió y matizó la lectura como un director de orquesta, y pareció que al acabar dejaba la batuta con calma, tras un giro lento de resignación melancólica”, dejaría escrito Guillén.

Romero Murube, Guillén, Lorca, Rubio Sacristán y Pepín Bello, en Sevilla.

Junto al autor vallisoletano y Romero Murube, “poeta y sultán del Alcázar” en palabras del propio Guillén, están allí otros dos grandes amigos del poeta granadino como Pepín Bello y José Antonio Rubio Sacristán. El mismo Federico recreará la escena en un artículo que publica poco después, en el que revivirá que “aquella noche dormí en casa de la Malena, que me guardaba una hermosa cama grande, blanca... blanca, con un suave aroma a manzanas”. En estos días, por cierto, trabaja en su obra Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores.

La Feria que empezó con Lorca y terminó con el Betis

¿Y a cuento de qué aparece el Betis en esta historia? Pues porque, más allá de la conexión por medio de Sánchez Mejías (que fue el que selló el traslado del equipo a Heliópolis), Lorca conoció la Feria un jueves y tres días después los verdiblancos se proclamaron campeones de Liga, la única que tienen en sus vitrinas. Era aquel el bautizado como Betis de los vascos (Unamuno, Urquiaga, Aedo, Lecue, Areso...), con varios jugadores que acabarían en el exilio como símbolo de un equipo al que desintegró la Guerra Civil.

El equipo campeón de Liga, con el escudo sin corona del periodo republicano.

El Betis Balompié mantuvo toda la temporada un intenso pulso con el Madrid CF, ambos sin el 'Real' por delante por mor de aquellos tiempos republicanos. Entrenado por Patrick O'Connell, don Patricio, aquel domingo 28 de abril se impuso 0-5 al Racing de Santander en los viejos Campos de Sport del Sardinero, y aquello se vivió con intensidad en una Feria pasada por agua. Fue la primera vez que ganó el título un equipo que no era ni Real Madrid ni Barcelona ni Athletic de Bilbao.

Así que aquella Feria que empezó con aire cultural terminó con tormenta deportiva, una fiesta por cierto que parece que dejó bastante menos huella en Federico que la Semana Santa, a la que puede seguirse el rastro en poemas como Tardecilla del Jueves Santo, en el que se dirige a su amigo Pepín Bello: “Pepín: ahora mismo en Sevilla / visten a la Macarena. / Pepín, mi corazón tiene / alamares de luna y de pena”.

Eso sí, es con una postal de la Feria de Abril como el de Fuente Vaqueros informa a los suyos: “El lunes me iré. Ya he aprovechado ver la Feria, que no conocía. Lo he pasado muy bien y Sevilla está hermosísima. Un abrazo de vuestro hijo, Federico”. Sólo 15 meses después, el golpe franquista trituró el recuerdo de aquellos días felices.

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